Al menos 30 personas fallecieron ayer quemadas vivas en la explosión de un camión-cisterna lleno de combustible en Port Harcourt, la «capital petrolífera» de Nigeria, según informó la Policía.

Según informó un corresponsal de France Presse, el camión-cisterna estaba cargado con carburante robado y trataba de escapar de un control policial.

Durante la persecución, el camión chocó contra unas vallas que delimitaban un zona de obras en la carretera y comenzó a arder. Otros trece vehículos, entre ellos diez autobuses, también ardieron, al igual que varios comercios de la zona.

El robo de petróleo es un práctica muy frecuente en esta región de Nigeria y supone pérdidas de cientos de miles de barriles de crudo cada día.

Este tipo de robos suele ser de carácter artesanal, perforando los oleoductos, pero resulta extremadamente peligroso. Se han contabilizado cientos de muertos por esta práctica en los últimos años.

Asimismo, también existen redes organizadas de transporte de petróleo robado que mantienen contactos con altos dirigentes nigerianos.

A finales de 2006, al menos 284 personas murieron al incendiarse un oleoducto que fue atacado en un suburbio al norte de Lagos.

Perforado inicialmente por un grupo de ladrones que contaba con camiones-cisterna, el oleoducto estalló cuando se acercó más gente con recipientes para recoger el petróleo.