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Los rojiblancos superan al Sevilla

San Mamés recupera su magia

Los tantos de Yeste y Susaeta otorgan la segunda victoria de la campaña en San Mamés. Con estos tres puntos, los rojiblancos cierran la primera vuelta con 22 puntos, tres más que hace un año. La nota negativa de una gran noche: las lesiones de Iraizoz y Orbaiz.

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ATHLETIC 2

SEVILLA 0

Beñat ZARRABEITIA | BILBO

Un grupo tan bilbaino como Doctor Deseo evocaba a la «mágica noche de viernes». Sin embargo, la capital vizcaina suele tener otro epicentro de emociones los sábados. Y es que los choques del Athletic en ese día siempre son especiales. La comunión entre afición y jugadores suele ser total y el ambiente que se respira en La Catedral es imponente. Ayer, dicha empatía se repitió y el Athletic fue capaz de cosechar su segundo triunfo de Liga en casa.

Una victoria de casta, pero donde los rojiblancos jugaron bien por momentos y hubo conexiones verticales a alta velocidad. De entrada, al llegar a San Mamés llamó la atención la lista de convocados por Caparrós. La víspera, el de Utrera había optado por citar a 23 jugadores, de los cuales se cayeron los tocados Etxebe y Gabilondo, además de Expósito, Murillo y -tras su gran actuación en Copa-, Tiko. Quienes regresaron fueron Ocio e Iraizoz, al que San Mamés mostró una admiración poco vista en los últimos tiempos.

El choque arrancó disputado, con una dura pelea por el balón y los espacios. En ese contexto, y al igual que en jornadas precedentes, el Athletic pudo golpear primero. Los rojiblancos tuvieron el primer tanto a los diez minutos, pero De Sanctis cerró bien su marco ante Susaeta.

El Sevilla contrarrestó esa jugada con la prestancia de Poulsen, un mariscal táctico, y un buen disparo de Navas al que Iraizoz dio cumplida respuesta.

El navarro volvía, pero la mala suerte se cebó con él. El de Antsoain no estaba cómodo en los saques y notó molestias. La luz roja se encendió cuando pidió el cambio, San Mamés masticaba el infortunio con desagrado. Sin embargo, el fútbol es un demoledor espectáculo de contrastes. Mientras la grada hablaba de precipitación a la hora de reaparecer, David López encontró el hueco en el área, puso la pelota en los pies de Yeste y el basauritarra no perdonó. Parte del trabajo estaba recorrido.

Los andaluces buscaron las bandas y el centro para llegar a un Gorka que aguantaba a duras penas. Lo intentaron, pero tan sólo lo lograron cuando Chevantón quiso emular a Maradona con «la mano de dios». Ontanaya López le cazó y el charrúa vio la amarilla. San Mamés no suele perdonar a los tramposos y la tomó con él y con Capel, muy amigo de echarse al verde.

En esa tónica de aparente dominio hispalense e intentos de salida rojiblanca, se confirmó el cambio. Iraizoz dejaba su lugar a Aranzubia. El escenario reflejó que este deporte tiene mucho de estado de ánimo. El público despidió en pie al navarro y aplaudió a rabiar al riojano, el mismo guardameta al que había silbado sin compasión tres noches antes. Una noche ante un equipo de Champions, el mejor del mundo según las estadísticas, el marcador a favor y el ver a uno de los mejores metas de la Liga irse llorando entre los abrazos de sus compañeros fortalecieron la comunión.

Había que aguantar hasta el descanso. Se logró, pero el partido dejó otra «víctima» física, la del joven Crespo. Un calendario comprimido a más no poder y las urgencias de contar con todos al límite lastra y lastrará en lo que resta de campeonato.

Fue un descanso de sábado, con sabor a noche grande, sonrisas y esperanzas con el Athletic por encima del bicampeón de UEFA, poseedor del título copero y una de las sensaciones del inicio de siglo. Quedaban 45 minutos en los que la casta de siempre sería innegociable e imprescindible para ganar.

Y así fue. La segunda mitad se inició con una lucha cuerpo a cuerpo encarnada por Aduriz y Escudé. En primera instancia el donostiarra envió al suelo al sevillista. El galo, llenó de rabia, quiso devolverle el regalo al donostiarra y se le fue el codo. En una acción absolutamente absurda, el francés dejó marcada de forma evidente la cara de Aduriz. Roja. La rampa se inclinaba hacia abajo, pero bajar los brazos era una temeridad.

Merecida recompensa

Las dificultades tampoco abandonaron a los vascos y Pablo Orbaiz tuvo que dejar el campo notablemente dolorido. En medio de una disputa de casta y juego, los rojiblancos encontraron el premio. Yeste envió a Aduriz, el guipuzcoano fue objeto de penalti, pero el balón siguió en el área pequeña y Susaeta remachó. Con su segundo tanto en cuatro días el eibartarra cerraba una gran semana en lo personal. La celebración deparó una emotiva piña entre los jugadores del Athletic.

A partir de ahí, y llevados en volandas por sus hinchas, los vizcainos pudieron sentenciar el choque en varias ocasiones. Ya que el omnipresente Aduriz fue derribado dentro del área del italiano De Sanctis y después volvió a merodear el tanto.

Los tres puntos se quedaban en casa y ,en este caso, y volviendo a parafrasear a Francis y los suyos, no hubo ningún «vals desafinado». En definitiva, un triunfo que carga de moral para el difícil calendario inminente.

Caparrós: «Ya era hora de dar una alegría a la afición y a los propios jugadores»

Aunque insistió en repetidas ocasiones en que el de ayer no tuvo por qué ser el mejor partido de la temporada, pese al resultado, Joaquín Caparrós no pudo ocultar la satisfacción y el alivio que le producía esta segunda victoria liguera en San Mamés. Y es que, como subrayó el propio técnico, «las victorias son la mejor vitamina que hay».

A la hora de analizar el choque, Caparrós se negó a reducir el mérito de su equipo por las bajas de un Sevilla que sigue siendo «un grandísimo equipo, con una alineación de once internacionales. Es verdad que las bajas eran importantes, sobre todo las de Kanouté, Luis Fabiano y Keita, pero el equipo ha trabajado bien, ha hecho buen juego y ha generado muchísimas ocasiones. Ha hecho que el Sevilla tuviera que defender en su campo y ha tapado todas sus líneas de pase. Y al final hemos tenido la recompensa. En realidad, este partido no es mejor que algunos que hemos perdido -señaló, citando los choques ante Real Madrid o Atlético, entre otros-, pero este ha terminado con victoria. Y ya era hora de dar una alegría a la afición y a los propios jugadores».

Un triunfo que mejora visiblemente la posición rojiblanca en la tabla y que, «sobre todo nos tiene que reforzar en nuestros conceptos, darnos confianza y permitirnos ir de nuevo con la máxima ilusión al próximo partido», reclamó el entrenador andaluz.

Manolo Jiménez, por su parte, lamentó la derrota y también algunas decisiones arbitrales, pero no quiso justificar el tropiezo con las bajas. «Teníamos que haber demostrado más cosas. Cuando pierdes, echas de menos a los que no están, pero los que estamos tenemos que demostrar que también valemos», aseguró el técnico hispalense.

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