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Kale Lagunak, hockey hierba en homenaje a la amistad con aportaciones populares

En estos tiempos de mercantilismo aplastante todavía hay quien invierte su tiempo y su dinero en el deporte que le cautiva. El equipo donostiarra de hockey Kale Lagunak es uno de esos ejemplos y quizá, como respuesta a su entusiamo, los resultados deportivos le sonríen.

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Miren SÁENZ

Kale Lagunak K. E., equipo de la Primera División de hockey hierba, lleva cinco años de existencia, cuatro en Primera y de momento siempre disputando la fase de ascenso. La última vez en Orense, se ganó un sitio en la División de Honor B por méritos deportivos, pero el aspecto económico les impidió materializar el sueño y renunciaron. En la actual temporada son segundos, empatados a puntos con el líder Atlético San Sebastián, y esperan cuadrar una segunda vuelta tan interesante como la primera para terminar metiéndose en la División de plata.

Su historia es reciente y entrañable, pese a que nació a partir de un suceso luctuoso. Un grupo de gente de la Parte Vieja donostiarra, unida por el hockey, vivió con inmensa tristeza la muerte de uno de sus miembros, Aitor Natal, que se suicidó con 26 años.

Natal era del Puerto, un lugar en el que muchos de sus inquilinos tienen mote. A la abuela de Aitor le llamaban Kale, un seudónimo que también adoptó el nieto. Los amigos de Kale crearon en su honor un equipo que sirviera para conmemorarle practicando el deporte que compartían. Con dinero de sus propios bolsillos y los estatutos prestados del entonces Lagunak, hace cinco años arrancaba el combinado vasco en Segunda. «Empezamos a desarrollar la idea de que esto no fuera pan de un día. Al principio nos subvencionaban gentes y bares de la Parte Vieja. A cambio hacíamos un cartel en el que anunciábamos nuestros partidos y los nombres de las tabernas. El primer año no tuvimos ninguna subvención por club nuevo pero conseguimos tirar para adelante. Ahora para financiarnos hacemos un par de fiestas al año y alguna empresa como Easo Motor nos ha hecho las camisetas», comenta Ángel Zabala, actual presidente.

Zabala, que a los nueve años descubrió el hockey y ha entrenado a media docena de equipos, lo considera «uno de los deportes más completos y menos conocidos. Hay que trabajar tanto el fondo físico, como la potencia, la velocidad, la coordinación de pies y de brazos y además reúne todos los demás conceptos de un deporte de equipo. Es además muy técnico porque tienes que manejar una bola con un palo a toda velocidad», describe el que fuera el primer entrenador del Katu.

Ya entonces contaban con gente competitiva. Entre los amigos de Aitor figuraban jugadores de División de Honor como el capitán Aitor Kubero, que comparte galones con Mikel Tolaretxipi -ambos miembros fundadores junto a Zabala e Iker Freijido- y en su estreno ganaron todos los partidos, también la fase de ascenso y subieron a Primera. Un año después ya estaban en la denominada Liga Norte -categoría en la que compiten con equipos de Bizkaia, Araba, Gipuzkoa, Santander, Gijón y Zaragoza- en la que aún continúan con David Vicente como máximo goleador de la Liga los tres últimos años o con jugadores de relieve como Iker Antolín.

La mayoría de los integrantes del Kale son estudiantes, pero también hay algún abogado, empleados bancarios, currelas, licenciados en IVEF, con una media de edad entre 21 y 24 años. Se sienten diferentes, sobreviviendo ante rivales de mayor presupuesto -a los que dan caña en el campo- y estirando al máximo sus 18.000 euros anuales, con desplazamientos para los partidos en coches particulares y regreso en el día.

Mientras, pretenden meter el gusanillo a las nuevas generaciones. Aseguran que las 25 personas que componen el equipo están muy involucradas, «no tenemos una junta directiva al uso, ni un club por encima, sino unos cargos directivos. Todo se decide por asamblea y por mayoría». Son completamente autosuficientes: «Nosotros nos entrenamos, buscamos el dinero, nos administramos», admite Zabala con un entusiasmo que no se empaña porque su público, los sábados por la tarde en el campo de Bera Bera, no sobrepase los 50 asistentes.

Hacer cantera

Están en la pelea, aunque eso sí, se consideran marginados por la falta de ayudas institucionales «ni en dinero, ni a nivel formativo. No tenemos fuerza política para que nos hagan caso», afirman y se mantienen con aportaciones de la gente de la calle, principalmente de Alde Zaharra, pero les preocupaba garantizar su continuidad. «Llevábamos tres años buscando un filial, primero lo intentamos con la Ikastola Zurriola y hace dos años al Liceo Santo Tomás, el centro que más hockey tiene en Gipuzkoa, le gustó nuestro proyecto. Se hicieron nuestros filiales y ahora entrenamos a todas sus categorías. Ya hay seis o siete equipos. De esta manera, a la vez que buscamos el dinero para nosotros, hay chavales por detrás y van subiendo al primer equipo», explica Zabala.

En un deporte en el que prevalece el ambiente conservador, su irrupción vestidos de rojo, verde y blanco y su nombre dio pie a los comentarios «¿quiénes son esos de la kale borroka?», mencionaban en la Federación Española. «Ahora nos respetan», concluye.

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