Josebe
No les vale la autonomía
Marruecos, que se anexionó el Sahara Occidental en 1975 a sangre y fuego, contraviniendo las reiteradas resoluciones de la ONU, aboga en este momento por conceder una «amplia autonomía» bajo su soberanía al pueblo saharaui. Este, lucha por su independencia y reclama poder decidir su futuro en referéndum. No acepta otra solución, aunque siguen negociando. Su lucha, como la de otros pueblos que pugnan por sobrevivir como tales, la siento propia. Arantza Chacon y Josu Oskoz, conocedores de la realidad saharaui, relatan que 170.000 personas sobreviven en los campamentos de refugiados y refugiadas en la hammada argelina, mientras que otros miles de mujeres y hombres pelean en las zonas ocupadas, aislados del mundo exterior por un muro de arena rodeado de campos de minas, alambre de espinos y soldados.
La resistencia saharaui, en una gran medida, está siendo posible gracias a las mujeres. Ellas, a ambos lados del muro de la vergüenza que divide el Sahara Occidental, día a día trabajan arriesgando sus vidas y las de sus familias, conscientes de la importancia de su contribución en la tarea de todo un pueblo por su libertad e independencia. Las mujeres saharauis no constituyen sólo una parte fundamental en la lucha de liberación y la búsqueda de alternativas de resistencia, sino que también, a través de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis (UNMS), son el pilar básico para el sostenimiento de las estructuras sociales y comunitarias, asumiendo la mayor parte del trabajo en salud, educación, alfabetización, fortalecimiento del tejido productivo... al tiempo que demandan un espacio propio para el desarrollo de sus capacidades y de los intereses estratégicos de las mujeres, en una pelea que, teniendo en cuenta el contexto social en el que se produce, merece admiración y respeto. La UNMS realiza un gran esfuerzo por impulsar procesos de empoderamiento individual y colectivo. Ejemplo de ello es la apuesta por la construcción, dotación y mantenimiento de las Casas de las Mujeres en los campamentos, tarea nada fácil en sus circunstancias. El congreso que celebraron en abril del pasado año, fue un magnífico espacio de reflexión sobre las conquistas de las mujeres saharauis y un espacio, también, para confrontar planteamientos políticos y estratégicos que definieran el futuro de la organización. Todo ello en un momento marcado por la drástica disminución de la ayuda humanitaria de los organismos internacionales a los campamentos, la continua violación de los derechos humanos en las zonas ocupadas y la pasividad de las Naciones Unidas para imponer la legalidad internacional.
Hace más de treinta años que el Ejército marroquí, con el vergonzante silencio de la comunidad internacional, condenó al pueblo saharaui a la guerra, al exilio en los campamentos y al apartheid en los territorios ocupados. Hoy, a pesar del pretendido proceso de diálogo, continua la represión y tortura en los territorios ocupados. ¡Como para no sentirlo cerca!