Vecinos de Lantarón denuncian el «pistoletazo de salida a la térmica»
A finales del pasado noviembre el Ayuntamiento de Lantarón y Gas Natural firmaron un convenio que los miembros de la plataforma que se opone a la instalación de una central térmica en el municipio consideran el «pistoletazo de salida para que la térmica consiga todos los trámites, todos los permisos». La oposición a los proyectos de Lantarón y Miranda, sin embargo, se empeña en impedir que se hagan realidad.
Txotxe ANDUEZA
El pasado mes de noviembre, el Ayuntamiento de Lantarón y la empresa Gas Natural, a través de su filial Lantarón Energía S. L., dieron el primer paso en el camino hacia la instalación de una central térmica de ciclo combinado, en un terreno situado entre los polígonos industriales de Lantarón y Zubillaga. Justo entre dos plantas químicas que están a la cabeza entre las más peligrosas del Estado español, General Química y Acideka, por las que en el municipio se implantó, junto con Muskiz, el primer plan de emergencia química de la CAV.
Este proyecto se conoce desde el año 2006, momento en que se inició una rápida recogida de firmas en la zona. A este primer paso le siguió la creación de una plataforma en la que se unían las poblaciones de la vecina Miranda de Ebro y Lantarón en la oposición al proyecto de instalar dos centrales térmicas de ciclo combinado a 5 kilómetros de distancia, y en un marco tan degradado que el diputado general de Araba, Xabier Agirre, no tuvo empacho alguno en afirmar que «lo sentía» por los vecinos de Lantarón, pero que es el lugar adecuado para la térmica, porque de alguna manera, quieren agrupar en ese entorno toda la «porquería» que les es difícil colocar en cualquier otro lugar.
Los miembros de la plataforma «Térmicas no. Miranda y Lantarón» están presentando estos días recursos para que se anule el acto de ratificación del convenio en el Ayuntamiento. Y es que, por un lado, aún no se ha constituido la Comisión de Participación y Seguimiento Ciudadano, una propuesta hecha por el alcalde Jesús Barredo (PNV) «para acallar la oposición a la central, antes de las elecciones», y cuya constitución fue aprobada por unanimidad en enero de 2007, para que fuera la encargada de gestionar todo lo relacionado con la instalación de la central térmica en el municipio. Un año después, el alcalde ha convocado por primera vez a los 21 componentes de esa comisión (representantes de todos los ámbitos institucionales y sociales afectados) para mañana, día 16.
El 23 de noviembre se reunieron las comisiones municipales de Hacienda y de Urbanismo, y posteriormente el Pleno, sólo para firmar y ratificar los convenios de colaboración y urbanístico que se firmaron entre el Ayuntamiento y la empresa energética. De ahí el recurso que están presentando ahora.
Innecesaria y nociva
La oposición a la térmica de Lantarón, sin embargo, no se queda en la denuncia de las «irregularidades» o en la falta de transparencia y cauces de participación en el proceso de decisiones, sino que plantea un rechazo a la propia instalación de la central, «aquí y en cualquier otro lugar».
Ana Martínez y Jesús Pereda residen en Zubillaga, muy cerca de las empresas químicas más peligrosas. Tienen tres hijos y una gran preocupación porque la térmica podría suponer la puntilla para una zona ya suficientemente degradada. Ellos nos resumen los argumentos en contra de esta nueva planta: «no es necesaria, porque hay superávit energético; en Lantarón y Miranda estamos cargadísimos de empresas peligrosas, contaminantes y nocivas para la salud; no es limpia, como nos quieren vender, sino que esta central emitirá 2.600.000 toneladas de CO2 al año...». A ello se unen otros temas no menores como el ruido, la alta utilización de agua, que ya está contaminada por isótopos radiactivos a causa de la central nuclear de Garoña, o las redes de alta tensión que canalizarán la energía que se produce, pasando por poblaciones como Fontecha y Larrazubi.
El hecho es que no hay más que darse un paseo por la zona para comprobar que va camino de ser un auténtico estercolero. No en vano, en este botxo situado a 20 kilómetros de la central nuclear de Garoña, existen diez empresas químicas en Lantarón y a 5 kilómetros se encuentra Miranda de Ebro, que tiene una enorme carga industrial pesada. Además, el paso de dos importantes ríos (Ebro y Baias) hace que sea una zona con muchas nieblas, que las empresas químicas allí instaladas aumentan hasta en un 20%. Y no se trata de un dato sin importancia, porque la niebla asienta los contaminantes al impedir que éstos salgan a la atmósfera.
No es de extrañar que ante este panorama muchas personas hayan optado por trasladarse a vivir a otra zona menos abandonada de la mano de los políticos, y que se prevea una mayor despoblación si los intereses económicos ganan y se instalan las térmicas de Miranda y Lantarón. Temen que el aire sería irrespirable, el riesgo de accidente se multiplicaría, y la fuente económica de una gran parte de la población, la agricultura, podría disminuir drásticamente. Es un proceso, afirman dos miembros de la plataforma residentes en Miranda, que ya han conocido los vecinos de Barcina del Barco, que por efecto de la central de Garoña, «es casi un pueblo fantasma». Los habitantes de Lantarón no quieren ese futuro, y por ello muchos no dudaron en ponerse a trabajar contra la térmica desde el primer momento.
Javier Esteban, residente en Larrazubi, asegura que esos argumentos fueron suficientes para obligarle a sacudirse la pereza y meterse de lleno en la pelea contra la central: «Nos han puesto entre la espada y la pared. O peleamos, o nos ponen la central».
Referéndum
En la localidad de Miranda de Ebro, los días 4 y 5 de noviembre se realizó un referéndum sobre la térmica. El resultado fue totalmente contrario a su instalación (votó el 36,6% del censo, y el 97% lo hizo en contra de la central). Los vecinos de Lantarón, que advierten que la contaminación no entiende de fronteras, quieren que sus voces se sumen a ese rotundo no, pretenden que a ellos también se les consulte y están seguros de que, a pesar de los muchos «favores económicos» que prometen quienes defienden la central, una mayoría aplastante de los vecinos de los catorce pueblos que componen el municipio de Lantarón está en contra de que acaben de matar el entorno natural en el que viven. Y ya cuentan con el aval de los concejos, que se han comprometido públicamente a garantizar que se consulte a la ciudadanía sobre este tema tan importante para su entorno y su propia salud.
El concejal de la plataforma Lantarongo Herrien Aukera, Mikel Izquierdo, respalda ahora en solitario esas reivindicaciones en el Ayuntamiento. Pero no ha estado siempre solo. Y es que en la campaña electoral nadie defendió claramente la central. El PNV, dicen, con su alcalde Jesús Barredo a la cabeza, mantuvo en la última campaña electoral una actitud ambigua sobre el tema, mientras que el PP apareció en contra. Ahora, ambos partidos son defensores a ultranza de la térmica, en el caso del PP más rotundamente desde que se conocieran los términos del convenio de colaboración con Gas Natural, que Ana Martínez nos resume así: «El Ayuntamiento se compromete a facilitar todos los trámites para la instalación de la central, y Gas Natural aportará unas importantes cantidades económicas».
El alcalde, por su parte, ha declinado la invitación de GARA para dar sus argumentos a favor de este importantísimo proyecto, pero según nos aseguran los miembros de la plataforma, está desplegando una actividad informativa inusual, informando tras la firma del convenio a las juntas administrativas y convocando por primera vez a la Comisión de Seguimiento. Eso sí, ha denegado a los miembros de la plataforma autorización para utilizar dependencias municipales para realizar un encierro contra el proyecto de central de ciclo combinado en su territorio.
La firma y presentación pública del convenio de colaboración entre Gas Natural y el Ayuntamiento de Lantarón tuvo lugar el 29 de noviembre en la Diputación de Araba. Participaron, además de las dos entidades firmantes, el diputado general Xabier Agirre y la consejera de Industria de Lakua, Ana Agirre. Todos cantaron las excelencias del proyecto. Xabier Agirre defendió que «contribuirá a fortalecer el desarrollo económico del territorio», Ana Agirre que es «la tecnología más limpia y más eficiente» para la generación de energía, y el alcalde Jesús Barredo que Gas Natural va a pagar en cinco años 2.300.000 euros por poder instalar su central en Lantarón.
Pero no todo el mundo tiene las cosas tan claras cuando se trata de analizar las consecuencias que puede tener para una población la convivencia con una central térmica de ciclo combinado.
El Servicio de Medio Ambiente de la Diputación arabarra emitió en marzo del pasado año un informe en el que se recuerda, por ejemplo, que el emplazamiento elegido para la central es colindante con el río Ebro, sujeto a varias normativas de protección o que en la zona hay especies animales en peligro de extinción, como el visón europeo y la nutria. También se señalan otros efectos negativos, como las emisiones de gases de efecto invernadero, gases ácidos, partículas y cenizas, así como los impactos en el agua, en el paisaje y los posibles efectos socioculturales.
Y ello por no hablar de los efectos para la salud, que no son cuantificables porque no se ha querido realizar un estudio epidemiológico, pero que constituyen en muchos casos el argumento fundamental de rechazo a un proyecto de central térmica.
En 1999 hubo un escape en una empresa química en Miranda. Se instauró el toque de queda en la ciudad, y en Lantarón la Ertzaintza cortó las carreteras, evacuó las piscinas... La última vez que sonó la sirena de alarma en Zubillaga fue en agosto de 2007.
80.000
Gas Natural estima que el radio de incidencia máxima de la central se sitúa en un radio de 20 km. Lantarón, Miranda, gran parte de Errioxa... quedan dentro de ese gran círculo.