Esta exposición presenta por primera vez, dentro de un programa de muestras temáticas, parte de los fondos que Gipuzkoa Donostia Kutxa ha depositado en el Photomuseum, «enriqueciendo de forma notable los fondos de este establecimiento y complementando sus colecciones propias», según han apuntado desde el propio museo fotográfico. La muestra consta de numerosas fotografías -la mayoría de finales del siglo XIX- mediante las que el visitante puede comprobar las diferentes técnicas retratistas de la época.

El negativo de vidrio y sobre todo el invento de la carte de visite, por Disderi, impulsaron la expansión de la fotografía por todos los ámbitos y a todas las clases sociales. Su abaratamiento produjo la ampliación sin límite de la demanda. Gisèle Freund, a cuyo libro «La fotografía como documento social» recurriremos en varias ocasiones a lo largo de este texto, nos dice: «Si el artista fotógrafo aún obtenía en 1855 cien francos por prueba, unas décadas más tarde esa tarifa se limita a unos veinte francos».

La misma autora recoge los siguientes datos: «El retrato de retratista fotógrafo cobró un gran impulso en las últimas décadas del siglo XIX. En 1891, existían en Francia más de mil talleres y la fotografía ocupaba a más de medio millón de personas». La facilidad que introdujo la aparición de la película flexible y las cámaras Kodak con su anuncio «Usted apriete el botón, nosotros hacemos el resto» originó una nueva expansión de la producción fotográfica, aunque ésta no fuera compaginada por una deseable calidad.

El retrato fotográfico, incluso en nuestros días, mantiene una utilidad indudable para la identificación personal. Su aplicación en la propaganda de sectores productivos como la moda queda reflejada en la multitud de publicaciones especializadas. La publicidad, en general, se sirve frecuentemente del retrato fotográfico y en el campo científico, en especial en la antropología, su utilidad es fácilmente constatable.

Desde el albor de la fotografía se han hecho retratos. La popularidad alcanzada por los daguerrotipos a mediados del siglo XIX vino en gran parte de la demanda de retratos baratos. Los estudios de fotografía se multiplicaron en las ciudades del mundo, y algunos tiraban más de 500 placas al día. El estilo de esto trabajos tempranos reflejaba las dificultades técnicas asociadas a tiempos de exposición de 30 segundos, así como la estética del los tiempos. Las personas retratadas se solían sentar delante de fondos de color liso, y se iluminaban con la tenue luz de una ventana.