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Raimundo Fitero

De espaldas

Hay gestos que redondean cualquier posibilidad de escapatoria para la argumentación. Por fin el Papa Benedicto XVI ha expuesto sus rancias convicciones y ha oficiado la misa de espaldas a los fieles. Como siempre. Como debe ser. Como manda Trento. La involución necesita de signos e imágenes. Y ahí está, ahí está. Nadie debe pensar ya en el siglo XXI, sino en el XVI. La parroquia anda despistada y los fundamentalistas acuden a reforzarse en sus templos para lanzar las guerras santas, impías, saduceas. Las guerras ideológicas. La fe. Ahí está, ahí está.

Se diría que de espaldas a sus posibles seguidores se colocan algunos responsables de las programaciones televisivas, que en ocasiones son también obispos de sus sectas partidarias como ha quedado demostrado de manera fehaciente, indiscutible y rotunda con la ascensión a la jefatura provincial del PNV en Bizkaia del que se presentaba como adalid de la objetividad al frente de EITB. Estos movimientos, esta escuela de cuadros dirigentes en la que convirtiendo el ente vasco es una vergüenza objetiva, una ruina para su credibilidad. Y hay que recordarles a todos, desde el director general, al conserje, que son un ente público, que se deben a todos los ciudadanos. No se quieren enterar, y lo seguimos viendo y sufriendo cotidianamente de manera totalmente demencial.

Y pensar que yo quería hablar de «En Portada», que emitió La 2 la tarde-noche del domingo, porque allí se mostró una situación que está creciendo en el cono sur, donde se están comprando inmensas extensiones de terreno en la Patagonia con intenciones que no parecen quedar claras. O demasiado claras. Los mapuches y sus derechos pisoteados. Las dependencias que están creando, las implicaciones políticas, los proyectos urbanísticos de índole turística. El síndrome del ladrillo corrupto en su versión global. Donde hay terreno, agua y recursos, allí aparecen los especuladores para arrasar con todo. Y los estados mirando para otro lado porque sus representantes políticos pueden ser cómplices, socios o simples receptores de «mordidas». Atentos a esta realidad convulsa que crece y que nos va a deparar episodios amargos. De frente o de espaldas.

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