«La Real Sociedad ha comunicado a Salva Iriarte que ha sido relevado de sus funciones como Director Deportivo y, consecuentemente, queda desvinculado de nuestro Club. La Real Sociedad quiere desear a Salva Iriarte lo mejor para su futuro».

Con esta escueta nota el club blanquiazul comunicaba a última hora de la tarde de ayer el despido de Salva Iriarte justo en el momento en el que la fuerte apuesta que realizó al rescindir su contrato con la selección de Gales para asumir la dirección deportiva de la Real y colocarle en el único camino válido comenzaba a dar sus frutos.

Badiola llamó a Salva Iriarte a su despacho de Anoeta ayer a la tarde. El técnico estaba mentalizado para rescindir su contrato y por eso acudió al despacho del presidente con su agente, Iñaki Ibáñez. Lo que no esperaba era el trato humillante que le dio el líder de Lighthouse. En lugar de decirle que entendía que lo mejor para el club era que saliera porque confiaba en otro modelo de dirección y de agradecerle su trabajo, lo echó por tierra de malas maneras, le criticó duramente y ni le planteó ningún acuerdo para desvincularse del club. Ni siquiera le dio una carta de despido, motivo que obligaría a Iriarte a ir hoy a Zubieta hasta que no se le notifique un despido que llega diez días después de que en sus primeras manifestaciones tras ser elegido presidente de la Real lo considerara imprescindible como al resto de los empleados del club, aunque daba a entender que se le iban a ofrecer otras tareas.

Tras la reunión que el beasaindarra mantuvo con el presidente y Pako Aiestaran, el nuevo responsable deportivo del club comunicó el miércoles que no iba a hacer cambios por el momento y que Iriarte iba a seguir como director deportivo, aunque era evidente que él iba a asumir las responsabilidades que hasta el 3 de enero tenía su convecino. Por eso sorprendió que ayer, justo en el momento en el que el camino elegido por Salva Iriarte se confirmaba como el ideal, fuera despedido sin intentar llegar a un acuerdo ni en buscarle otra ubicación ni en llegar a un consenso para la indemnización. Por cierto, Pako Aiestaran no estuvo en el club cuando Iñaki Badiola comunicó el despido del técnico.

Porque lo más triste es que una persona que lo ha dado todo por el club durante cuatro décadas renuncie a un trabajo para ayudarle y que a los seis meses un personaje que no tiene ni idea de lo que es la Real le deje destrozado tras un despido humillante justo cuando se demostraba que hacía lo que necesitaba el club, volver a su esencia y dar confianza y apoyo a un grupo de jugadores que ha respondido en un clima infame.

Propuesta a los jugadores

Salva Iriarte tenía tres años de contrato y el despido obligará al club a pagarle una fuerte indemnización, que además aumentará el volumen de gastos para el resultado de esta temporada ya que en el presupuesto no estaba contemplada. No es público el contrato del beasaindarra, pero si la Real tiene que abonar ahora los tres años íntegros, Badiola debería pagarlo, pues iba a asumir todos los gastos que su llegada y sus cambios generaran hasta el 30 de junio.

Claro que una cosa es aparentar que tiene dinero para pagar catorce millones por Zigic y decir que va a asumir todos los gastos y otra es demostrar ese poder económico y poner el dinero necesario para solucionar problemas, algo que cabe dudar mucho. GARA ha podido saber que el martes, minutos después de decir a los periodistas en rueda de prensa que la situación económica del club estaba «medio chupada» y que no iba a haber ningún problema para pagar la mitad de las fichas el 31 de enero -algo que suele ser habitual porque en este periodo el club recibe una fuerte inyección económica con la campaña de renovación de abonos- Badiola planteó en sus reuniones individuales con los futbolistas que el pago de este mes se pospusiera al 30 de junio, planteando una rebaja del 10% en el caso de que la Real no subiera y un 10% de prima en el supuesto de subir.

Los jugadores rechazaron esa propuesta y pidieron que se abone lo estipulado el 31 de enero y el 30 de junio. Pero este detalle hace dudar aún más del presidente realista, que tiene más peligro que un chimpancé con una ametralladora.

El despido de Iriarte obliga a temer por el futuro de Coleman y hasta cabe entenderlo como una venganza del presidente ante su firmeza al dejar sin convocar a Fran Mérida y apostar por los jugadores en los que confía, como hace cualquier entrenador. Badiola aceptó de mal grado la ausencia del juvenil en la lista y cabe temer que el día en el que se le crucen los cables al presidente despedirá al galés y el club deberá pagar un millón de indemnización y se pondrá en peligro la dinámica positiva del equipo, que va firme a Primera.