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obituario Edmund Hillary

Adiós al caballero del Everest

Edmund Hillary murió el pasado viernes, en su Nueva Zelanda natal, a los 88 años de edad. Fue, junto a Tensing Norgay, el primer alpinista en pisar el Everest, en 1953. A partir de entonces, el Himalaya y sus gentes eran parte de su vida.

Andoni ARABAOLAZA | DONOSTIA

El 29 de mayo de 1953 fue una de las fechas más ilustres de la historia del himalayismo. Por primera vez se conseguía hollar la cima de la montaña más alta del planeta: el Everest (8.848 m). Y tal honor recayó en manos del sherpa Tensing Norgay y el neozelandés Edmund Hillary; siempre con el permiso de la supuesta primera ascensión de los británicos George Mallory y Andrew Irvine. Pues bien, 55 años de la primera oficial al Everest, uno de los grandes protagonistas, Hillary, nos ha dicho adiós. Fue el pasado viernes día 10.

Su relación con el Himalaya comenzó en 1951, y, justo dos años después, participó en la «gran expedición al Everest» dirigida por John Hunt. No era ni mucho menos uno de los líderes del grupo, pero la determinación y su gran lucha le llevó junto a su compañero sherpa Tensing Norgay a pisar la cumbre más alta de la Tierra: «En aquella expedición sólo participamos 13 occidentales; 10 de los cuales éramos alpinistas. Este grupo, comparando con otras expediciones posteriores, era muy pequeño. Eso sí, junto a nosotros trabajaron muchos sherpas y empleamos una gran cantidad de material. Me sentía fuerte, y trabajé mucho explorando el camino en la cascada de hielo y más tarde en la pared del Lhotse. Todo funcionó, tuvimos suerte con el tiempo en el ataque final y conseguimos la cima».

A pesar de que en un principio su compatriota George Lowe iba a ser su compañero de escalada, al director de la expedición británica, Hunt, no le gustó que dos neozelandeses se ataran a la misma cuerda. Este hecho llevó a Hillary a «fichar» al otro gran protagonista del éxito, al sherpa Tensing: «Tras recibir la noticia de que no trabajaría junto a George, miré a mi alrededor y, entre el grupo de los sherpas, me quedé con Tensing, sobre todo por lo fuerte que era. Tenía una personalidad muy atractiva, y era muy agradable. También era muy apuesto, y en su cara siempre había una sonrisa. No cabe duda de que era un buen alpinista, muy fuerte, y contaba con un gran historial. Creo que en aquella época era el sherpa más destacable como escalador. Al principio trabajó en la parte media de la montaña, pues estaba al cargo de la organización de sus compañeros sherpas. Pero coincidí al final de la expedición; concretamente en la pared del Lhotse y ya en el último tramo de la montaña».

Cien metros de incógnita

En esa última parte del Everest, la cordada Tensing-Hillary tenía una incógnita por despejar. Nos referimos, entre otras, a lo que posteriormente se le ha llamado el «Escalón Hillary». Ambos alpinistas fueron los primeros en superar el último tramo que lleva a la cima de las cimas: «Cuando llegamos a ese escalón de 10 metros, Tensing y yo nos miramos y, sin mediar palabra, creímos que nos iba a ser imposible superarlo. Me di cuenta que a la derecha de la zona rocosa había unos metros de hielo, y lo intenté por allí. Escalé entre el hielo y la roca, y lo logré. Nada más superarlo, me dije: `vamos a hacer cima'. Fue la primera vez de toda la expedición que vi clara la cumbre. Fueron unos últimos metros especiales; con una alegría desbordante Tensing y yo pisábamos la cima, lo logramos».

Era el 29 de mayo de 1953. De esta forma se escribía una de las grandes páginas de la historia del himalayismo. Sólo estuvieron 15 minutos en la cumbre; todavía había que descender, ya que el verdadero triunfo se despejaría una vez en el campo base: «Como utilizamos oxígeno, mi cabeza funcionó muy bien. Siempre iba haciendo ejercicios aritméticos: examinando las botellas de oxígeno, controlando el tiempo... Pero una vez en la cima, como estábamos escasos de oxígeno, no tenía ninguna gana de dar saltos; ya me valía con la felicidad interior. Todavía había que descender, y mantener la cabeza fría».

Con la consecución del Everest, Hillary se convirtió en una figura heroica. No por ello se dejó caer en las garras de la popularidad, y siguió realizando expediciones al Himalaya: Ama Dablam, Thamserku, Kangtenga, intentos al Makalu, este del Everest... Además, también le dio por otro tipo de aventuras, como la exploración de ríos del Nepal, su búsqueda del mítico «Yeti», la expedición a los Polos Norte y Sur...

Su unión con el Himalaya y sus gentes fue tal que desde 1961 Hillary volvería todos los años combinando las expediciones alpinísticas con proyectos de ayuda a su querido pueblo sherpa. Sus esfuerzos se materializaron en veinticinco escuelas, dos hospitales, doce clínicas, numerosas conducciones de agua, construcción de puentes, arreglo de caminos o repoblación forestal del Parque Nacional del Sagarmantha, entre otras iniciativas.

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