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ELECCIONES GENERALES EN CUBA

Comicios en tiempos de cambio

Los grandes medios de comunicación darán la noticia de una manera breve, bajo el prisma establecido por ellos mismos, de que en Cuba «sólo manda una persona». Pero las realidades siempre son más complejas de lo que parecen a simple vista. Ocho millones de cubanos están convocados, mañana, a ejercer su derecho al voto, para elegir a sus representantes provinciales y a los diputados al parlamento.

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Matti ETXEBARRIA | LA HABANA

Las citas electorales en Cuba, en realidad, no son nuevas, y ya desde 1976, con la instalación del Poder Popular, los cubanos mayores de 16 años pueden ejercer su derecho al voto cada cuatro años para elegir a sus representantes y expresar su voluntad soberana. Claro que los tiempos cambian y el sistema electoral cubano también cambió, en 1992, recogiendo el amplio reclamo de que las elecciones a diputados nacionales y provinciales fuese directa.

El sistema electoral

Sin embargo, el sistema electoral cubano no deja de ser complicado y puede resultar incomprensible para los no iniciados. En una primera convocatoria se eligen los delegados barriales, propuestos en asambleas ciudadanas abiertas, una vez elegidos, estos delegados proceden a nombrar a las autoridades municipales, tal y como ocurrió el 21 de octubre pasado.

Estos mismos delegados proponen, en reunión conjunta, candidatos de sus distritos para la provincia y el Parlamento nacional (que en este caso fueron 57.000) y a partir de ahí comienza un proceso denominado de verificación, donde las Comisiones Electorales consultan ampliamente a ciudadanos, organizaciones sociales y políticas, y otras, en un intento por seleccionar no sólo a los más idóneos, sino que además esos electos representen todo el arcoiris de la sociedad, es decir raza, género, sectores sociales y económicos...

De esta selección salen finalmente los candidatos a la Asamblea Nacional y a las Provinciales, que esta ocasión serán 614 y 1201 respectivamente. Pero la cifra de postulados coincide exactamente con la cantidad de puestos en estas instituciones, por lo tanto finalmente la elección se centra esencialmente en que los votantes ratifiquen o no a estos candidatos, que están obligados a obtener más del 50% de los votos validos.

En las elecciones cubanas no se realiza una campaña propiamente dicha, la gente conoce a los candidatos de su circunscripción por las biografías -acompañada de una fotografía- que se colocan en todos los lugares públicos. Y los candidatos visitan centros de trabajo, sociales y barriales haciendo recorridos para intercambiar opiniones con sus electores.

La ley establece que todos los cubanos pueden ser elegidos, sin ninguna distinción, por lo tanto no es necesario ser miembro del Partido Comunista Cubano, aunque en honor a la verdad una inmensa mayoría de los candidatos lo son, o presentan una importante hoja de servicios prestados a la Revolución.

Ninguno de los cargos de representación popular es remunerado, deben rendir cuenta a sus electores, en asambleas abiertas al menos una vez al año, y se puede pedir su revocación en cualquier momento de su mandato.

Algo más de 39.000 colegios electorales abrirán este domingo, las urnas estarán custodiadas, como es habitual, por niños de entre 6 y 14 años y no hay presencia policial o armada en los colegios, siendo extremadamente raros los incidentes.

Sentido del proceso

En realidad la Revolución siempre ha enfocado los procesos electorales en dos sentidos: Elegir personas representativas que cuenten con un amplio respaldo popular, buscando el mayor consenso social posible. Y al mismo tiempo las elecciones se plantean también como un plebiscito de apoyo a la Revolución misma, por lo tanto se busca la mayor participación posible y una inmensa mayoría de votos válidos. Además desde 1992 se propugna oficialmente el voto unido en las generales, haciendo más patente ese sentido de referéndum.

El proceso de discusión política abierto a partir del discurso de Raúl Castro el pasado 26 de Julio, evidenció el deseo de una parte importante de la población, que apoya su sistema pero también reclama cambios para adaptarse a nuevas circunstancias y retos.

Y es bueno recordar que los que sean elegidos este domingo están facultados para hacer leyes, nombrar cargos y hacer cambios legales. El 80% de los candidatos no pertenecen a la generación que hizo la Revolución, incluso el 61% de ellos nacieron después de 1959, lo cual indica que asistimos a unas elecciones en las que el cambio, al menos el generacional, es un hecho.

Formas de leer los resultados

Los resultados de cualquier proceso electoral reflejan -hasta cierto punto- una voluntad popular, y Cuba no es excepción, del mismo modo que los datos indican tendencias y permiten lecturas aproximadas de una sociedad. Que en las elecciones cubanas no concurran diferentes partidos no quiere decir que no haya sensibilidades diversas y formas de expresarlas. Si la política oficial propugna la participación y el voto unido como consigna, sobre la base del patriotismo y el deber revolucionario, las posiciones contrarias reflejan otras actitudes. Por lo tanto el primer indicador serían la suma de la abstención, el voto nulo y el voto en blanco, que expresan un rechazo a la Revolución con diversos matices. Por ejemplo en las elecciones locales del pasado 21 de octubre la suma de abstenciones, votos blancos y nulos, alcanzó nacionalmente la cifra del 10.53%, lo cual supone casi 900.000 cubanos, pero incluso esta cifra variaba por regiones alcanzando sus puntos máximos en Ciudad de la Habana e Isla de la Juventud con el 14% y Holguin con el 12%, y su punto más bajo en Granma y Guantánamo con un poco más del 7%.

Por su parte el voto selectivo, al no respetar la petición reiterada de un voto unido, representa en cierta medida un apoyo crítico a la Revolución, y hay que señalar que este voto ha venido creciendo de manera sostenida desde 1993 en que fue de 5%, hasta el 9% del 2003.

Los resultados electorales sin duda arrojarán altos datos de participación y de voto unido, ratificando el importante apoyo social a la Revolución pero mirar un poco más en detalle los datos nos pueden ayudar a percibir otras tendencias en la sociedad cubana, en momentos en que el país se enfrenta a importantes retos y desafíos.

Un candidato a diputado llamado Fidel Castro

En cuanto se propuso a Fidel como candidato a diputado para el parlamento cubano -Asamblea Nacional- los análisis de los grandes medios de comunicación coincidieron unánimemente en que la noticia era la confirmación de su voluntad de continuar en el poder, a pesar de su estado de salud. En realidad la lectura no deja de ser simplista y muy ajustada a esa realidad prefijada que nos ofrecen constantemente sobre Cuba. A nadie le cabe duda de que Fidel saldrá electo con una inmensa mayoría de votos. De su salud y de su fuerza de voluntad, dependerá que participe o no de manera regular en el parlamento, pero hay qye recordar que esta representación es legalmente imprescindible para formar parte de la vida institucional nacional.

Que lo elijan presidente del Consejo de Estado, o primer ministro, o que simplemente se quede como diputado y asesor especial del Gobierno dependerá de otras muchas variables, y seguramente tendrán que ver con el futuro de Cuba, y de la Revolución como sinónimo de independencia, soberanía y justicia social.

En realidad más importante serán los ajustes, cambios y transformaciones que se proponga la propia Revolución para adaptarse a nuevos retos, mejorar la situación económica, dar respuesta a las demandas internas, y reflejar los cambios que se operan en la sociedad cubana, pues al fin de cabo el diputado Fidel Castro es el Comandante en Jefe de la Revolución, y seguirá siéndolo mientras tenga fuerzas.

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