Antena 3 ofreció una miniserie sobre la figura de «El Solitario» que nos dejó bastante desconcertados, especialmente en su segunda entrega, porque trabajaba con unos materiales que carecían de la fiabilidad necesaria, lo que hacía que las interpretaciones y el tono general se perdiera debido a unas disquisiciones de tipo policial que aburrían. Se llama don de la oportunidad, porque el susodicho atracador ha comparecido ante la justicia, y también en Cuatro ofrecen un especial informativo, en esta ocasión sin más ficción que la ficción que puedan introducir los narradores policiales en sus informes y conclusiones.

Si ese supuesto delincuente iba solo, otros delincuentes televisivos van en compañía. Delincuentes estéticos en «Supervivientes» y delincuentes habituales en «El ventilador». Tele 5 copa la noche con excesiva caspa. En Honduras, Carmele Marchante o Joselito, forman un cuadro único, patético, frikis en estado salvaje, pero a su lado alguna señora de muy buen ver y lucir tanga y algunos caballeros de pelo en pecho y estómago plano. Van voluntariamente a ganarse un hueco mediático, a recuperar o a robar una presencia pública, en resumidas cuentas a ganarse la vida con sus cuerpos, su fuerza, maña o habilidad, y no se les pide que demuestren ninguna aptitud intelectual más allá que la que se impulsa desde los resortes automáticos de los instintos de supervivencia. La producción le pone mucho interés, algunos de los concursantes ya han trascendido. La Marchante triunfará. En el circo.

Pero en el programa de trasnoche, en esa caverna donde Yolanda Flores va cavando más profundamente su propia desvergüenza, se volvió a los gritos, las amenazas, y a la violencia no solamente verbal, sino física, en el nivel de baja intensidad que podría calificarse, dadas las circunstancias. Se diría que si en los programas que tienen vitola de alguna reminiscencia política, se insultan, se agreden verbalmente, en los lugares donde siempre ha existido una pulsión de basura, se mantenga la sensación de escombrera, y se manden amenazas de muerte, mensajes mafiosos, y en cualquier momento acabe la cosa en asuntos mayores. Estos van siempre en compañía.