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Sonia Gonzalez escritora

¡La que se ha montado!

Creo que la sola razón que me convence es porque te de la puñeterísima gana. La realidad es que, además del euskara, también el castellano es, queramos o no, la lengua de muchas y muchos de nosotros, como el francés lo es de otras

Koldo, ¡vaya la que se ha montado! Y me parece bien. Me parece bien que en esta maldita balsa de aceite que es la «literatura vasca» se mueva un poco de oleaje. ¿No os suele dar la asquerosa sensación de que siempre está todo bien, somos superamigas y amigos todos (de cara a la galería) y las y los más txupiguais por el hecho de dedicarnos a eso que llaman cultura y además hacerlo en euskara? Pues ya era hora de que se re-moviese todo un poquito, ¿no? Aunque me parece que de la mayoría de aportaciones de la polémica, por desgracia, no vamos a sacar nada demasiado edificante. Seguramente tampoco de este artículo. Todo el mundo se ha dedicado –o al menos eso me ha parecido a mí– a mostrar su postura en contra de la crítica de Izagirre o en contra del hecho de que Silveira y Landa hayan escrito en castellano.

Vayamos a un par de nudos gordianos: Por qué se escoge escribir en la lengua en que se escribe. Aquí saltan pasiones, porque, queramos o no, esa elección traspasa los límites de lo puramente «cultural» y empezamos a liarnos la manta a la cabeza y a hacernos la picha un lío (estas «esamoldes» van la primera por mi madre y la segunda por mi padre y, menos mal que lo escribo en castellano, porque en euskera no tendría ni puñetera idea).

No creo que nadie escriba en euskara por dinero, ni por reconocimiento, porque, al margen de este pequeñísimo pueblo, poco existimos. Está claro que quizá haya quien lo haga porque es su lengua materna y ésa que le sale por los poros, pero en la mayoría de los casos está claro que detrás hay una elección «política», en el verdadero y amplio sentido de la palabra. Hay una elección por construir mediante una lengua la cultura de un pueblo que, realmente, ni siquiera existe. Vamos, ahí es ná. Por lo que a veces parece que una no se puede desviar ni un poquito de ese encargo divino. Pero no creo que sea el caso de lo que comentaba Koldo, aunque sí de otros comentarios.

Puede haber muchas razones para «desviarse» al castellano. Está claro que habrá quien lo haga porque escribir en euskara, ¡qué carajo!, cuesta bastante más: menos base literaria sobre la que apoyarse; indefinición de términos a la hora de escribir un ensayo, por ejemplo; saber sobre seguro que te va a leer menos gente o que tu nivel no es lo suficientemente bueno... no me convence ninguna. Todas podrían resumirse bajo el término «comodidad». Tampoco me convence el que escribir una novela en castellano sobre cierto tema o situada en cierto lugar responda mejor a la realidad, menos aún cuando hablamos de ficción y cuando las películas yankees en castellano no las encontramos nada apartadas de una «supuesta» realidad.

Creo que la sola razón que me convence es porque te de la puñeterísima gana. La realidad es que, además del euskara, también el castellano es, queramos o no, la lengua de muchas y muchos de nosotros, como el francés lo es de otras. Y quienes esa lengua de toda la vida, ésa que es tan conocida, que sale de la boca tan rica pero a la vez tan directa que deja un regusto casero en la papilas, la hemos apartado casi totalmente de los escritos y también de nuestra vida, pues la echamos de menos. Porque en el fondo, por lo menos  a ésta que escribe, nos corre por la lengua.

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