Raimundo Fitero
Conjuntos
Centrándose en las posibilidades estadísticas, la vida televisiva no es otra cosa que una sucesión de compras y ventas. Ahora nos avisan del tiempo de duración de los cortes publicitarios, y eso nos ayuda a emprender labores domésticas o planificar evacuaciones orgánicas, además de apurar el zapeo de manera más efectiva para volver al lugar de origen sin perdernos algo de lo que nos parece imprescindible. Se trata de conjuntos de ofertas que no tiene nada que ver con la demanda. Es más, ayudan a crear una demanda inexistente, ¿a quién le importarían las isoflavonas si no las anunciara una marca de lácteos? Te cambiarías de coche si no te estuvieran incitando de manera insistente?
Habría que señalar que estos efectos de tablón de anuncios, de soporte publicitario de la programación es una de sus funciones, y una consecuencia del propio mercado. Aunque el verdadero mercadeo de los programadores de todas las cadenas comienza meses antes, cuando deben asistir a sus ferias, mercados, a esas sesiones de visionado, compra y venta en el sentido más estricto de los términos de productos ya contrastados, y donde aparecen los paquetes, los lotes, los conjuntos de productos que son obligados a comprarse. Es decir, si quieres una serie buena, debes comprar, además, otro lote de series mediocres o malas, algunas películas infames, unos cuantos telefilmes y así encontramos esos fondos infames de videoteca que nos deben colocar en cualquier despiste, a cualquier hora y en cualquier día.
Repasando la programación del pasado sábado a la noche, volvió a aparecerse esta figura de manera obvia porque las películas que inundaban todas las generalistas eran bastante malas o emisiones repetidas hasta la saciedad. Solamente nos quedaba un poco de fútbol, un poco de concurso, un poco de tertulia en donde Karlos Argiñano estuvo muy ocurrente, muy contundente, toreó a un equipo de entrevistadores que demuestran cada sábado que están fuera de forma. Le intentaron meter en jardines y salió triunfante. Divirtió, supo estar en su sitio y dejó constancia de sus condiciones para la comunicación. No se le puede pedir mucho más, porque aguantó casi una hora en un nivel muy alto.