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Crónica | Aznar en el ayuntamiento de Lizartza

Un capítulo más en la tragicomedia que protagoniza Regina Otaola

Una visita relámpago alteró ayer de nuevo el tranquilo pueblo de Lizartza. No tanto los vecinos y vecinas; muchos optaron por echar las persianas y obviar la llegada de Aznar. Más agitada fue la mañana para los ediles nombrados por el PP, muy atareados en ultimar todos los detalles.

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Maider EIZMENDI

La mañana estuvo repleta de excentricidades. Primero, porque la noticia de la visita del ex presidente del Gobierno español José María Aznar al Ayuntamiento de Lizartza se difundió tan sólo un par de horas antes de su llegada, y eso hizo que periodistas, fotógrafos y cámaras llegaran corriendo y sin saber muy bien a qué venía tanto revuelo. Por otro lado, porque Regina Otaola, que ocupa el cargo de alcaldesa, quiso poner ese toque estrambótico, tan habitual en ella en los últimos tiempos.

Casi una hora antes de la llegada de Aznar, Otaola y su equipo estaban ultimando los preparativos. Una de las tareas más pesadas, sin duda, resultó engalanar la balconada del consistorio. Que si primero ésta y luego ésa... Que si ésta debe ir en el centro y la otra allí... Tras deliberar durante unos minutos, optaron por izar primeramente la ikurriña. Enseña que les debe tener manía, porque si hace unas semanas le resultaba imposible quitarla, ayer parecía que izarla era una labor imposible. Posteriormente, la rojigualda. También se les resistió, tanto que una de las concejales se encaramó a la barandilla para poder ponerla como quería. Sin embargo, cuando acabaron de colocar la última, la de la localidad, decidieron que no, que había que cambiar la ikurriña y poner otra de menor tamaño y, a ser posible, que no tuviese ninguna rotura.

Todo ello, mientras que en la tranquila localidad cada vez era más evidente la presencia policial y la afluencia de los medios, lo que hizo sospechar a los vecinos y vecinas que algo inusual ocurría. «Hoy también ya tenemos algo», comentaba una vecina. «A ver qué nos ha preparado» siguió cavilando otro, hasta que un tercero pasó y les aclaró lo que sucedía: «Debe de venir Aznar». La mayoría de ellos decidieron después ignorar el acontecimiento y muchos optaron por cerrar a cal y canto las ventanas y persianas de sus casas.

Pasada la una del mediodía llegaron cinco vehículos a la puerta del Ayuntamiento, donde ya se habían agolpado los medios y también los concejales expectantes ante su llegada. De uno de los coches bajó Aznar acompañado de la presidenta del PP en la CAV, María San Gil. En la puerta del edificio todo eran sonrisas, abrazos y poses para los medios. Que si «María ponte tu también», que si esto y lo otro...

Apelotonados entraron al Ayuntamiento donde, según comentó posteriormente la alcaldesa, Aznar se interesó por su labor y pudo ver personalmente, el salón de plenos y la biblioteca «que está muy bien puesta». Para que esté mejor aún, Aznar les ha prometido, por lo visto, que les regalará todos los libros que publique la FAES, fundación presidida por él mismo. «Van a venir muy bien para todos los vecinos para ver lo que significa la palabra y el concepto libertad, respeto y democracia», se apresuró a señalar Otaola, que se ha hecho con el cargo con tan sólo 27 votos y sin figurar en la listas que presentó el PP; la única que concurrió, tras la ilegalización de ANV.

Uno de los momentos de mayor expectación se produjo cuando todos se asomaron al balcón. Otaola tuvo ocasión de dar cuenta al ex presidente español de los proyectos que tiene en mente. Desde el balcón tuvo que ser, habida cuenta de que Aznar abandonó la localidad sin apenas pisar la calle, exceptuando el trayecto del coche al porche del consistorio, aproximadamente unos dos metros.

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