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Lejos del mundanal

Ines INTXAUSTI Crítica de televisión

El retiro espiritual, dependiendo de cada momento histórico, puede ser objeto a detraer o a ser sobrevalorado por el monstruo urbano, quien, a su vez, tiende a reaparecer y expandirse hasta la clonación. Un momento íntimo, que no por ello deja de ser histórico para me myself, me ha traído a un monasterio de retiro y clausura en el que he compartido estancia -estanca, por supuesto-, mesa y tertulia con dos jóvenes monjes con los que he podido entender el sentido de la vida monacal en pleno siglo XXI y momentos antes de que la gran grieta digital se trague a los más recalcitrantes. Mi idea acerca de los monjes y monjas de clausura era bien distinta. A ellos los imaginaba leyendo, pensando, levitando -en todo su valor polisémico-, lejos del mundanal y azotándose para alejarse de la tentación con ahínco. A ellas, obviamente, labrando el campo, plantando fresas y haciendo pastas de almendras, mientras mantienen la infraestructura del zenobio como la patena masculina: inmaculada. Nada más lejos de la realidad. He visto a alguna de ellas por error -no esperaban encontrarme en el lugar equivocado- y he observado su juventud, sonrisa e inteligentes palabras. Y aquellas que no son invisibles y comparten su exiguo tiempo contigo tienen un sentido del humor digno de entrada libre al paraíso, esté dónde se quiera que esté y sea de quién quiera que sea. Los monjes, sin embargo, podrían estar sentados en el programa de Patricia sin que nadie se soliviantara en la Orden. Mucho más jóvenes que la que firma, cosa bien sencilla por otro lado, este mes y este siglo, hicieron múltiples comentarios acerca de las vidas externas y ulteriores. El correo electrónico les acorta las distancias hasta Dios. Mientras tanto, viajan de monasterio en monasterio en busca de la paz y degustan los productos típicos de cada uno de ellos. «El próximo sábado salgo a oficiar el matrimonio de unos amigos muy jóvenes. Me llaman Fray House, ya sabes, como el de la tele» me dijo el que tenía 28 años. Estoy empezando a creer en la proximidad de la vida en silencio, compañeros.

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