«La gran ausencia de nuestro proceso es una dirección colectiva»
Conocido como «El Negro», Rafael Uzcátegui es actualmente secretario de organización de Patria Para Todos. Desde su comprometida biografía, se alinea con el proceso bolivariano aunque asegura que su talón de Aquiles, visible en el fracaso del referéndum, es la falta de una dirección colectiva.
Rafael Uzcátegui, a quien todos conocen como El Negro, se inicio joven en el Partido Comunista. Fundador en 1966 de las guerrilleras Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, sufrió prisión y exilio, fue combatiente en Nicaragua y El Salvador, fundador y diputado de Causa R, participó en los dos movimientos cívico-militares, encabezados por Chávez en 1992, entre otras muchas cosas. Revolucionario de convicciones y amplia experiencia, actualmente integra la dirección del PPT. GARA recoge sus reflexiones sobre la realidad Venezuela y otros temas de actualidad política.
¿Por qué un referéndum para cambiar la Constitución apenas un año después de la reelección de Hugo Chávez ?
En Venezuela hay un profundo debate sobre el socialismo. Podemos decir que en este momento es muy difícil que haya una revolución socialista sin que el pueblo asuma el socialismo. Ya no se trata del asalto al poder, se trata de construir el socialismo y si no hay un pueblo socialista no hay condiciones para imponerlo desde el poder. Por otro lado, el presidente siempre ha insistido en la idea de que la revolución se estancaba y que la intención de la reforma era precisamente evitar este estancamiento.
¿Y cuales son las causas del triunfo del «no»?
Lo primero es que, tal como señaló el propio Chávez, él mismo complicó la reforma y esta tuvo problemas de contenido y de explicación, se presentó de una manera complicada. Nosotros creemos que con tres preguntas simples, la reelección indefinida, la autoridad sobre el Banco Central y el socialismo, se hubiese ganado la reforma. La mayoría de los venezolanos acepta el socialismo, ahora qué socialismo es otra cosa.
Por otro lado, un año antes el propio Chávez comenzó a sembrar las bases de esta derrota al imponer la idea de un partido único para la revolución, nos emplazó públicamente, y nosotros ya declaramos que la unidad no se decreta. La gran ausencia de nuestro proceso es una dirección colectiva. Chávez tiene la autoridad de haber podido unir electoralmente a la izquierda, pero la transición hacia el socialismo es diversa, porque el pensamiento de la izquierda y la propia sociedad venezolana son diversos.
¿Qué lectura hace de este revés?
Ha habido un enorme impacto pero que ha sido provocado por el mismo chavismo. Se han perdido tres millones de votos en un año, con bonanza económica y controlando los principales resortes del poder político y administrativo, ha sido una abstención crítica de parte del pueblo, pero la derecha ni siquiera creció electoralmente. Hay que retomar el proceso, y nuestro dilema es cómo construir el socialismo desde un Estado que controla el 85% de la economía.
Estamos viviendo un proceso donde todos estamos debatiendo, al final el presidente no pudo ni construir el partido único ni hacer la reforma. En este momento nosotros lo que reclamamos es una dirección colectiva, aceptada por todas las fuerzas de la Revolución.
¿Chávez debe reorganizar las fuerzas revolucionarias?
Nosotros, y las otras fuerzas revolucionarias de la izquierda, no somos aliados, somos co-actores del proceso. Participamos en los levantamientos cívico-militares, construimos las corrientes revolucionarias, hemos estado en la guerrilla, en las cárceles, somos parte de la izquierda victoriosa en Venezuela. Tenemos que superar la gran dificultad que es una dirección revolucionaria que no puede ser designada, sino el resultado de una alianza política y social, junto con las FF.AA que respaldan al presidente. No puede ser una dirección de ministros.
¿Como analizan las nuevas iniciativas del presidente?
De manera muy positiva, tanto la campaña de revisar, rectificar e impulsar -las tres R- , como la convocatoria al Polo Patriótico, que debe ser mucho más que una alianza electoral y convertirse en el centro de una dirección colectiva.
¿Chávez sigue siendo líder indiscutido de la Revolución bolivariana, a pesar de las críticas?
Nosotros vamos a seguir respaldando al presidente, aun teniendo críticas a la reforma llamamos a votar «sí», y en los estados donde se perdió fueron fundamentalmente donde los gobernadores eran gente muy cercana al presidente. Por ejemplo, el estado donde nosotros somos gobierno la victoria del «sí» fue abrumadora. No hay duda de nuestro respaldo a Chávez y al socialismo.
¿Hay una conspiración contra la Revolución bolivariana?
Se conspira contra la revolución constantemente. Si Chávez la noche del referéndum constitucional no reconoce la victoria del «no» había otro plan, la llamada Operación Tenaza. Ya estaba anunciado que iban a denunciar fraude pero cesó todo a la una de la mañana, cuando Chávez reconoció los resultados. Había un plan conspirador y el presidente actuó correctamente, les desarmó el plan.
¿Y qué papel juega EEUU?
EEUU no ha entendido los nuevos códigos de las luchas sociales; lo que significa la constituyente en Ecuador, los cambios en Bolivia. Venezuela está rodeada de fuerzas norteamericanas desde Curaçao, donde hay una escuadrilla de F-16, hasta la frontera con Colombia donde los soldados norteamericanos están a unos metros de nuestro país. Tenemos al imperialismo activo dentro y fuera. Pero no sólo EEUU no ha entendido la profundidad de los cambios, otros países, como España, tampoco lo han entendido.
¿Se refiere al incidente de la Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile?
Fue una provocación, pero la mayor grosería del rey no fue con Chávez sino con Daniel Ortega cuando se levantó y se marchó. Estamos obligados a revisar profundamente las Cumbres Iberoamericanas, nuestras independencias no son otorgadas, nosotros somos repúblicas y no dependemos de nadie.
¿Porqué la insistencia con Aznar en la reunión de Santiago?
Durante la cumbre, Aznar estaba en Colombia, llevaba una semana allí. Tenemos derecho a preguntarnos qué hace Aznar ahí y para quien trabaja, porque Aznar pertenece a un partido que tiene un pasado, nadie puede desconocer que Aznar proviene del franquismo.
¿Tiene que ver también con la política económica española en el área?
Pues claro que tiene que ver también, por ejemplo, con el control del 63% de la banca venezolana por parte del Bilbao-Vizcaya y el Santander, Repsol en Bolivia y Venezuela. Hay una relación de no reciprocidad y de explotación de nuestros recursos.
¿Y el apoyo español al golpe del 2001 contra el gobierno constitucional de Chávez?
Si el rey de España es el jefe de la política exterior sabía que el embajador español en Venezuela junto con una ONG financiaron a organizaciones golpistas. El embajador reconoció el golpe de Estado, reconoció la disolución de la Asamblea Nacional y de la Constitución. Eso tiene severas implicaciones y tenemos que hacer una autocrítica porque de alguna manera hemos reconocido esas cumbres.
¿Y la cumbre de este año en El Salvador?
Nosotros ni siquiera tenemos embajador en El Salvador y no se nos olvida el papel de El Salvador en la Cumbre de Panamá donde fue el país de paja de España para acosar a Cuba, con la excusa de ETA. De alguna manera, el rey ha dinamitado las cumbres, porque Venezuela está en posición de asistir a una cumbre latinoamericana, pero siempre en otras condiciones.
Por último, le pediría unas reflexiones sobre el llamado conflicto vasco.
El pueblo vasco exige un referéndum para decidir o para consultar el problema de la independencia. A nosotros nos han exigido de todo, hay una severa contradicción entre el discurso aparentemente democrático del Estado Español y su conducta. El Gobierno de Aznar fue uno de los que más insistió exigiéndonos garantías, pero contradictoriamente el Estado español no acepta ninguna consulta en el caso vasco.
¡Qué más democrático que consultar a un pueblo! La Constitución no puede ser una excusa, las constituciones al fin de al cabo las hacen los pueblos. Nosotros podríamos retar al Estado español a que acepte referendos en Galicia, Catalunya y el País Vasco, y que los pueblos decidan cual es su manera de relacionarse. Hay que respetar la voluntad de los pueblos y eso pasa por consultarlos.
Jose Miguel ARRUGAETA