No dispondrá Osasuna de muchas oportunidades parecidas para traerse algo positivo del Cam Nou. Las adversas condiciones meteorológicas -y por ende del terreno de juego- y el bajón físico de los anfitriones facilitó mucho las cosas en lo que se refiere al trabajo defensivo de los rojillos, que se quedaron finalmente con la miel en los labios de un puntito que hubiera sabido a gloria.

Pero tampoco se debe obviar que para tener ciertas garantías de éxito en un desplazamiento de estas características al menos hay que perforar por una vez la portería contraria. No sólo porque llevar la iniciativa en el marcador habría aumentado el manojo de nervios del respetable, lo que se hubiera trasladado a la escuadra culé, sino porque así se habría contrarrestado, al menos en parte, ese chispazo que siempre se espera de un grande, como al final sucedió.

A la escuadra navarra, por su juventud y proceso de acoplamiento, le está faltando terminar de creérselo ante rivales que sólo sobre el papel son superiores.