Hace bastante tiempo que no me siento aludido frente a las programaciones televisivas básicas. Casi todo lo que cuentan los noticiarios es previsible y si asisto impasible a este rosario de detenciones, encarcelaciones, prohibiciones, suspensiones y acciones contra una parte importante de la sociedad vasca, anulando cualquier noción de decencia democrática, es simplemente una defensa, una pose, una máscara para que no se enteren de la incubación de un virus maligno que me puede llevar a la exclusión. No acabo de entender mucho la importancia que le están dando a las primarias de los americanos, especialmente de los llamados demócratas.

Las series de audiencia amplia no me interesan ni en sus formas ni en sus contenidos, los concursos no me provocan ninguna sensación, los programas del corazón y de la vida cotidiana me parecen siempre cosas que ya había visto hace unos cuantos años. Los entretenimientos me aburren de manera extraordinaria. No soy capaz de aguantar treinta segundos en ciertas tertulias. Así relatado, queda bastante claro que se reducen mis posibilidades para relacionarme con el electrodoméstico esencial de una manera personal.

Pero no es cierto, las plataformas de pago me ayudan a buscar lugares donde aliviarme. Por un lado me puede interesar el deporte en vivo y en directo, porque no se sabe cómo terminará y hasta es posible que por razones no muy claras me puedo identificar con una de las partes, y por otro los anuncios me aluden. Siempre. Pero ahora mismo que me encuentro postrado con unas fiebres delirantes no dejan de darme consejos para acabar con esta gripe. Es fabuloso. Cada tres anuncios, uno es de un chollo para hablar por teléfono móvil, el otro es una joya de realización que anuncian coches, unos con un precio que se me convierte en imposibles y hasta indecentes y otros, los más utilitarios, muy asequibles, como para comprar dos o tres y regalar a los amigos o familiares, pero está comprobado: el tercer anuncio es siempre de un fármaco y ahora, como saben que hay plaga gripal, todos son sobre este asunto. ¿No estarán las grandes farmacéuticas provocando la epidemia? No me extrañaría.