Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, el mundo en desarrollo -principalmente varios países asiáticos- está a la cabeza de la producción y exportación de tecnología de la información y de la comunicación (TIC). Sin embargo, ese dato supuestamente positivo para esos países en realidad no lo es tanto, dado que ese liderazgo no repercute en el desarrollo de esos países, como era de esperar. La «brecha digital» entre las economías en desarrollo y las desarrolladas, como señala el informe, no disminuye, sino crece. La explicación no es compleja. Salvo excepciones, los servicios que las grandes multinacionales fabrican y montan en esos países, en los que cuentan con mano de obra más barata, no se aplican en ellos. El informe asegura, asimismo, que la utilización de las TIC pueden mejorar la productividad por empleado en esas economías emergentes en mayor medida que en los países desarrollados, pero también que ese aumento de productividad no se refleja en una mayor calidad de empleo ni en mejoras salariales.

Un informe cuyas conclusiones reflejan las «contradicciones» globales de un sistema económico que en cualquier latitud, en cualquier caso, dificulta el desarrollo de los más débiles a la par que favorece a los poderosos.