Vivimos en la era del prêt à porter. Aquello de los trajes a medida pasó a la historia para la gran mayoría, que no puede permitirse el lujo de que el gran genio del momento le cobre un mazo de pasta por hacerle un traje o el vestidito de entretiempo. Tiene sus ventajas e inconvenientes.

Entre las ventajas, un precio más asequible, aunque bien es verdad que la fiebre de las marcas ha supuesto que cualquier trapito, por birrioso que sea, cueste un ojo de la cara porque se supone que es de diseñador italiano, de modista francesa o de ágata madrileña, aunque en todos los casos la prenda esté inexorablemente confeccionada en China, Corea o Vietnam.

Entre los inconvenientes, que hay quien se compra cosas que le sientan como un tiro. No se puede comparar el producto artesano, hecho a medida y tras varias pruebas, con el trabajo a batalla, al que se le caen los botones a la segunda puesta.

Para corregir los problemas originados andan estos días los españoles cambiando el sistema de tallas femeninas. Es la consecuencia de un estudio antropométrico llevado a cabo por el Ministerio de Sanidad que propone el cambio de patronaje (no confundir con la patronal) en función de cuatro valores: estatura, pecho, cintura y cadera.

Como consecuencia de este ingente trabajo científico desaparecerá el actual sistema de tallas, que será sustituido por otro que divide a las mujeres en los morfotipos de cilindro, diábolo y campana.

En aplicación de la Ley de Igualdad, va a realizarse el mismo estudio con hombres, aunque ignoro si los valores a tener en cuenta son los mismos y si el nombre de los morfotipos será igual. En tal caso, creo que el suscribiente será clasificado en la categoría de «cilindro».

En plena renovación está también el sistema de ilegalización de partidos en España, que en este tema ocupa el liderazgo, no ya sólo en Europa, sino en el mundo entero. Ni en el país de aquel negrito del África tropical que cultivando cantaba, han ilegalizado tantos grupos políticos.

Las variaciones producidas en el sistema procesal son las mismas que las acaecidas en cualquier otra moda: la ley y el procedimiento fueron ideados a medida de lo que se iba a ilegalizar cuando se diseñó el engendro. Pero ahora es ya tal el número de procesos que se solapan en el tiempo unos con otros y es tal la prisa que tienen para que los apestados no concurran a las elecciones que han optado por el sistema de los morfotipos.

Si el partido a ilegalizar alega que no se dan los requisitos necesarios porque ninguno de sus dirigentes está imputado: no problem. En el acto se le aplica el morfotipo «diábolo» y, además, se sataniza a sus dirigentes por integración en banda armada, tontería castigada con pena de diez a quince años. De paso se aplica en serie a todos los que esperan en la cola de la ilegalización y pelillos a la mar.

Es la ley, la justicia y el estado de derecho. ¡Anda ya¡