El Levante es un equipo que parece vivir instalado en una continua convulsión. El conjunto granota pasa por una etapa deportiva con pésimos resultados y los valencianos aparecen en todas las quinielas como uno de los equipos que perderá la categoría en mayo. No obstante, la clasificación no es el único problema al que se enfrenta el Levante, ya que la situación económica de la entidad tampoco es nada halagüeña y los impagos sí están a la orden del día.

Así, jugadores como Storari o el ex realista Savio han dejado el barco y la amenaza de plante -incluso amenizada a ritmo de reggae por Riga- está más que presente. Para evitarlo, el miércoles, el vicepresidente del club, Miguel Ángel Ruiz, trató de calmar a los jugadores. Algo que no parece haber calado entre plantilla y cuerpo técnico, ya que el míster de los granota, Luigi di Biasi, aseguró ayer que «ve peligrar el futuro del club».

Sería un golpe muy fuerte para una institución que se encuentra al borde de su centenario. Y es que en 1909, coincidiendo con la creación de la Federación Valenciana de Fútbol, se fundaron el Gimnástico FC y Levante FC en Valencia. Ambos eran la continuación de otras escuadras denominadas Universitario FC y Cabanyal FC respectivamente. Como dato de interés, cabe resaltar que el primero de estos conjuntos jugaba en un campo cedido por el Patronato de la Juventud Obrera.

En el caso del Levante, su mayor hito lo consiguió en 1937 cuando se alzó con la «Copa España Libre». Un torneo disputado dentro de la zona republicana que seguía en pie tras el golpe de Estado fascista de 1936. Posteriormente, cuatro años más tarde, Levante FC y Gimnástico FC se fusionaron para dar nacimiento al Levante UD que hoy conocemos. Su primer gran éxito llegó en 1963 cuando logró su primer ascenso a Primera. A finales de esa misma década, se dio inicio a la construcción de su estadio, el Ciutat de Valencia, el que mayor superficie de terreno ocupa entre los de la Liga.

Caszely, Cruyff y Mijatovic

Durante los setenta, el club fue testigo de dos grandes estrellas del panorama internacional: Carlos Caszely y, sobre todo, Johan Cruyff. El primero salió de Chile en 1973, justo cuando Pinochet dio su golpe militar y dio rienda a sus atrocidades. Entre las mismas, por ejemplo, están las torturas a la madre del futbolista conocido como «el rey del metro cuadrado». Años después, Caszely pasó a la fama por ser el jugador que se negó a dar la mano al dictador. Durante su estancia en el Estado español realizó buenas migas con el madridista Paul Breitner. Un maoísta declarado que no acudió a jugar el Mundial de Argentina para no dar legitimidad a la junta militar de aquel país.

El paso de Cruyff por el Levante fue ciertamente fugaz. El astro holandés recaló en Valencia en 1981, después de haber pasado por la NASL. Una liga americana por donde pasearon palmito unos veteranos Pelé, Beckenbauer, Cruyff, Chinaglia o Best. En el equipo granota, Cruyff apenas disputó 10 choques y anotó dos tantos antes de volver a su país. La década de los ochenta no fue especialmente fructífera para el Levante, que tuvo que transitar incluso por la Segunda B hasta retornar a Primera en 2004. Poco tiempo antes, Pedja Mijatovic se había enfundado también la elástica levantinista.

En 2006, de la mano de Mané, los granotas volvían a Primera. Era la segunda etapa del de Balmaseda en su banquillo. Pero el de Enkarterri no es el único vasco de la historia reciente del club, ya que Julen del Val, Kaiku, Ruiz Otxoa, Pablo Gómez, Gartzen, Gorka García o Iñaki Deskarga, actual capitán del equipo, también han pasado por allí.