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tras la suspensión de anv y ehak

La Ertzaintza abre paso a Zapatero para justificar la ilegalización en Donostia

Casualidad o no, el calendario de Garzón y el de Zapatero se solaparon ayer; el presidente español llegó a Donostia apenas unas horas después de consumarse las nuevas ilegalizaciones. Su mensaje de que «no estarán en el juego democrático quienes amparan la violencia» sonó sin réplica posible. La Ertzaintza se encargó de ponerle la alfombra roja cargando fuera del Kursaal.

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Oihana LLORENTE-Ramón SOLA

Mientras los fotógrafos captan en el interior del Kursaal la imagen de un Zapatero evidentemente contento, la imagen está en el exterior. En realidad, desde una hora antes de la hora prevista para la llegada del presidente español, todo está listo ya. Ertzainas vestidos de francotiradores en el tejado, otros armados con bocachas en las calles adyacentes y un sinfín de escoltas componen el paisaje.

La furgonetas de la Brigada Móvil de la Ertzaintza van tomando estratégicamente todos los accesos al recinto en que está previsto el mitin del PSOE, anunciado justo al mediodía. Unas calles más atrás, la Ertzaintza se incauta de ikurriñas y banderas de Nafarroa que sólo pretenden hacerse ver ante el Kursaal.

Pasadas ya las 11.30, decenas de abertzales que pretenden dirigirse a ZP para decirle «Kanpora!» van llegando al lugar, pero se intuye que será misión imposible. La Policía dirigida por Javier Balza no deja que se reunan y opta, en primer lugar, por empujarles hacia atrás.

Una fila de unos veinte beltzas, valiéndose de sus escudos, va empujando hacia atrás a mujeres y hombres de todas las edades. Estos responden con el lema de «PNV español» y corean también «Herriak ez du barkatuko!» y «Demokrazia Euskal Herriarentzat». Mientras, dentro del Kursaal empieza a escucharse la tradicional sintonía electoral del PSOE, pero esta vez a la vasca, al son del txistu.

«Ez gaituzue geldituko!»

Fuera, cada vez más lejos del recinto por la presión policial, se abre una pancarta: «Ez gaituzue geldituko, independentzia!». Pero la Ertzaintza tampoco lo permite. Comienzan las carreras, y el grupo es disuelto en cuestión de segundos. Los agentes van más allá y llegan a entrar en un establecimiento tras los manifestantes. Las imágenes de televisión mostrarían luego una supuesta detención que no tuvo confirmación oficial. Nadie conoce al presunto arrestado, cuyo rostro curiosamente apareció pixelado en la televisión.

En el cubo grande del Kursaal, ante unas 1.500 personas, Zapatero recibe mientras tanto una makila de regalo del PSE de Gipuzkoa, como símbolo de «respeto y autoridad». La autoridad que en el exterior ejercen las amenazantes bocachas de la Ertzaintza.

En el interior, por contra, todo es calma y buen rollito. El cabeza de lista al Congreso, Miguel Buen, saluda a la concurrencia con un «salud y libertad». Evoca incluso a los luchadores antifranquistas, después de que uno de ellos se haya abrazado a Zapatero: «¡Cuanto ha sufrido esta gente que defendió la democracia y perdió la guerra!», exclama. Eran otros tiempos, claro, cuando el PSOE combatía en la misma trinchera que ANV.

Hay más paradojas. Buen dedica más de media intervención a cargar contra el PP, apenas horas después de tomarle la delantera en el camino de la ilegalización de la izquierda abertzale. Y Patxi López, que le toma el relevo, se queja de que partidos como el PNV estén diciendo que «les da igual PP que PSOE. ¡No se lo creen ni ellos!».

El mitin ya está avanzado, pero por si acaso la Ertzaintza sigue cargando para impedir voces críticas ante el Kursaal. Las calles próximas seguirán tomadas todavía hasta que Zapatero se despida con rumbo a Madrid, quizás tras ver un paisaje sembrado de pancartas y lemas contra la ilegalización.

Antes de que tome la palabra, el secretario general del PSE, Patxi López, diserta sobre lo difícil que es hacer política en Euskal Herria. No hace falta decir que no está acordándose precisamente de la izquierda abertzale. Y es evidente que tampoco Zapatero piensa en ella cuando toma la palabra y anima efusivamente a todo el mundo a ir a las urnas el 9 de marzo, «voten a quien voten».

«Estamos más cerca»

El líder comparece contento, como corresponde al día y al evento. Y vende optimismo, en su línea, más aún con la llamada de las urnas a la vuelta de la esquina. «Quiero deciros que no estamos más lejos del fin de la violencia, sino que estamos más cerca; el futuro es el fin de la violencia». Alguien comenta que esa frase le suena.

Zapatero sabe cuál es el mensaje que se espera, y entra directo. Sin citar expresamente la decisión ejecutada por Baltasar Garzón, sí asume gozoso su cuota de paternidad: «Aquéllos que usan la violencia, la amparan o se humillan ante quien tiene una pistola, por cobardía o sumisión, no pueden estar en el juego democrático. Sólo pueden estar los que cumplen las reglas». La frase es acogida con aplausos, pero sin margen para euforias.

No es de sorprender. Zapatero no trae nada nuevo esta vez. Lejos ha quedado, por ejemplo, aquel mitin de enero de 2005 también en el Kursaal, cuando acusa recibo de la carta de Batasuna y afirma que está deseando oírle «cuando callen las bombas y las pistolas».

Agradecimientos mutuos

De hecho, todos los intervinientes insisten en pasar página sin dejar resquicio alguno a dudas o malinterpretacione. «Gracias por intentarlo», indican a Zapatero varuas veces. Este, como hizo desde el día siguiente al final del alto el fuego de ETA, pone énfasis en asegurar que ha hecho todo lo que ha podido, y en afirmar que «eso la ciudadanía vasca lo sabe». Pone un gesto casi teatral cuando exclama que «he puesto lo mejor de mí, toda mi energía, mi paciencia. Y hoy os quiero decir que sólo ha habido un responsable, que se llama ETA y su locura criminal».

Todos se aplauden mutuamente por el esfuerzo. Miguel da las gracias a José Luis. Patxi también. Y José Luis devuelve los honores a «Patxi, Jesús, Rodolfo Ares, Buen...» Zapatero se preocupa de añadir que les homenajea porque «habéis estado firmes». Y parece demasiada felicitación para tan poco resultado final.

El discurso pierde todo su fuelle. Cerrado el proceso de negociación y las expectativas que despertó en el conjunto de la sociedad, incluidas las bases del PSOE, Donostia no deja de ser una plaza más para Zapatero en su carrera por La Moncloa. Habla de igualdad, de inmigración, de Ley de Dependencia, de ciudadanía, de «respeto a la identidad de Euskadi», de colocar al Estado español entre las primeras potencias mundiales... de cosas que seguramente ni citaría si tuviera algo mejor que contar.

Batasuna: «Ha venido como Aznar, o como Bush a Irak»

Batasuna valoró que Zapatero «ha venido como vino Aznar o como va Bush a Irak, protegido de policías y militares». En su opinión, esto refleja bien la oferta del PSOE a Euskal Herria, que resume en tres conceptos: «Represión, ocupación y partición». Sin embargo, Batasuna afirma que «no podrá impedir que este pueblo opte por la independencia».. GARA

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