«Este lleva una sudadera de Segi, ¿le podemos detener?»
Jóvenes de los barrios iruindarras de Iturrama y Arrosadia han decidido coordinar su denuncia de las actuaciones de la Policía Municipal de Iruñea. Le acusan de imponer un «control social» cada vez mayor, que alcanza incluso a las movilizaciones contra la última muerte por violencia machista en Arrosadia y a chicos y chicas de sólo 12 años.
R.S.
La noche del viernes, dotaciones de la Policía Municipal de Iruñea actuaron en varios barrios persiguiendo a grupos de personas que ponían propaganda contra la nueva ilegalización de organizaciones abertzales. En Donibane, llevaron a comisaría a once personas que no queda- rían en libertad hasta después de ser identificadas. Otros tres jóvenes fueron identificados poco más tarde por el mismo motivo en Sanduzelai. Son, hasta ahora, las últimas muestras del modo de actuar de los miembros de la Policía Municipal de Iruñea. Pero hay muchas más, sobre todo en zonas concretas.
El 8 de enero, hacia las 20.30, cerca del río Elorz, una patrulla de la Policía Municipal de Iruñea identifica un joven y registra su mochila. Al hallar una sudadera con un logotipo de Segi, el muchacho escucha con estupor cómo preguntan por radio si lo pueden detener. La respuesta es negativa afortunadamente para él, pero no lo fue en setiembre, cuando en el mismo barrio se produjo un arresto por el mismo motivo. El 18 de enero, municipales cachean en la calle Larreina a unos jóvenes a los que acusan de poner carteles. Uno de ellos lleva una sudadera con un lema por el derecho a la vivienda: «Ya sabes lo que hay con las sudaderas...», le amenaza el municipal.
Este tipo de denuncias se han convertido en una constante en barrios como Arrosadia-Azpilagaña e Iturrama. Por eso, sus vecinos han decidido hacer un seguimiento exhaustivo y divul- gativo de estos episodios, que ven convertidos en «el pan de nuestros días».
La práctica totalidad de los testimonios recogidos no suponen graves agresiones, pero llama la atención su frecuencia. Por ejemplo, de la tarde del 8 de enero hay cuatro denuncias contra la misma pareja de municipales. Un testigo dice que a las 18.00 «entre Urederra y Blas de la Serna, con la excusa de un registro por drogas, identifican y cachean a tres jóvenes, a los que preguntan por los bares Aterpe y Alboka». Otro, que a las 19.00, «por la ikastola Hegoalde, paran a un joven para vacilarle». Se añade que las 20.15, «entre Urederra y Araxes, identifican y registran las mochilas a dos jóvenes, además de preguntarles adónde van». Y a las 20.30 amenazan con detener al joven de la sudadera de Segi.
Sorprende además la paulatina extensión de la presión policial a todo tipo de actos. En los testimonios recogidos desde el inicio de 2008 se constata que no sólo se hostigan las denuncias de la tortura al hilo del caso de Portu y Sarasola, sino también reuniones vecinales y movilizaciones por la vivienda o contra la violencia de género.
«Vale de pancartitas»
El barrio de Arrosadia se ha visto sacudido por la muerte de su vecina Tatiele de Sousa a manos de su pareja. El día 20 de enero, varios jóvenes sacan su denuncia a la calle, aprovechando el eco del Osasuna-Athletic en el cercano estadio de El Sadar. «Pese al follón de tráfico que tienen con la gente que iba al fútbol, se acercan, nos dicen `ya os vale con tanta pancartita y hostias' y quitan la pancarta. Un vecino les recrimina si no ven qué están quitando, pero no hacen caso y amenazan con multas». El día siguiente, la amenaza de carga afecta a una concentración por la muerte de Tatiele en el instituto de Iturrama.
Los vecinos aseguran que chicos de apenas 12 años sufren estas intimidaciones. Y señalan el caso de un agente implicado en la mayoría de episodios. Pero matizan que «no es casualidad ni decisión de ese munipa, sino de UPN, que ha trabajado duro para formar su fuerza militar durante nueve años, para controlar y destruir cualquier expresión popular y rebelde».