El director general de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Mohamed El Baradei, fue el gran protagonista de la primera jornada de la Conferencia de Seguridad que la OTAN celebra en Múnich.

En su intervención, de gran dureza, criticó el «ombliguismo» de la OTAN y cuestionó las medidas de seguridad resultantes del 11-S. Tras explicar los rigurosos controles que debió superar hasta llegar al lugar de la Conferencia, concluyó que «vivimos en un mundo terrible».

El Baradei abogó por un «desarme tangible» a todos los niveles, aunque destacó que «en vez de proceder al desarme, las grandes potencias siguen desarrollando nuevas capacidades armamentísticas. No creo que eso sea buen ejemplo». «Si redujeran el presupuesto militar en un 1%, nadie pasaría hambre en el mundo. Y hablo de 850 millones de personas», subrayó.

La crisis olvidada de Darfur

En esa línea, criticó la «doble moral» del estatus quo actual que otorga a unas potencias el derecho nuclear y a otras no.

Sobre Irán, remarcó los progresos que ha habido y que la OIEA no puede constatar que enriquezca uranio con fines militares o tenga capacidad de hacerlo. En su opinión, Irán es sólo un síntoma de la carrera armamentista soterrada que se está produciendo en el mundo y de la que acusó a las grandes potencias nucleares.

Asimismo, lamentó que «las grandes potencias» aborden con doble rasero y muy distinto interés los conflictos en curso, y puso como ejemplo Cachemira, Corea y Darfur. «De los 24 helicópteros que se han pedido a la comunidad internacional para Darfur, con más de 200.000 muertos y casi dos millones de desplazados, el secretario general de la ONU ha conseguido cuatro, dos de Bangladesh y dos de Etiopía», denunció.

Mientras, en los aledaños del hotel donde se reunieron 40 ministros de Exteriores, tres presidentes y numerosas personalidades, entre ellas, El Baradei, se manifestaron unas 1.500 personas contra «los artífices de la guerra» y el envío de más tropas a Afganistán. La Policía alemana detuvo a 16 personas.