El barbero y la pastelera
«Sweeney Todd. El diabólico barbero de la calle Feet»
El musical de Tim Burton se ha quedado un tanto rezagado en la lucha por los Óscar, con tres nominaciones para la actuación de Johnny Depp, los decorados de Dante Ferreti y el vestuario de Colleen Atwood.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
A Tim Burton le faltaba un musical en su filmografía, género en el que «Sweeney Todd» aparece como el título más apropiado a su querencia por el cine fantástico de atmósfera gótica y terrorífica. El único problema que presenta una versión tan personal como la suya del original de Stephen Sondheim, visualmente genial, es el de la decepción que puede causar entre los admiradores del montaje escénico. El musical representado en Broadway y en el East End es difícil de resumir en una película, por lo que Tim Burton y el guionista John Logan se han visto obligados a suprimir algunos números, como el introductorio «The Ballad of Sweeney Todd». Es lógico que haya menos canciones, dada la elección del reparto, toda vez que el cineasta no ha querido renunciar a su pareja estelar predilecta. Es una decisión que sorprende bastante por el rejuvenecimiento de los personajes, a sabiendas también de que Johnny Depp fue doblado en la comedia musical de John Waters «Cry Baby». Burton sabe muy bien que el actor es capaz de todo, incluso de estudiarse las canciones hasta el punto de imitar a los intérpretes profesionales de los musicales, sin que se note demasiado la diferencia.
Burton no puede desprenderse de Johnny Depp porque con él ha hecho sus mejores películas: «Eduardo Manostijeras» «Ed Wood» y «Sleepy Hollow». Es el sexto largometraje que les reúne felizmente,y esta vez al frente de un reparto inglés de campanillas, con los insuperables Alan Rickman y Timothy Spall como los malvados de la función. A semejante plantel hay que añadir el hallazgo de un Sacha Baron Cohen deseoso de romper con su imagen de «Borat», que convenció al director de sus dotes vocales cantándole la mayoría de los números de «El violinista sobre el tejado». No cabe duda de que su presencia se presta a la estética granguiñolesca que requería la película, en la cual los efectos sangrientos contribuyen a un mayor impacto visual, junto con los oscuros decorados diseñados por Dante Ferreti.