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Gloria Rekarte Ex presa política

«No time for love»

Ante la huelga para decir «stop» al estado de excepción, todos volvieron a la cámara y al micro. A declarar y, por supuesto, a criticar. Urgía no apoyar a la izquierda abertzale, aunque había que mantener la imagen. Hacer cositas, sí, pero sin esfuerzo. Sobre todo sin costes

No faltaron reacciones cuando se dio a conocer lo que era harto sabido: la suspensión, en la vía de la ilegalización, de ANV y EHAK. Todos dijeron, opinaron, hablaron y por lo general se indignaron. Desde los que, como Llamazares, protestaron «con voz suave», como él mismo insistió en señalar por si el tono hubiera llegado a parecer demasiado alto (que tranquilo, que no), pasando por los que calificaron la noticia de jugada electoral, despropósito, ruptura de puentes y aberración jurídica, a los que, como Ziarreta, manifestaron su sorpresa y estupor, que es algo francamente admirable a estas alturas de las leyes españolas en general y de la Ley de Partidos en particular. Pero cada uno es muy libre, cómo no, de administrar como quiera sus estupores, de mantener intacta su capacidad de sorpresa y de dejar, si es necesario, que el pasmo le prive de la capacidad de respuesta. Por lo que parece, la indignación, la aberración y los despropósitos han tenido el mismo efecto paralizante.

Porque una cosa es decir «¡esto no se puede consentir!» y otra, no consentirlo. Una cosa es proclamar «¡esto es intolerable!», y otra no tolerarlo. Una cosa es decir que en democracia es inconcebible la ilegalización de partidos políticos y otra muy distinta actuar en consecuencia. Y ante la convocatoria de huelga general para decir «stop» al estado de excepción, todos volvieron a la cámara y al micro. A declarar, decir, opinar y por supuesto, criticar. Urgía no apoyar a la izquierda abertzale, aunque también había que mantener la imagen. Hacer cositas, sí, pero sin esfuerzo. Sobre todo sin costes.

EA anunció una concentración para avisar que las libertades están en peligro. Mal asunto para los que aún las tienen. Hacen bien en concentrarse.

Aralar no la secundó porque había sido una decisión unilateral, un recurso utilizado sin consenso. Bien, quizás se podía haber esperado y consensuar un acto conjunto. Atendiendo a lo que conozco sobre los intentos de consenso con Aralar en un par de años podríamos haber llegado a un acuerdo para una concentración unitaria y silenciosa con una pancarta en blanco para evitar ilegalidades, susceptibilidades y desacuerdos. O será que la huelga tenía que consensuarse con el Gobierno, bilateral, a dos bandas, como la guerra que dicen, no se.

Otros lo intentaron machacando con lo del carácter «ilegal» de la huelga, otros vaticinando una muy escasa incidencia; otros anunciando despidos, expedientes, represalias... Cada cual, y en el ejercicio de sus funciones, desmoviliza como puede. Como puede, más que como quiere. Porque a pesar de ellos y a pesar de todo; a pesar del miedo y las amenazas, de las policías todas y los empresarios y los gerentes, y los medios y los políticos legales y profesionales, la izquierda abertzale llevó adelante una jornada de huelga. Una jornada de huelga que situó a cada cual en su lugar: a la izquierda abertzale dando un comprometido paso hacia delante. Al resto, dando varios hacia atrás.

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