Un Pakistán hundido en una grave crisis vive unos comicios cruciales
Más de 80 millones de paquistaníes están llamados mañana a votar en las elecciones legislativas y provinciales. Una cita crucial para la única potencia nuclear del mundo musulmán, inmersa en una profunda crisis política y presa de una ola de atentados. Musharraf asegura que los comicios serán «libres y transparentes», aunque la sombra del fraude planea sobre ellos.
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La comunidad internacional mira con lupa el desarrollo de las elecciones legislativas y provinciales que mañana celebra Pakistán y cuyo resultado puede sellar el destino de su presidente, Pervez Musharraf, al que la oposición quiere alejar de la jefatura del Estado. La oposición ya ha denunciado que los comicios serán «amañados», mientras que la Unión Europea expresó su preocupación por el desarrollo de la cita y valoró de forma positiva el compromiso de Musharraf de que las elecciones serán «libres, justas, transparentes y pacíficas».
Más de 80 millones de los 160 que habitan Pakistán están llamados mañana a las urnas en unas elecciones cruciales ya que el país se encuentra inmerso en una profunda crisis política y amenazado por una ola sin precedentes de atentados atribuidos a grupos islamistas vinculados a Al Qaeda y a los talibán.
Parece que finalmente se celebrarán las elecciones que en un principio fueron convocadas para el 8 de enero, pero se vieron aplazadas a raíz del atentado que costó la vida, el 27 de diciembre, a la principal líder de la oposición, Benazir Buttho, que había regresado al país a finales de octubre tras más de ocho años de exilio. Entonces fue recibida por un doble atentado suicida que mató a al menos 139 personas.
La muerte de Bhutto trastocó una situación que EEUU estimaba «ideal», ya que Musharraf, su principal aliado en su particular «lucha contra el terrorismo», se encontraba negociando con ella una división de poder de cara a los comicios. Ahora, su viudo y líder del Partido Popular de Pakistán de Bhutto, Asif Ali Zardari, augura un fraude electoral, pero no cierra la puerta a un posible «Gobierno de consenso nacional» con Musharraf.
Miles de soldados
Mientras, miles de soldados han sido desplegados como refuerzo en todo el país para garantizar la seguridad de los 64.000 colegios electorales y del millar de observadores y internacionales y periodistas.
Esta demostración de fuerza se produce en medio de una ola de atentados, principalmente suicidas, que están ensangrentando el país en los últimos meses y han marcado las últimas semanas el ritmo de la campaña electoral.
Los kamikazes de grupos próximos a Al Qaeda y a los talibán causaron en 2007, el año más trágico en la historia de Pakistán, más de 800 muertes. Y desde el comienzo de 2008 ya han fallecido más de 100 personas.
Los combatientes islamistas prometieron perturbar el proceso electoral en esta república islámica y lo han conseguido. La campaña ha sido casi nula desde la muerte de Bhutto por el temor de los candidatos a organizar grandes actos, pero también por el descontento de los paquistaníes que están más preocupados por la pérdida de poder adquisitivo y de seguridad que por la confrontación política en un país que consideran gobernado de facto por los militares.
De hecho, Pakistán ha vivido más de la mitad de sus 60 años de historia bajo regímenes militares y el resto, bajo gobiernos civiles que han sido derrocados por el Ejército. Es el caso de Musharraf que en 1999 accedió al poder gracias a un golpe de Estado incruento y, tras ocho años, en octubre de 2007 fue elegido presidente por el Parlamento y de las asambleas provinciales, en una controvertida elección. Antes de tomar posesión, el 29 de noviembre, abandonó la cabeza del Ejército, presionado por Washington.
Los atentados de los últimos días contra candidatos y actos electorales en las zonas tribales en las que el Ejército combate desde 2002 a las tribus islamistas que albergan a milicianos talibán afganos y a combatientes de Al Qaeda, que han causado 40 muertos, hacen temer una alta tasa de abstención. Sin embargo, lo peor podría venir tras el escrutinio, ya que la oposición ha hecho un llamamiento a manifestarse en masa si las elecciones son manipuladas y los islamistas podrían aprovechar para intentar dar un golpe de gracia al presidente Musharraf.
Pero habrá que esperar a los resultados y en ellos será determinante el voto de Punjab, principal provincia del país en la que viven la mitad de sus habitantes y donde se elegirá al 50% de los miembros del Parlamento.
Reunión de la oposición
Los líderes de los dos principales partidos de la oposición, el PPP y el PML-Q, del ex primer ministro Nawaz Sharif, se reunieron ayer en Lahore, por segunda vez en la semana previa a las elecciones. Tras el encuentro del pasado martes, anunciaron una posible alianza para formar Gobierno después de los comicios. Ayer advirtieron a Musharraf con protestas en caso de fraude.
Mientras, también ayer, Musharraf defendió la creación de un Gobierno estable y democráticamente electo con el que «aseguraremos el éxito de nuestra lucha contra el extremismo y el terrorismo, así como el crecimiento económico del país».
Por su parte, el Movimiento Muttahida Qaumi (MQM), actualmente en el Gobierno, volvió a ser fiel a su tradición política al anunciar que prestará su apoyo al partido vencedor de las elecciones, siguiendo una tendencia que se prolonga ya desde hace dos décadas y que le ha convertido en un miembro casi permanente del Gobierno en Islamabad.
Aunque las formaciones políticas favoritas para el triunfo son el PPP, el PML-Q, y el PML-Q, muy próximo a Musharraf y al que le auguran una tercera posición. Las dos primeras lideradas por dos personas cuya imagen en el país no es muy positiva debido, sobre todo, a las acusaciones de corrupción.
Los distintos partidos quemaron ayer sus últimos cartuchos en la casi inexistente campaña electoral. Hoy están prohibidas las manifestaciones, reuniones públicas y actos electorales.
HRW denunció que Malik Qayyum, fiscal general de Pakistán y estrecho aliado de Musharraf afirma en una grabación sonora que las elecciones serán «masivamente manipuladas». Qayyum negó las acusaciones y anunció una demanda por difamación.
La fortaleza de un «voto de simpatía» por la fallecida líder de la oposición, Benazir Bhutto, en la mayor provincia del país, Punjab, puede determinar el resultado de las elecciones. El atentado que acabó son su vida la ha convertido en una «mártir».
Al menos 39 personas murieron ayer y 93 más resultaron heridas en un atentado suicida cometido junto a la vivienda de un candidato electoral del opositor Partido Popular de Pakistán, formación de la ex primera ministra Benazir Bhutto, donde se estaba celebrando una reunión política, en el cinturón tribal fronterizo con Afganistán.
El ministro paquistaní de Interior, Hamid Nawaz, declaró que «la gente estaba reunida fuera de la casa del candidato esperando para comer» cuando un kamikaze hizo estallar el vehículo que conducía. Los hechos sucedieron en la localidad de Parachinar, en la región tribal de Kurram.
Además, otro kamikaze empotró su vehículo contra una oficina de prensa del Ejército en el valle de Swat y mató a al menos dos civiles.
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