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Imanol Galfarsoro Kazetaria

Cuando la capacidad de asombro ya no da más

¿Es tal vez eso lo que «ETA y su entorno deberían aprender», que cuanto mayor es la carnicería indiscriminada, más apoyo democrático internacional y americano se logra?

Leo un par de declaraciones que se repiten en las agencias de prensa tras la independencia de Kosovo. La primera es que «El PSE ha respondido hoy al Gobierno vasco al asegurar que comparar la independencia de Kosovo con la situación de Euskadi es `insultar a la inteligencia de los vascos'. Los dirigentes socialistas consideran que el Ejecutivo autónomo carece de `sensatez' al apostar por `una nación étnica'».

La respuesta que me viene es sencilla. Se refiere simplemente a unas páginas del filósofo materialista Slavoj Zizek que acabo de leer en relación a su país natal, la difunta Yugoslavia. Sugiere Zizek en ellas que incluso Habermas no duda del potencial del estado serbio pos-Milosevic para aplicar los principios universalistas de la ciudadanía abierta, democrática, moderna y cosmopolita, mientras que el mismo potencial cívico-democrático se niega a las otras formaciones nacionales ex Yugoslavas. En pocas palabras: vosotros los kosovares, eslovenos, etc. queréis y ahora incluso tenéis un estado propio, pero en realidad carecéis de la necesaria substancia democrática para sostenerlo porque en el fondo no sois más que una tribu primitiva.

Según Zizek es precisamente de esa forma como funciona el racismo hoy en día -a ese nivel reflexivo disfrazado y disimulado, por lo que uno tiene que tener mucho cuidado con toda esta gente «sensata» que es la que verdaderamente «insulta a la inteligencia de los vascos»-. Y ello haciendo demasiado hincapié en sus propias credenciales democráticas sin permitir que los demás puedan decidir y acceder a esos mismos principios por su cuenta y riesgo. En este sentido, el verdadero demócrata español no sería el que dice déjate de milongas «étnicas», pues la nuestra es la única realidad estatal lo suficientemente estructurada como para sostener el principio de la ciudadanía moderna, democrática y abierta, sino el que está dispuesto a defender que la ciudadanía vasca es lo suficientemente madura y posee exactamente el mismo potencial democrático.

Lo verdaderamente lamentable, sin embargo, son las declaraciones de Iñaki Anasagasti, quien considera que ETA y su entorno «deberían aprender el ejemplo de Kosovo», que ha logrado la independencia «sin un solo tiro, sin una sola acción de kale borroka». Repito: «sin un solo tiro, sin una sola acción de kale borroka». Y repito: Kosovo ha logrado la independencia sin un solo tiro... Y tras leer comentarios como éste o como los de la portavoz del Ejecutivo regional vasco, Miren Azkarate (Kosovo es «una lección sobre el modo de resolver de manera pacífica y democrática conflictos de identidad y pertenencia»), nosotras y nosotros, los de esa «mal llamada izquierda abertzale», según Anasagasti, no podemos permitirnos el lujo de caer en la trampa nacionalista, en el sentido más cutre, rancio y repugnante de la palabra, que nos quiere tender.

Para empezar, no podemos obviar la historia de extrema violencia producida en la últimas (dos) décadas para llegar después a este resultado de una independencia custodiada por los Estados Unidos. ¿Es tal vez eso lo que «ETA y su entorno deberían aprender», que cuanto mayor es la carnicería indiscriminada, más apoyo democrático internacional y americano se logra? ¡Sinvergüenza! Para continuar, no podemos más que enorgullecernos de ser «abertzales malos» y de pertenecer a «ese mundo» de la izquierda radical¨» que impregnará nuestra independencia nacional con los valores universales de la solidaridad y la justicia social ¿Es tal vez eso lo que incomoda a estos euzkos de label, que pasamos millas de su particularismo regionalista de tamborrada y sidrería? ¡Malos, sí, y a mucha honra! Y para terminar, nuestro modelo no es el Kosovo pro-yanqui, aunque ahora sepamos que, llegado el momento, si el diálogo y la negociación fracasan otra vez, también existe la opción de la declaración de independencia unilateral.

Por lo tanto, el problema de Anasagasti no es que sufra de alzheimer, es que insulte a la inteligencia del MLNV y quiera hacer creer de paso a los muchos independentistas titubeantes de su propio partido y alrededores que sí, que sí, que el gran alderdi de toda la vida todavía está por la labor. Pero no: lo de los 600.000 votos fue hace unos cuantos años, y ahora, elecciones, elecciones, ya podéis empezar a cacarear otra vez que en la próxima legislatura vais a trabajar por la derogación de la Ley de Partidos y a favor de los presos (malditos vosotros, artífices de la dispersión). No importa. Por estos parajes, por lo menos, ya no cuela.

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