El invierno no son tres meses de frío
El mes de febrero del año pasado fue todavía más cálido que el presente
¿Dónde está el invierno? Es la pregunta de moda en conversaciones de parques, fruterías, bares y salas de espera. Nos llegaron a anunciar nieve para el fin de semana, pero eso sigue muy lejos de las previsiones. ¿Un invierno atípico? Pues las estadísticas dicen que no. Sin ir más lejos, el mes de febrero del año pasado resultó más cálido que el actual y, a pesar de ello, seguro que más de uno ha olvidado que el 21 de marzo, con la primavera, nevó. Aún hay tiempo.
Joseba VIVANCO | GASTEIZ
Los cerezos florecen en Central Park, Moscú no registraba temperaturas invernales tan altas desde 1879 y ni los osos hibernan, termómetros igualmente inusuales en Gran Bretaña desde 1659, las estaciones de esquí francesas sin nieve, los alemanes sin guantes ni bufandas, en Italia todo son `capuccinos' en las terrazas bajo el sol, en Bélgica hablan de mariquitas, moscas y ranas desorientadas... No, no hablamos del presente invierno, sino del anterior. ¿O es que ya no se acuerdan?
La primavera floral este 2008 lleva dos o tres semanas de adelanto. No sólo las margaritas salpican desde hace días los campos, sino que el amarillo de las mimosas lo empolva todo y los ciruelos silvestres adornan el paisaje con sus flores rosadas. Incluso podemos empezar a degustar a estas alturas los primeros quesos frescos, gracias a unos rebaños ovinos que amamantan ya a sus prematuros corderos. Apenas sí llueve, luce el sol, todos hablan de este invierno `primaveral'. Pero si miramos a las estadísticas, observamos que el febrero del año pasado fue mucho más cálido que el presente y, al final, en el conjunto del año, la temperatura media anual fue normal. Incluso el primer día de primavera, el 21 de marzo, nevó.
Una de las características que más llama la atención de este febrero es la falta de lluvias, una ausencia que ya está encendiendo algunas alarmas toda vez que venimos de un otoño igualmente seco y quién sabe si nos enfrentamos a una primavera tampoco en exceso húmeda. ¿El cacareado cambio climático? Pues parece que no.
La explicación a este bondadoso tiempo que tenemos viene dada, segúna apunta Margarita Martín, directora del centro meteorológico de Igeldo, por la influencia del fenómeno conocido como La Niña, que está perpetuando esta situación anticiclónica y, a diferencia del episodio El Niño, se caracteriza por la falta de agua.
Santiago Gaztelumendi, coordinador de la Agencia Vasca de Meteorología Euskalmet, no las tiene, sin embargo, todas consigo. «El fenómeno de La Niña, por contraposición al de El Niño, supone el enfriamiento de la superficie del océano Pacífico central y oriental. Este enfriamiento produce ciertos efectos a nivel hemisférico y, particularmente, en la distribución de precipitaciones en la zona, pero no está demostrada su repercusión en la zona europea», opina.
¿Qué pasa con esta estación?
La pregunta en boca de todos es: ¿Qué está pasando con este invierno? Un repaso a las tablas estadísticas de las que dispone el Instituto español de Meteorología ponen de manifiesto que el actual febrero que tanto nos llama la atención no es único en eso de ir camino de considerarse `muy seco'. Hasta mediados de mes se habían recogido en Igeldo unos 20 l/m2. Pues bien, en 1997 sólo se recogieron 18 l/m2, habiendo también otros febreros catalogados de igual manera en 1928, 1932, 1945, 1959, 1967, 1975 o 1993. «Esta falta de precipitaciones nada tiene que ver con el cambio climático antropogénico», apuntilla Margarita Martín.
Pero otro tanto sucede con las temperaturas. La máxima de este mes hasta la fecha la registró Bilbo el día 9 con 20,8º. En Sokoa se ha llegado a los 19,5º, en Biarritz a los 16,8º, en Iruñea a 17,7º, en Hondarribia no se han superado tampoco los 20º y en Igeldo no han pasado de 19º.
Una mirada atrás nos recuerda que en 1960 Igeldo alcandó los 25,4º un 28 de febrero y Hondarribia o Biarritz llegaron a unos históricos 28º ese mismo año. «Y con mucho menos CO2 en la atmósfera», anota irónica Martín. Gasteiz registró 22º ese mismo mes en 1958 y elevó el mercurio a los 17º en 2006 y 2007; Bilbo subió a los 26,8º en un no tan lejano febrero de 1990.
Es decir, que asistimos a un invierno quizá poco normal, pero no inusual ni desconocido. La temperatura media de enero pasado en Igeldo fue, por ejemplo, de 9,9º, la decimotercera más cálida en los últimos ochenta años. En los años 2001 y 2002, sin ir muy lejos en el tiempo, los eneros registraron medias de 11º y 10º, respectivamente.
¿Ya no son lo que eran?
¿Estamos ante un invierno anormal? ¿Tenemos últimamente inviernos más templados? ¿Acaso los inviernos ya no son lo que eran? Santiago Gaztelumendi se muestra muy cauto al responder: «Para saber si estas afirmaciones son acertadas o no, hay que comparar, para lo cual hay que saber dónde se produce esa afirmación y qué significa `últimamente', lo que no es para nada trivial, ya que nos llevaría a las fronteras entre meteorología y clima, su carácter local, y al mundo de las series de datos y la estadística».
El pasado invierno de 2007 se caracterizó por situaciones anticiclónicas durante su primera mitad, con una entrada de aire ártico a finales de enero y precipitaciones abundantes con cotas de nieve relativamente bajas. «El anterior a ése fue predominantemente anticiclónico, con entradas de aire frío de carácter débil, precipitaciones por debajo de lo esperable, especialmente al sur de Araba y al este de Gipuzkoa, y temperaturas por debajo de lo normal. El del 2004-05 fue con temperaturas por debajo de lo normal; el de 2003-04, por encima; 2002-03, por debajo; mientras que 2001-02, por encima», detalla a modo de montaña rusa meteorológica. «En este contexto, este invierno que tenemos ahora no es tan anormal y `últimamente', como `siempre', hay de todo».
Entre este vaivén de inviernos, hay climatólogos que suelen hacer alusión a los ciclos cálidos y fríos que cada 25-30 años se alternan. «En estos momentos estamos en un periodo interglacial que comenzó hace unos 10.000 años», explica Gaztelumendi, quien no comparte esa idea de los ciclos.
«Si analizamos los últimos años, tal ciclo no se manifiesta. En las últimas tres décadas, los años relativamente fríos se acumulan entre los 80 y principios de los 90, mientras que los más cálidos son a finales de los 90 y a partir de 2000. Dentro de esta tónica general, 1987 y 1989 son excepciones cálidas, mientras que 1998, 2004 y 2005 son excepciones frías», detalla.
¿Es posible, entonces, vaticinar hacia qué inviernos nos encaminamos? Este experto se atreve con esta pregunta. «Si damos un paso más, para conocer cómo serán los inviernos en nuestra comunidad en el futuro, debemos basarnos en proyecciones locales de modelos climáticos globales, y en eso estamos. Por el momento, y aunque con un alto grado de incertidumbre, algunas fuentes apuntan hacia un ligero aumento de precipitaciones en invierno, acompañadas de temperaturas invernales más cálidas. Si esto fuera así, la tendencia promedio sería hacia inviernos más cálidos respecto a los del siglo XX». ¿Calentamiento del planeta o ciclos climáticos? Al tiempo.
Los embalses vascos se sitúan de media en torno al 70% de su capacidad, algunos con porcentajes de llenado aún mayores, y sólo hay una alerta declarada en el de Esa, del que se abastace parte de Nafarroa.
Las personas mayores suelen repetir aquello de que al invierno no se lo come el lobo, es decir, que aún hay tiempo para que el frío, la lluvia o, incluso, la nieve hagan acto de presencia. «La lógica nos indica que debe suceder lo habitual», responde Santiago Gaztelumendi. «La lógica nos lleva a pensar que los inviernos deben ser fríos, con precipitaciones más o menos abundantes en forma de nieve, y eso es lo que experimentamos todos a lo largo de nuestra vida -constata-, pero lo que no existe es ningún mecanismo de compensación que nos garantice que lo que queda de invierno debe ser frío y lluvioso para corregir la situación».
J.V.
A partir del día 27 vuelve la lluvia, y con fuerza. Entre los días 27, 28 y 29 se podrían recoger muchos litros en la costa, tras 16 días sin ella, por lo que este febrero ya no sería uno de los más secos. La cota de nieve puede quedar en los 1.000 metros.