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Medvedev y Lavrov viajan hoy a Belgrado para apoyar a Serbia

Rusia sigue queriendo estar presente en la crisis abierta tras la independencia de Kosovo. Para ello, el delfín de Vladimir Putin, Dmitri Medvedev, y el ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, viajarán hoy a Belgrado para mostrar su apoyo a las tesis serbias en contra de la proclamación del nuevo estado. Moscú y Belgrado, además, estrecharán sus lazos económicos en materia energética.

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El favorito de las elecciones presidenciales rusas y delfín de Vladimir Putin, Dmitri Medvedev, y el jefe de la diplomacia de Moscú, Sergei Lavrov, viajan hoy a Serbia, una semana después de la declaración de independencia de Kosovo para visualizar la fortaleza del eje que forman Belgrado y Moscú.

Medvedev, actualmente viceprimer ministro ruso, y Lavrov se reunirán con el presidente serbio, Boris Tadic, y el primer ministro, Vojislav Kostunica, para analizar «las relaciones bilaterales», según indicó a France Presse Aliona Kudriavcevca, adjunta de prensa de la Embajada rusa en Belgrado.

Kudriavceva añadió que Kosovo estará presente en la conversación. La visita se produce una semana después de la proclamación de independencia de Kosovo, reconocido por Occidente y rechazada frontalmente tanto por Belgrado como por Moscú.

Una semana después, la proclamación de la independencia kosovar sigue suscitando la cólera serbia y alimenta en la comunidad internacional la sensación de que se ha vuelto a tiempos de la guerra fría entre Occidente y el tándem Belgrado-Moscú.

A día de ayer, 18 de los 27 estados de la UE habían reconocido el nuevo estado. El Estado español -temeroso del efecto dominó en Euskal Herria y los Països Catalans-, Rumanía -con una importante minoría húngara que reclama sus derechos- y Chipre -que tiene que hacer frente a la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre- forman el «frente del No».

Para el presidente ruso, Vladimir Putin, la independencia kosovar supone «un precedente horrible que va a estallar en los morros a los occidentales y tendrá consecuencias imprevisibles».

Medvedev, su delfín, aprovechará la visita a Belgrado para defender la política exterior rusa. En enero ya advirtió a Occidente de que Moscú no sería «un alumno aplicado», sino que impondría sus propios puntos de vista.

«¡Llegan los aliados!»

La prensa belgradense saludaba ayer la visita de los dirigentes rusos, con titulares como «¡Llegan los aliados!» de «Vecernje Novosti».

«Dmitri Medvedev, que el 2 de marzo [día de las elecciones rusas] se convertirá seguramente en el presidente ruso, tendrá la ocasión de confirmar en Belgrado la política exterior de Rusia hacia Serbia», añade el diario.

Los rusos son los primeros dirigentes internacionales de envergadura que acuden a Belgrado tras la masiva manifestación que reunió a 150.000 personas en la capital serbia en contra de la independencia de Kosovo.

Esta movilización concluyó con incidentes en los que se quemó la Embajada de EEUU. La comunidad internacional condenó estos hechos.

Aunque Rusia también los rechazó, Moscú responsabilizó directamente de los incidentes a «los países que han reconocido la independencia unilateral de Kosovo».

Junto a ello, Medvedev tratará en Belgrado de la cooperación en materia de gas y petróleo entre ambos países, que en enero firmaron numerosos acuerdos en este ámbito.

El primero de ellos permitirá la toma del control del mayor grupo petrolero serbio, Industria Petrolera de Serbia (NIS), por parte del gigante energético ruso Gazprom, al adquirir el 51% de las acciones.

El segundo acuerdo hace referencia a «un acuerdo de cooperación intergubernamental» entre Serbia y Rusia que prevé la participación del Ejecutivo de Belgrado en el gaseoducto South Stream, destinado a diversificar las rutas de transporte de gas ruso hacia Europa Occidental.

Serbia y Kosovo participan en un encuentro regional en Sofía

Representantes de los gobiernos de Serbia y de Kosovo asistirán a una cumbre regional que se celebrará el jueves y el viernes en Sofía, por primera vez desde la proclamación de la independencia del nuevo estado, según informó ayer el ministro búlgaro de Exteriores, Ivailo Kalfin.

«Será un encuentro difícil porque es el primer acontecimiento internacional en el que Serbia y Kosovo tienen que sentarse en la misma mesa. Haremos todo lo posible para que el encuentro se produzca. Bulgaria considera que no puede haber espacios vacíos en la cooperación regional», declaró Kalfin a la radio pública búlgara.

Una decena de ministros de Exteriores están citados a este encuentro, que se enmarca en el Proceso de Cooperación en el Sudeste de Europa, presidido por Bulgaria.

«Los Balcanes atraviesan un periodo extremadamente delicado e importante», reconoció Kalfin.

Las posiciones de los estados que acudirán a Sofía son divergentes en relación al reconocimiento de la independencia de Kosovo.

Dos de ellos -Albania y Turquía- ya han reconocido la independencia de la antigua provincia serbia, otros dos -Bulgaria y Croacia- se han declarado dispuestos a reconocerla, Grecia ha expresado sus reservas y Serbia, Rumanía y Chipre se oponen frontalmente a la independencia.

Entre los temas que se analizarán en Sofía está la influencia que la independencia de Kosovo tendrá Bosnia-Herzegovina, donde los serbios ya han anunciado su secesión, y en Macedonia, que cuenta con una importante minoría albanesa.

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