Los escándalos de los Tudor vuelven a salir a la luz
«Las hermanas Bolena»
La novela de ficción histórica sigue dando mucho juego en el cine, en su afán de modernizar los ambientes cortesanos para volver sobre sus escándalos, como si de la crónica rosa del momento se tratara. Scarlett Johansson rivaliza con Natalie Portman, desenterrando del pasado a la menos conocida de las hermanas Bolena, que se revela como romántica.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
El cine histórico no interesa al gran público por sí mismo, así que hay que aderezarlo de una forma actualizadora. Los ingleses, que son los máximos especialistas, tampoco escapan a esa creciente tendencia, según la cual los hechos del pasado son relatados como si formaran parte de la crónica rosa de nuestros días. Y, para cubrirse las espaldas, en estos casos siempre se recurre a la adaptación literaria, porque la novela de ficción histórica permite esas libertades y muchas más, ya que el vender libros está tanto o más difícil que el distribuir películas. De hecho, la polémica que arrastra el estreno de «Las hermanas Bolena» procede en origen del libro de Philippa Gregory.
La autora quiso aprovechar el hueco existente en torno al personaje de María Bolena, que ha quedado ensombrecido por la importancia adquirida por su hermana Ana Bolena, quien llegó a casarse con Enrique VIII. Ya que los historiadores poco o nada no han dicho sobre ella, Philippa Gregory ha querido otorgarle la misma relevancia que a su hermana, pese a tratarse de una perfecta desconocida. Ha supuesto que aquella familia, al igual que tantas otras a lo largo de los tiempos, tendría sus tensiones y problemas internos de rigor, por lo que se inclina por basar el relato en la rivalidad entre las dos hermanas. A partir de tal suposición, no era más que cuestión de ir encajando las piezas en el teatro de la historia, haciendo coincidir su particular teoría sobre el clan Bolena con la vida en la corte de los Tudor.
Las versiones
El periodo Tudor conoció tantos escándalos, la mayoría de ellos protagonizados por Enrique VIII, que resulta inevitable que el cine y la literatura sigan especulando al respecto. Y en esto es de justicia admitir que el cine nada puede frente a la televisión, debido a que el formato de serie se ajusta mucho mejor a este tipo de culebrones históricos. La BBC apuesta primero por la serie, aunque finalmente se busque la mayor difusión de la versión cinematográfica.
Tanto el director Justin Chadwick como el guionista Peter Morgan tienen experiencia previa en esas lides, toda vez que el segundo fue el responsable de escribir para la pantalla grande «The Queen», mientras que el realizador se dio a conocer en la televisión con la adaptación de la obra de Dickens «La casa desierta». La intención de ambos en «Las hermanas Bolena» ha sido la de hacer una película que se diferencie claramente de los productos televisivos, para lo que han prescindido del consabido reparto inglés.
La decisión de contratar estrellas de Hollywood para la adaptación cinematográfica de «Las hermanas Bolena» ha sido muy criticada, casi tanto como la propia novela de Philippa Gregory, con lo que el estreno no va a pasar desapercibido ni en Inglaterra ni en ningún otro país, por más que haya venido a coincidir con los comentarios sobre una ceremonia de los Óscar, bastante decaída y que ha dado para menos páginas y horas de emisión que de costumbre. Scarlett Johansson y Natalie Portman aportan glamour al duelo fraternal, en cuanto son como la rubia buena y la morena mala. En cuanto al protagonista masculino, hay que decir otro tanto, puesto que se trataba de rejuvenecer y aligerar la figura de Enrique VIII, demasiado cargada del peso de los siglos. Se ha pensado en el australiano Eric Bana, al que la barba le sienta muy bien, para que de un toque atractivo al monarca. Debe comportarse como alguien seductor, capaz de hacer que las dos hermanas se peleen por él.
Pero no sólo los personajes reciben ese tratamiento renovador, que aún se nota más en la ambientación. Sofía Coppola demostró en «María Antonieta» que la modernidad fue un signo identificador en las cortes europeas, lección que también aplica «Las hermanas Bolena» a la Inglaterra de los Tudor. Enrique VIII destacó en diversas facetas artísticas, dejando unas cuantas composiciones musicales bastante notables. Su comportamiento era el de un divo, el de un liberal que se atrevió a romper con la Iglesia de Roma y crear por su cuenta la Anglicana, cuando el Papa le condenó por su divorcio con Catalina de Aragón, a quien en la pantalla encarna Ana Torrent. El diseño artístico se ha inspirado libremente en las pinturas de Hans Holbein, el retratista oficial de la corte. El vestuario es una recreación fiel, salvo por la utilización dramática de los colores, al buscarse un contraste entre el carácter romántico de María y el ambicioso o materialista de Ana. Los decorados ya son más difíciles de ajustar, sencillamente porque los palacios del siglo XVI no se han conservado bien por culpa de los cambios que han ido sufriendo, y los hay que presentan un lavado de cara como atracción turística.
De cualquier forma el lujo escénico es, en «Las hermanas Bolena», un simple telón de fondo, que no es observado con detalle, pese a que algunos enormes tapices hayan sido recreados. Justin Chadwick se ha decantado por la imagen digital para trabajar más la cercanía de los personajes, antes que el mundo de época que les rodea. No deja de ser una modernización intencionada, de poner al día viejos escándalos cortesanos.
El libro de Philippa Gregory parte del personaje real de Ana Bolena -segunda esposa de Enrique VIII, degollada por orden de su marido- y «rescata» para la ficción a su hermana María. El argumento las sitúa en su pelea para obtener los favores del rey y poder así medrar en la corte. La dulce María se convierte en la amante real y le da un bastardo. La ambiciosa Ana logra que se divorcie de su mujer, pero pierde literalmente la cabeza.
Título original:
«The Other Boleyn Girl».
Dirección: Justin Chadwick.
Guión: Peter Morgan, sobre la novela de Philippa Gregory.
Producción: Alison Owen y Scott Rudin.
Fotografía: Kieran McGuigan.
Música: Paul Cantelon.
Intérpretes: Scarlett Johansson, Natalie Portman, Eric Bana, Kristin Scott Thomas, Jim Sturgess, Mark Rylance, Ana Torrent, David Morrisey, Eddie Redmayne, Oliver Coleman.
País: Inglaterra, 2008.
Género: Histórica.
Duración: 115 minutos.
La imagen con la que el cinéfilo asocia al rey inglés Enrique VIII es sin duda la de Charles Laughton, porque el actor inglés lo interpretó ya en el clásico de Alexander Korda «La vida privada de Enrique VIII», una película de 1934. Su caracterización dejó tan honda huella que la volvió a repetir casi veinte años después, ya como secundario, en «La reina virgen», de George Sidney. Le sucedieron otros compatriotas suyos, a los que la industria de Hollywood siguió recurriendo para respetar el origen del personaje, como fue el Robert Shaw, en la oscarizada «Un hombra para la eternidad»; o el de Richard Burton, en «Ana de los mil días», ambas realizadas en la segunda mitad de los 70. Después le llegaría su turno al actor televisivo Keith Michell. M.I.