Raimundo Fitero
Chiki Chiki
No las tengo todas conmigo y me parece que estamos inmersos en una gran broma, en una especie de gag universal, en un absurdo. No me refiero a los asuntos políticos, a las promesas o las reacciones posteriores, que también podrían calificarse de esta guisa. Es sobre Eurovisión, el famoso festival de la canción comercial y difundida por televisión, y los sistemas actuales para la elección de la canción y el artista que llevará la representación de la cadena oficial reconocida en la UER, y que no es otra que TVE. Es decir, como ustedes recordarán, los votos se los dan y otorgan a Spain, y no al artista.
Al parecer la canción que encabeza las votaciones populares que se están realizando por internet es la titulada «Chiki Chiki», que presenta un actor de Buenafuente, en esta ocasión rebautizado como Ricardo Chikilicuatre, y que tiene un vídeo que repiten por muchas cadenas, especialmente La Sexta que lo promociona, y que es uno de los más visitados en YouTube. A mi entender no es otra cosa que una buena gamberrada, una parodia de trazo grueso, un garabato que no llega a la categoría estética de esperpento. Saliendo de cualquier consideración canónica, de calidad musical, de oportunidad o de creencias, lo cierto es que tiene gracia, es pegadiza y si se trata de una simple broma con muchos cómplices, el impacto está logrado y será descargada como aquel corral de hace dos años que le iba a hacer a su «opa» El Koala, o como «Yo amo a Laura», que se convirtió en un emblema.
Tiene estribillo recordable, es bailable, se pueden colocar otras letras, sirve para casi todo. Yo ya he visto la cancioncita ilustrada con otras imágenes como futbolistas y cuadraba. Es contagiosa, y como se trata de ir a esa feria de los monstruos televisivos, esa concentración de frikis cantarines que se llama Festival de la Canción de Eurovisión, hasta es posible que de ir este invento se convirtiera en la gran sorpresa, la única posibilidad de Spain, para no hacer más el ridículo del que acostumbra. Es un fenómeno, y le seguiremos los pasos, y lo bailaremos «crusaíto». Intuyo que será una de las brasas musicales de este verano y de todas las horas moradas de las cenas.