Fermín Gongeta Sociólogo
Asalto a los cielos y derecho al voto
El Gobierno español, en Euskal Herria, nos ha igualado a hombres y mujeres suprimiéndonos el derecho al voto. ¡En pleno siglo XXI, dechado de atraso político! El Estado español nunca llegó ni a los puestos de la retaguardia en lo que a democracia se refiere. Sin haberse sacudido de una horrible dictadura, ahora la emula y supera
Solía decir Dolores Ibarruri que había algo que era peor que ser minero, y era ser esposa de minero. En pleno siglo XXI, la frase puede ser generalizada, desgraciadamente, para afirmar que hay algo peor que ser trabajador, como es ser trabajadora y esposa.
Existe un dato elocuente. El Día Internacional de los Trabajadores, el uno de mayo, lo celebramos como día festivo. Hasta el mismísimo Franco lo declaró también, disfrazándolo, de acuerdo con la Iglesia católica, bajo la advocación de san José artesano.
A las mujeres trabajadoras se les ha asignado una fecha, el ocho de marzo, pero no es declarado festivo. Es como si se dedicara un día al recuerdo de una injusticia, de una desgracia, el día del cáncer, el día del niño, el del hambre o el de la Cruz Roja. Simple recuerdo. Me horroriza y mosquea que los poderes públicos y organismos internacionales dediquen o consagren un día específico a una causa por muy noble que sea. Aparentan y nos quieren hacer creer que con ello solucionan el problema, cuando en realidad no hacen sino silenciarlo y enmudecernos.
Irene Falcón nos cuenta en «Asalto a los cielos» cómo habiendo sido seducida por Pasionaria para trabajar en el frente de mujeres en 1934, durante el bienio negro republicano, su primera tarea «consistió en dar un mitin en Vallecas un ocho de marzo. En aquel mitin -dice- recordé a Clara Zetkin que fue quien propuso en la II Internacional de mujeres socialistas en 1910 la celebración de esa fecha como Día Internacional de la Mujer Trabajadora». Era el 25-26 de agosto en Copenhague. Habría que esperar doce años (11-03-1922) para que la Internacional Comunista fijara de forma definitiva la fecha de celebración. Las Naciones Unidas lo oficializarían sesenta y siete años después, en 1977: la Jornada Internacional de la Mujer.
Pero esta fecha, ¿desde su inicio fue el día de la mujer? De ninguna manera. Era el día en que de forma especial las mujeres eran solicitadas para que protestaran contra la guerra y el fascismo, contra las guerras coloniales, pero en ningún momento se dedicaba la jornada a reivindicar sus propios problemas. Los asuntos políticos tenían preferencia sobre los problemas de género.
En el centro de sus reivindicaciones se situaba claramente el derecho de la mujer al sufragio, al voto. «Las mujeres socialistas de todos los países -escribía Clara Zetkin en «Feminismo sin fronteras»- debían organizar el ocho de marzo, en total acuerdo con las organizaciones políticas y sindicales, con el objetivo inmediato de obtener el derecho al voto».
En aquella misma época, Belén de Sárraga, republicana federalista, mantenía que el único signo del triunfo del socialismo sería la igualdad entre hombres y mujeres. «Sin libertad no hay socialismo» decía con absoluta clarividencia.
No, según eso, ni en el Estado español ni en Euskal Herria hay socialismo. Signo de ello es la ausencia de libertad. Dos años faltan para que se cumplan los cien, ¡un siglo!, de la proclamación por parte de Zetkin del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Se pedía para ella el derecho al voto, en igualdad con el hombre.
El Gobierno español, en Euskal Herria, nos ha igualado a hombres y mujeres suprimiéndonos el derecho al voto. ¡En pleno siglo XXI, dechado de atraso político!
Luchó Clara Campoamor para conseguir el voto de la mujer en la II República, y ahora el Gobierno socialista, en base a argumentos del estilo de que algunos vascos descendemos de rabos de monos y estamos emparentados con las fuerzas del mal, nos suprimen el más elemental de nuestros derechos, el de votar a quien nosotros deseemos. El PSOE y el PP nos silencian y amordazan a una buena parte de la población. El Estado español nunca llegó ni a los puestos de la retaguardia en lo que a democracia se refiere. Sin haberse sacudido de una horrible dictadura, ahora la emula y supera.
El día ocho de marzo, el día de la mujer trabajadora, en vísperas de las elecciones españolas, se volverán a escuchar las voces y gritos exigiendo para todos, hombres y mujeres de Euskal Herria, el derecho al voto sin trabas ni condiciones.
Han pasado noventa y ocho años y el Gobierno español ha dado un paso hacia atrás, tan enorme como necio.