«La exacerbación de la escena política serbia tras la proclamación de la independencia de Kosovo ha puesto en peligro a muchos defensores de los derechos humanos y a políticos de orientación liberal y democrática», advierte Natasa Kandic, miembro de un colectivo de defensa de los derechos humanos.

Ella misma ha sido objeto de amenazas y de ataques en la prensa por haberse atrevido a asistir a la sesión del Parlamento kosovar que proclamó la independencia el 17 de febrero.

«Hay traidores en Serbia», advirtió el ministro de Infraestructuras, Velimir Ilic, quien instó a «detener a la canallesca que humilla a Serbia desde hace años».

Ilic, próximo al primer ministro, Vojislav Kostunica, justificó los ataques a las embajadas como «expresión democrática».

Durante los disturbios estuvo a punto de ser atacada la sede de la televisión B92. Las amenazas contra sus periodistas son cada vez más frecuentes, según ha denunciado su director, Veran Matic. «Desde 1999 y la limpieza étnica contra los albaneses de Kosovo por parte de las fuerzas de Milosevic, nunca los defensores de los derechos humanos han sido tan vulnerables», añade. Informes recientes hablan de amenazas y ataques a los albaneses del valle de Presevo, escenario a principios de 2000 de una insurrección armada contra Serbia. El Partido Liberal Democrático de Cedomir Jovanovic -único dirigente político favorable a la independencia de Kosovo- es otro objetivo. Sus sedes en muchas localidades han sido destruidas y ha habido un atentado contra su apartamento. «Un grupo de traidores», les calificó Ilic. A su estela, el presidente del SPS del difunto Milosevic, Ivica Dacic, ha pedido la prohibición de todos los partidos y ONG que reconocen la independencia de Kosovo.