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El surrealismo y sus cosas desembarcan en el Guggenheim

«Trato de crear cosas fantásticas, cosas mágicas, como en un sueño. El mundo necesita más fantasía. Nuestra civilización es demasiado mecánica. Podemos convertir lo fantástico en más real que lo que realmente existe». Lo dijo Salvador Dalí. El Surrealismo había llegado y lo hizo para quedarse: nunca un movimiento artístico tuvo semejante influencia en la vida cotidiana.

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Karolina ALMAGIA

El Teléfono Langosta o el sofá en forma de labios de Mae West son sólo dos ejemplos: el Surrealismo consiguió convertir algunos objetos cotidianos en iconos, y dejó huella en campos que van mucho más allá de las Bellas Artes. Organizada por el prestigioso Victoria and Albert Museum de Londres y coproducida por el Museo Guggenheim Bilbao, con el patrocinio del BBVA, la exposición «Cosas del Surrealismo» que se abre hoy al público examina el impacto de este movimiento vanguardista en la vida cotidiana.

Precisamente, la originalidad de la muestra estriba en que explora la influencia del Surrealismo en el mundo del diseño, la pintura, el teatro, la decoración de interiores, la moda, el cine, la arquitectura, el mobiliario y la publicidad. Con unos 250 objetos, provenientes de colecciones públicas y privadas de todo el mundo, algunos de ellos exhibidos por primera vez, la exposición llega precedida de un gran éxito de público en el Victoria and Albert Museum de Londres y el Museum Boijmans Van Beuningen de Rotterdam, donde se exhibió antes.

Comisariada por Ghislaine Wood, la muestra está dividida en cinco secciones temáticas -«El ballet», «El Surrealismo y el objeto», «La naturaleza se vuelve extraña», «La exposición del cuerpo» y «El interior ilusorio»- que subrayan la evolución que experimentó el Surrealismo desde su nacimiento como movimiento artístico de vanguardia políticamente radical, hasta convertirse en un fenómeno cultural que transformó el mundo del arte, la publicidad y el diseño en tan sólo una década, y que incluso, hoy día, sigue ejerciendo una importante influencia en muchos campos.

La exposición se ha instalado en la tercera planta del Museo a través de una escenografía que ha sido diseñada especialmente para Bilbo por el equipo de arquitectos londinense Metaphor, inspirada en las que realizaron los propios surrealistas para teatro. «Nunca antes se habían reunido todas estas obras. Hemos preferido un abordaje temático, en vez de hacer una cronología o un estudio sobre el Surrealismo», explicó ayer Ghislaine Wood, durante la presentación de la muestra a los medios. Salvador Dalí, René Magritte, Jean Arp, Joan Miró, Giorgio de Chirico, Isamu Noguchi, Eileen Agar, Jean Michel Frank, Frederick Kiesler o Max Ernst son sólo algunos de los artistas que firman los trabajos expuestos.

El primer espacio, «El ballet», sirve para recordar las tensiones que hubo entre los surrealistas. El estreno del ballet «Romeo y Julieta» en 1926, cuyos decorados habían sido encargados a Max Erns y Joan Miró, fue boicoteado por un grupo de personas, azuzadas por André Breto, Louis Aragon y Pablo Picasso, que pensaban que aquellos artistas se habían vendido. También Dalí fue objeto de numeroras críticas por parte de sus colegas, dado su abrazo al mundo comercial. «La conversión de obras de arte en objetos comerciales siempre ha sido un tema difícil para el mundo artístico, pero en el Surrealismo artistas como Dalí consiguieron llevar a cabo esta transformación de manera brillante», opinó Ghislaine Wood. Figura clave para ello fue el millonario británico Edward James, mecenas de Magritte y de Dalé, que transformó su vivienda, la Casa Monkton, en un auténtico sueño surrealista, decorado con el sofá en forma de los labios de Mae West, los teléfonos langosta y el juego de té de guantes rosas, todos ellos incluidos en esta exposición. Pese a sus discrepancias, la mayoría de los artistas surrealistas desarrollaron trabajos en otros medios, tal y como se puede apreciar en la muestra del Guggenheim. Uno de sus recursos consistió en contraponer a la creación de obras escultóricas objetos nuevos, realizados a partir de otros ya existentes y, con frecuencia, pasados de moda. Pese a que su intención era criticar la cultura de consumo, la llegada del objeto surrealista permitió una mayor asimilación popular de las ideas de este movimiento. En la sección «El Surrealismo y el objeto» se exhiben la escultura de Dalí «Busto de mujer retrospectivo» (1933), «El espectro de la gardenia» (1936), de Marcel Jean; la «Carretilla» (1937) de Óscar Domínguez; y la fotografía de Man Ray «Modelo reclinada sobre la Carretilla» de Óscar Domínguez» (1937) .

El apartado «La naturaleza se vuelve extraña» da cuenta de cómo los surrealistas convirtieron a la naturaleza en símbolo de lo «maravilloso» y metáfora del subconsciente. En esta sección se presentan ejemplos como «Cabeza y concha» (1933) de Jean Arp; los Pendientes para Peggy Guggenheim de Yves Tanguy (1938); el Móvil de Alexander Calder (1941); el Jarrón (1944) de Joan Miró y Artigas; el Sofá en forma de nube (1948) de Isamu Noguchi o la Mesa realizada en 1949 por Carlo Mollino.

La representación del cuerpo constituye un nuevo apartado dentro de esta muestra. El cuerpo, en especial el femenino, «se convirtió en objeto de un intenso análisis: desmembrado, fragmentado, profanado, erotizado y ensalzado, aunaba la esfera física con la psicológica y permitía explorar la sexualidad como una faceta de la modernidad». Pero, como recuerda esta exposición, el cuerpo también fue un agente fundamental en la comercialización del Surrealismo. «A través de la iconografía y la fotografía de moda, fue fetichizado, erotizado y transformado hasta ser irreconocible». Las fotografías de Claude Cahun, o Hans Bellmer, los vestidos de Elsa Schiaparelli, la «Venus de Milo con cajones» (1936/64), de Salvador Dalí, o su extraordinario broche «Estrella de mar» (1950) figuran en este apartado.

El último capítulo de la exposición se dedica al interiorismo doméstico, un tema que resultó sumamente atractivo para varias mujeres surrealistas como Leonor Fini, Leonora Carrington, Toyen (Marie Cerminova) o Dorothea Tanning. En el contexto del análisis freudiano de los sueños, el hogar ya no sólo significaba lo doméstico y la seguridad, sino que estaba cargado de sexualidad. Al combinar lo antiguo, lo nuevo y lo extraño, los surrealistas crearon un entorno que contrastaba fuertemente con las ideas imperantes en el diseño moderno. Entre las obras que se muestran en esta sección se encuentran «Pareja con la cabeza llena de nubes» (1936), de Salvador Dalí; «Prohibida su reproducción» (1937) de René Magritte; la «Pequeña serenata nocturna» (1943) de Dorothea Tanning; o «La casa de enfrente» (1947) de Leonora Carrington. Junto a ellas, algunos de los objetos surrealistas más reconocibles como el «Teléfono afrodisíaco blanco» de Dalí (1938), el Sofá de Mae West o el Jarrón de Alberto y Diego Giacometti.

«Cosas del Surrealismo» permanecerá abierta hasta el 7 de setiembre. Como complemento a la exposición, un espacio didáctico permite consultar las obras clave del Surrealismo, escuchar su música y los testimonios de los artistas. Además, se puede jugar al «Cadáver exquisito», juego creado por los surrealistas. Por otro lado, entre las actividades complementarias figura un ciclo de cine -del 8 al 12 de abril- que está centrado en la animación contemporánea y pone de manifiesto que el Surrealsimo es «una visión del mundo que trasciende a un período histórico concreto». Además, el 24 de abril varios expertos hablarán sobre aspectos «desconocidos» de este movimiento.

Dalí y Peggy Guggenheim, protagonistas en Bilbo

En el Museo Guggenheim Bilbao, tercera sede internacional de la muestra, se ofrece especial atención al legado de dos destacados protagonistas de este movimiento: por un lado, Salvador Dalí, cuya dilatada producción ocupa una posición destacada a lo largo de toda la exposición, con cerca de una treintena de obras distribuidas en las distintas secciones (entre ellas muchas joyas diseñadas por el artista de Figueras y poco conocidas). Por otro, Peggy Guggenheim, quien reunió una de las colecciones más importantes de arte surrealista, presentada en el año 1942 en el museo/galería Art of This Century, situado en el centro de la vanguardia neoyorquina.

Ficha

Título: «Cosas del surrealismo».

Fecha: Del 29 de febrero al 7 de setiembre de 2008.

Comisaria: Ghislaine Wood. Organiza: Victoria and Albert Museum de Londres. Actividades: Ciclo de cine «La vida de los objetos», del 8 al 12 de abril. Mesa redonda «Enigmas surrealistas» el 24 de abril, de 18.30 a 21.00 h.

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