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Tras las elecciones del 9-M

El PNV deposita en Zapatero la esperanza de hacer útiles sus votos

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Txotxe ANDUEZA | GASTEIZ

El PNV ha perdido 117.734 votos con respecto a las elecciones generales celebradas en el año 2004; los respaldos obtenidos han descendido a cotas que no conocía desde las contiendas electorales de principios de los 90; ha perdido el liderazgo, no sólo en la CAV sino también, uno a uno, en los tres herrialdes, incluido Bizkaia; y ha visto reducida su representación en el Congreso y, de forma más acusada, en el Senado.

El varapalo que estos datos representan no ha pasado, por supuesto, inadvertido para nadie. Y ello ha hecho que los propios dirigentes jeltzales se hayan visto obligados a reconocer, como lo hizo el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, en la misma noche electoral, que los resultados han sido peores de lo que esperaban y que deberán afrontar un análisis en profundidad de las razones de esta importante pérdida de apoyos.

Pero antes de ese proceso de reflexión «serena» que anunciara Urkullu, antes incluso de la reunión de ayer del EBB, tanto Josu Erkoreka como el presidente del partido en ese mismo territorio, Andoni Ortuzar, ya incidían ayer en algunos de los argumentos con los que intentaron justificar las cifras que las urnas arrojaron para su partido este domingo.

«Frenar al PP en las urnas»

De todas las valoraciones realizadas por los dirigentes jeltzales tanto la noche del domingo como en la jornada de ayer, la más repetida ha sido la «polarización» del escenario electoral. Josu Erkoreka, incluso, reconocía ayer que «mucho voto nacionalista se ha marcado como objetivo prioritario en esta cita con las urnas frenar al PP, y no ha encontrado mejor aliado para eso que votar al PSOE».

Sin embargo, el senador electo por Bizkaia, Iñaki Anasagasti, avanzaba ayer en su blog más hipótesis de los elementos que pudieran haber ayudado a llevar al PNV a esta debacle. Entre otras razones, apuntaba la «gran beligerancia contra el PNV» mostrada por ELA en el conflicto de Osakidetza; el «espectáculo» de EA y EB «rompiendo el acuerdo» en lugares como Arrasate, donde ANV gobernaba con el apoyo de EB; o la «obsesión» de ANV contra el PNV.

Desde fuera de las filas jeltzales se ha señalado con más fuerza otro posible motivo para el descenso de apoyos electorales sufrido por el PNV, que no es otro que el proyecto de consulta anunciado por el lehendakari, Juan José Ibarretxe.

Ayer, Josu Erkoreka tuvo especial interés en desechar esta interpretación. Dijo que estos resultados se han producido «en un contexto muy determinado, en una cita muy concreta con las urnas. Extrapolarlo y generalizarlo sería un error gravísimo de todos, también del PSOE».

Llamada y oferta a Zapatero

Desde sus primeras valoraciones de los resultados, los dirigentes jeltzales se centraron en subrayar el ofrecimiento de colaboración al presidente español. Urkullu llamó directamente a José Luis Rodríguez Zapatero, como reconoció y agradeció ayer éste, antes incluso de que su reelección fuera oficial para felicitarle. También le reiteró el ofrecimiento del partido jeltzale para colaborar en la búsqueda, dijo, de «una solución definitiva al conflicto político que afecta a la sociedad vasca».

Por su parte, Erkoreka se preguntaba ayer «para qué sirve toda la fuerza parlamentaria» de los nueve diputados obtenidos por el PSE en la CAV, asegurando que si Rodríguez Zapatero «se compromete a poner toda esta fuerza parlamentaria a favor de un proceso de normalización de la política vasca» le apoyarán en la investidura, y si no lo hace, siempre hay tiempo, en los cuatro años de legislatura, de llegar a algún tipo de acuerdo.

En declaraciones anteriores a las elecciones, diversos portavoces de la formación jeltzale dijeron creer conveniente un pronunciamiento de Zapatero para aclarar sus planes ante «la cuestión vasca». A pesar de que el presidente del Gobierno español no ha tenido a bien responder a sus demandas, los dirigentes del PNV siguen esperando que Zapatero opte por negociar con ellos algún tipo de acuerdo para garantizar la gobernabilidad que, de paso, otorgue a sus votos una utilidad propia, más allá del confesado objetivo de hacer frente a Rajoy apoyando a Zapatero, y dé al propio PNV un lugar en la política estatal.

Apuesta debilitada

Pero esos objetivos podrían verse dificultados después de que el PNV haya salido debilitado de la cita electoral del pasado domingo. Ha perdido casi 120.000 votos, lo que supone una reducción de un 28% de los sufragios obtenidos en las anteriores elecciones para Congreso y Senado, celebradas en 2004.

Por herrialdes, los resultados de Bizkaia son los que seguramente tendrán un mayor valor simbólico para la formación que preside Iñigo Urkullu, ya que por primera vez en la historia el PSE se ha situado como primera fuerza, relegando al PNV a una desconocida segunda posición. En este territorio, los jeltzales han perdido el 25% de los sufragios.

Los números han sido porcentualmente peores en Araba, donde ha perdido el 32,6% de los votos, y en Gipuzkoa, donde el descenso ha sido del 33,6% de los sufragios.

El PNV no obtenía unos resultados similares desde 1993, año en que la polarización Aznar-González produjo una concentración de voto similar a la actual. Y lo que hace más necesaria la anunciada reflexión es que, además, estos resultados se encuentran al final de una trayectoria descendente que ha dejado al PNV con la mitad de los apoyos recibidos en las elecciones de 2001, en las que el miedo a Jaime Mayor Oreja les llevó a los 604.222 votos. Claro que, entonces, el miedo jugó a su favor.

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