El buque Maro se parte en tres a consecuencia del fuerte oleaje
El mercante Maro, varado en los acantilados del monte Jaizkibel desde el pasado jueves por la noche, se partió en tres debido a las grandes olas que azotaron ayer la costa guipuzcoana. Testigos oculares indicaron que se había derramado carburante al mar, pe- ro Salvamento Marítimo aseguró que no había observado restos de contaminación por pérdida de combustible.
GARA |
La imagen que ofrecía ayer el buque Maro era impresionante. El viento soplaba fuerte en la costa del monte Jaizkibel y, con cada golpe de mar, el casco de la embarcación chocaba contra las rocas. Hasta que por la tarde el temporal rompió en tres partes el mercante, que permanecía encallado en las proximidades del puerto de Pasaia desde la noche del pasado jueves.
Testigos oculares afirmaron que se había derramado carburante a la mar. Pero Salvamento Marítimo explixó que por el momento no se habían observado restos de contaminación por pérdida de combustible.
Según comunicaron fuentes del dispositivo de rescate, el fuerte oleaje que se registraba en la zona, donde para la noche se preveían olas de hasta siete metros de altura, no permitían conocer con seguridad si el mercante había perdido las 54 toneladas de gasóleo y las 2,6 de aceite que llevaba en sus tanques de combustible.
El gasóleo, ¿volatilizado?
Salvamento Marítimo precisó en un comunicado de prensa que varios de sus técnicos habían accedido por la mañana al mercante varado y habían constatado que el gasóleo que el Maro transportaba para sus máquinas «no permanece ya en los tanques del buque».
Este organismo dependiente del Ministerio de Fomento especulaba con la posibilidad de que, al tratarse de gasóleo, «un elemento muy volátil en comparación con otros combustibles», las malas condiciones de la mar habieran podido facilitar su dispersión en las batientes, ya que en las inspecciones realizadas ayer por los medios desplegados no se observaron restos de carburante en la zona.
Fuentes del dispositivo se- ñalaron que las hipótesis más probables eran que, en caso de fuga, el gasóleo se hubiera volatilizado o, en su defecto, que la batida de la mar contra las rocas hubiera ayudado a disolverlo, dado que este producto «no es tan contaminante como el crudo que emulsiona al contacto con el agua». En todo caso, admitieron que hasta hoy no se conocería la situación real de la embarcación.
En cuanto el temporal lo permitiera, los técnicos contratados por el armador y los de Salvamento Marítimo tenían pre- visto realizar una nueva evaluación de la situación del buque naufragado, cuyos restos sufrían el embate del temporal en una zona de difícil acceso y experimentaban cambios de posición por la rompiente en la que se encontraban.
La Capitanía Marítima de Pasaia solicitó al armador del buque que presentara el plan de extracción de elementos contaminantes que todavía se po- dían encontrar a bordo, como aceite o plásticos, así como un plan de retirada de sus restos de la zona en la que se hallaban, como está recogido en la normativa marítima.
Salvamento Marítimo recordó, además, que los técnicos ya habían desaconsejado el reflotamiento del barco, ya que sufría daños que podrían ocasionar su hundimiento.
Mala condición meteorológica
El buque Maro, de 96 metros de eslora y bandera de La Antigua y Barbuda, encalló la noche del pasado jueves en una zona de rocas situada en los aledaños del monte Jaizkibel, entre Hondarribia y el puerto de Pasaia, al que se dirigía en lastre desde Baiona para cargar productos siderúrgicos. Según explicaron entonces fuentes portuarias, al parecer el barco sufrió un percance en las máquinas que le hizo encallar en una gran roca por la mitad de popa, muy cer-ca de la costa del monte Jaizkibel, en las proximidades de punta Turulla y a dos millas del Cabo Híguer.
El impacto provocó una vía de agua en la estructura de la nave y una fisura en el tanque de combustible que ocasionó una ligera pérdida de gasóleo y una mínima contaminación en torno al buque, que sufrió una inundación en la cámara de máquinas y en las bodegas.
Un helicóptero de Salvamen-to Marítimo evacuó el viernes por la mañana a seis de los siete tripulantes en perfecto estado de salud y al día siguiente rescató al capitán, quien hasta entonces se había negado a abandonar la nave.
Desde ese momento, la prioridad del dispositivo de rescate, en el que participaban tres remolcadores, una embarcación de salvamento, varias naves de la Cruz Roja, un equipo de buzos y un avión de observación, entre otros recursos, fue la extracción del combustible de la nave, operación que se tuvo que posponer en varias ocasiones, la última la mañana de ayer, debido a las malas condiciones meteorológicas y de la mar en la zona. Los expertos no auguraban mejoría hasta por lo menos la noche de hoy.
Salvamento Marítimo recordó que los técnicos habían desaconsejado el reflotamiento del barco, ya que sufría daños que podrían ocasionar su hundimiento. Greenpeace explicó que en octubre tuvo problemas.
La organización ecologista Greenpeace explicó que no existían alrededor del buque barreras anticontaminación para prevenir posibles fugas o derrames de combustible.
Antes de conocerse la noticia de que el buque Maro se había partido en tres, la organización ecologista Greenpeace emitió a los medios de comunicación un escrito advirtiendo del peligro que suponía el varamiento de la embarcación, porque podría causar un vertido de 54 toneladas de fuel y 2,6 de aceites minerales en un Lugar de Interés Comunitario (LIC) de la costa guipuzcoana. «Esto pondría en peligro los ecosistemas costeros de la zona y afectaría gravemente una zona de alto valor ecológico», afirmaba. El jueves por la noche, tras un fallo en sus motores, el Maro quedó a la deriva para finalmente encallar en la costa guipuzcoana, a dos millas del Cabo Híguer. Greenpeace pudo comprobar que en la mañana de ayer no existía vigilancia en tierra ni personal que estuviera supervisando la evolución de eventuales fugas de combustible del barco.
El Maro es un buque de 96 metros de eslora con bandera de La Antigua y Barbuda, construido en 1991 en Alemania. La organización ecologista explicó que el pasado mes de octubre este barco ya tuvo problemas con la propulsión auxiliar en el puerto de A Coruña, por lo que fue apercibido por las autoridades españolas.
Greenpeace criticó que tras tres días encallado en la costa, aún no se habían retirado el fuel y el aceite de sus tanques. Según esta organización, tampoco existían alrededor del buque barreras anticontaminación para prevenir posibles fugas de combustible. Exigió que antes de mover el barco de su posición se extrajeran el combustible y los aceites, para evitar «un nuevo episodio de contaminación en el medio marino».