Martin Garitano Periodista
La sensatez y el pragmatismo
Ya se pasó. Zapatero no tendrá que hacer la siempre incómoda mudanza desde la Moncloa a un confortable piso de clase media en León; Rajoy sigue donde estaba y rodeado por la misma cohorte de centuriones adiestrados por Aznar en su época más oscura; el PNV ha tragado el sapo de ver cómo su trocito de poder puede ser administrado por otros en breve y las terceras vías han comprobado sus límites reales, bien estrechos, por cierto. ¿Y la izquierda abertzale? ¿Cómo le ha ido la feria? Los datos están ahí, a la vista de quien quiera verlos y no es euforia señalar que, en condiciones inimaginables para cualquier otra fuerza política, ha llegado a cubrir todas sus expectativas. Y es que ¿se imaginan por un momento al PNV sin espacios televisivos, con toda su dirección y cuadros encarcelados, soportando cierres sucesivos de los medios de comunicación donde hallan eco, sin financiación...? Pueden, pues, darse por satisfechos quienes optaron por plantarse frente a las urnas de la ignominia el domingo pasado.
La cuestión ahora es, sin embargo, otra. Ya tenemos el escenario, conocemos el peso y la medida de cada uno de los actores y actrices. Sólo nos falta conocer el guión. ¿Osará Zapatero hacer frente a un acuerdo político que quedó colgado en los aledaños de la basílica de Loiola o tomará la españolísima opción de interpretar a Don Tancredo cuatro años más? ¿Y el PNV? ¿Qué lectura hará del desastre electoral? ¿Comprenderá que sus arrumacos al PSOE que se cargó el proceso le han costado caros o volverá por la senda de la seducción hasta hacerse un mismo cuerpo, una sola entidad con el PSOE?
No esperen nada del PP, al que la cerril negación del diálogo con las fuerzas vascas no le ha costado desgaste alguno y ha comprobado, atónito, cómo un atentado de ETA le alejaba de la victoria que casi tocaba con los dedos.
Es la hora de la sensatez y el pragmatismo. Sensatez para tomar y cumplir acuerdos democráticos y pragmatismo para aceptar que sólo así se hará la paz.