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Fernando Sebastián defiende el dolor ante los cuidados paliativos

El arzobispo emérito de Iruñea, Fernando Sebastián, reivindicó ayer en Valladolid la muerte sin cuidados paliativos, arremetiendo contra la mayoría social que defiende que las per- sonas enfermas terminales puedan morir sin dolor. El prelado ultraconservador llegó a decir que «algunos confunden la dignidad de la muerte con el miedo al dolor».

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«Jesús no tuvo cuidados paliativos pero su muerte fue absolutamente digna porque la miró cara a cara, con confianza, porque la aceptó con amor, porque la vivió descansando en los brazos del Padre Celestial», manifestó Sebastián, al apostar por no restar dolor a los enfermos terminales.

El polémico arzobispo emérito de Iruñea -que mantiene el cargo aunque quien ejerce realmente en la capital navarra tras su jubilación es Francisco Pérez- cuestionó los cuidados paliativos durante su alocución ayer en el Sermón de las Siete Palabras de la Semana Santa de Valladolid. Fue una homilía catequizante que centró en la «descristianización» que, en su opinión, vive la sociedad, a la que ofreció un programa de vida y de esperanza siguiendo con humildad el ejemplo del hijo de Dios «que murió por todos nosotros».

A lo largo de 80 minutos, Fernando Sebastián recordó las siete «palabras vivas» que Jesús pronunció en la cruz antes de morir hace más de 2.000 años y que le sirvieron para reflexionar sobre la «verdad» de la religión cristiana que, según defendió, no es un invento de los hombres «sino la verdad de Jesús, que honra el nombre de Dios y abre la puerta de la salvación».

Para el prelado ultraconservador, la religión cristiana no es algo añadido a los hombres que puedan dejar en casa al salir a la calle sino que «configura la verdad entera de nuestra vida como personas» al seguir el ejemplo de vida de Jesús y el camino que abrió hacia la resurrección, «algo que no podemos comprender pero que amamos y deseamos con todo el corazón».

En su sermón, Sebastián fue desgranando las siete palabras pronunciadas por Jesús de Nazaret al ser crucificado. Así, refiriéndose a la expresión «Hoy estarás conmigo en el paraíso», dijo que estas palabras son el «gran consuelo» para que ante la «suprema soledad» de la muerte comprendamos que «no estamos solos sino que el perdón abre de par en par las puertas del corazón de Dios», al que pidió que ayude a los cristianos a librarse de sus errores, ambiciones y odios para que rebrote una fe «adormecida o tristemente perdida».

De la cuarta palabra de Jesús en el monte Calvario, «Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado», consideró que permite asomarse al corazón de Cristo en un momento solemne de agonía ya que, según alabó, «quiso hacerse hombre como nosotros y con todas las consecuencias». A su juicio, se trata de una «soledad redentora» en la voluntad de Dios de que su Hijo padeciese la muerte de los pecadores y de que bajase al infierno de la soledad del hombre y de que conociese la dura verdad de la vida y de la muerte».

«Del abismo del dolor surge la confianza inmensa de Jesús que enlaza el mundo de los hombres con la misericordia de Dios y nos redime», continuó Fernando Sebastián, para quien la «fidelidad« que demostró Jesucristo en el Calvario representa precisamente la «fuerza de convicción de la Iglesia» y la primera obligación de los cristianos, la fe y el amor a Dios y a todos los hermanos en todas las circunstancias de la vida».

También mencionó «En tus manos encomiendo mi espíritu», para destacar la importancia de la resurrección para la vida cristiana. «Ninguna palabra fue improvisada y ésta menos. Esta es la palabra y la oración de su vida», explicó el arzobispo emérito de Iruñea para quien esa frase expresa la verdad más íntima de la vida de Jesús.

Tormento

«Jesús no tuvo cuidados paliativos, pero su muerte fue absolutamente digna porque la miró cara a cara, con confianza, porque la aceptó con amor, porque la vivió descansando en los brazos del Padre Celestial», manifestó el arzobispo emérito.

Balmaseda, Segura o Andosilla reúnen a miles de fieles y turistas

Miles de personas acudieron un año más a las pasiones vivientes, procesiones y otras celebraciones cristianas que salpicaron el pasado viernes la geografía vasca. Balmaseda, Andosilla, Arkotxa, Durango, Hondarribia, Segura, Bilbo, Donostia o Hondarribia fueron algunas de las citas más concurridas.

El más multitudinario fue otra vez el Vía Crucis viviente de Balmaseda, ya que alrededor de 25.000 personas se acercaron hasta la localidad encartada para ser testigos de una tradición que data de finales del siglo XVIII y en la que participaron cerca de 700 vecinos de la villa vizcaina, de los que unos 350 dieron vida a los personajes.

La apertura al tráfico la semana pasada del último tramo del Corredor del Kadagua provocó un aumento del número de espectadores que acudieron a Balmaseda en su vehículo particular, mientras que se produjo un descenso en los que optaron por acudir en el tren de Feve y en los autobuses de Bizkaibus. GARA

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