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Josebe EGIA

Paradoja aberrante

Escribo la víspera de nuestro Aberri Eguna. Hoy miles de abertzales nos encontraremos en la muga para reivindicar con fuerza «Nazioa gara. Zazpiak bat. Burujabetzaren alde», a pesar de las minivacaciones y de lo revuelto que está el clima atmosférico y político. Escribo, a la vez, teniendo muy presente a otros pueblos que, como al nuestro, se les niega el derecho a decidir e, incluso, hasta el de existir.

Es el caso del pueblo palestino, que está siendo machacado sin piedad por el Estado de Is- rael, en una de las paradojas más aberrantes que podemos encontrar en el mundo civilizado. El Estado que representa al pueblo judío -víctima del nazismo y del holocausto que supuso el asesinato de las tres cuartas partes de las y los judíos de Europa- sin piedad alguna está llevando a cabo un auténtico genocidio contra la población palestina. Está confirmando con hechos la amenaza del viceministro israelí de Defensa, Matan Vilnai, de llevar a cabo «un holocausto» en Gaza. En las últimas semanas, el ejército israelí ha causado la muerte de más de 170 personas, buena parte de ellas criaturas y mujeres, ajenas completamente a cualquier actividad militar. Las ONG más prestigiosas del mundo acaban de firmar un documento en el que denuncian la violación casi cotidiana de los convenios de Ginebra y de la ley internacional por parte de Israel.

No parece que la comunidad internacional esté conmovida por el documento conjunto de las ONG. No hay más que ver la visita de Ángela Merkel al Parlamento israelí. Tras proclamar la vergüenza que como alemana le producía el recuerdo del holocausto y pedir perdón por la matanza nazi -gesto de obligado cumplimiento-, se alineó sin fisuras con Israel y Estados Unidos. Compartió la amenaza que comportaba para el pueblo judío la pretensión iraní de dotarse del arma nuclear, declarando que todo atentado a la seguridad de Israel lo era a la de Alemania. Y, en un acto detestable en una pretendida demócrata, condenó el lanzamiento de cohetes desde Gaza sobre Israel, pero no pronunció palabra alguna sobre la represión israelí contra las y los palestinos de la franja.

Esta actitud es justo la contraria de la mantenida por la responsable del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Louise Arbour. Ésta ha condenado el envío de cohetes por militantes palestinos sobre poblaciones civiles en Israel, pero ha denunciado que la respuesta israelí es desproporcionada. Arbour plantea que los milicia- nos palestinos que tiran los cohetes deben ser detenidos y entregados a la Justicia, pero que lo mismo debe suceder con los responsables en el lado israelí de la matanza de civiles palestinos. Con ello deja claro que, en la medida que los responsables de esas matanzas de civiles no son milicianos, sino cargos militares y políticos de Israel perfectamente identificados e identificables, éstos deberían responder ante tribunales internacionales por la violación de la Convención de Ginebra. Apoyémosles para ello.

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