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Floren Aoiz www.elomendia.com

¿Ahora nadie habla de precio político?

No sé si al final veremos a Bono presidiendo el Congreso español gracias a los votos del PNV. Este partido se ha tragado sin pestañear sapos muchísimo mayores, así que no sería de extrañar que lo hicieran también esta vez. Sea así o no, estamos en plena temporada de liquidaciones y negociaciones sin luz ni taquígrafos, de las que la sociedad vasca sabe más bien poco. Ni siquiera los partidos que comparten gobierno en Gasteiz con los jeltzales están al tanto de lo que se cuece en este diálogo sin testigos. PNV y PSOE se cruzan piropos, y ahora el Gobierno español habla de diálogo sin condiciones. Cuando se trata de asegurar las poltronas y seguir en el poder la voluntad de acuerdo queda por encima de complejos y autolimitaciones, y no hay lugar para el fantasma del precio político, que agitaron hace unos meses para frustrar el proceso.

Si el PSOE hubiera afrontado el proceso desde una posición abierta a un diálogo sin condiciones, estaríamos celebrando el avance hacia la paz, en un escenario de progresiva relajación de la tensión y materialización de soluciones. Si el Gobierno de Rodríguez Zapatero no se hubiera enrocado en una defensa del marco constitucional, que nos niega como pueblo y nos impide decidir libremente, ahora todo sería diferente. Por eso, me parece un insulto que ahora se alardee de espíritu dialogante desde La Moncloa. Claro que no es más gratificante la frivolidad con la que Urkullu y los suyos tiran al cubo de la basura sus propias propuestas y trafican con las ilusiones de decenas de miles de personas. Nos tratan como si no tuviéramos memoria, como si no fuéramos capaces de recordar lo que nos prometían hace escasas semanas. Como si pudieran engañarnos una y otra vez.

El precio político que están dispuestos a acordar ahora es condenar a la sociedad vasca a seguir encadenada por el conflicto. Una reforma de la reforma, más cosmética, ganar tiempo. Todo en nombre del pragmatismo, del consenso y de la unidad contra el «terrorismo». Ya están utilizando los resultados electorales para justificar sus maniobras. Dicho de otro modo: nos quieren engañar, una vez más, por nuestro bien. ¡Que suerte la nuestra!

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