La sostenibilidad y la ecología nos enseñan que hay que pensar de manera global. Las últimas pruebas de esta aserción práctica se llaman Supersur y San Ignacio. Con la Supersur, las autoridades públicas se proponen arreglar una parte del problema de tráfico en el Gran Bilbo. Sin embargo, lo que van a conseguir a ciencia cierta es más contaminación aquí y fuera de nuestras fronteras, más dependencia del coche y desarrollar aún más el tráfico (cualquier ingeniero de caminos -o simplemente cualquier madrileño- sabe que más carreteras producen un aumento del tráfico). Por si fuera poco, las obras de este «superdespropósito» provocan daños irrevocables a las faldas del Pagasarri. Pero aquí no se acaba el cuento: los escombros de la Supersur se tienen que evacuar. ¿A dónde? Pues ni más ni menos que al relleno del canal de Deusto. Una vez rellenado el canal, no cabe la menor duda de que el ayuntamiento de Bilbo podrá realizar por fin su otro despropósito, esta vez urbanístico, a través de un plan nada ecológico ni nada solidario con los vecinos de San Ignacio.

Se mire por donde se mire, Berdeak-Los Verdes pensamos que nuestros poderes públicos no se han enterado del significado de la sostenibilidad y de sus implicaciones reales, pero sí se han enterado de cómo aprovecharse de cualquier rincón de nuestra orografía para hacer negocios. Otra Bizkaia y otro Bilbo son posibles y no se harán a costa de la ecología, sino a través de ella.