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Alvaro Reizabal Abogado

El Valle de los Caídos

Ni ella [Soraya Sáenz de Santamaría] ni los nombramientos que ha hecho (les llaman «sorayos») han gustado nada a toda la fachenda que ha pasado a mejor vida en el Valle de los Caídos. ¿Cuanto durarán Marianico y sus sorayos? Se admiten apuestas

Mariano Rajoy ha conseguido el imbatible récord de haber perdido el 100 % de las elecciones presidenciales a las que se ha presentado, gesta que trajo como consecuencia que desde que se conoció el resultado, el derrotado desapareciera para «reflexionar» y que, simultáneamente, salieran a relucir los cuchillos de todos sus competidores dentro del partido, que, tras haberle jurado a bombo y platillo su inquebrantable lealtad, veían llegado su momento en la sucesión del doblemente fracasado y se aprestaban a caer en picado sobre la presa, en vuelo más propio de rapaces que de la gaviota del logotipo del partido.

El elenco de trepadores traidores estaba encabezado por la rubia botella de Madrid. No me refiero, en este caso, a la Botella, presidente consorte con el desmelenado políglota, héroe de la foto de las Azores, sino a la rubia botella, Esperanza Aguirre, que apoyada en sus baterías mediáticas comenzó la campaña de acoso y derribo a su jefe diciendo que tenía que dejarlo y sobre todo dejarle paso a ella, que es la esperanza de futuro. No deja de sorprender que la esperanza de futuro del partido sea una vieja de mi edad, pero hay que tener en cuenta que ella es Grande de España, y eso rejuvenece mas que la jalea real y la cirugía juntas.

Espoleado por tanta traición, el Registrador gallego decidió que a él no le echa ni dios, y apareció fresco y lozano cual lechuga en la huerta de Calahorra, para anunciar que no sólo no se va, sino que está dispuesto a batir su propio registro perdiendo unas terceras elecciones generales. Todos pensaron que contaría con expertos en perder como Mayor Oreja, pero Mariano sorprende nombrando su propio equipo, buscando así los efectos milagrosos del cambio de alineación con el nuevo míster, pero sin cambiar de entrenador, que ni falta que hace.

Y en estas va y desvela su secreto mejor guardado: la identidad de la famosa «niña de Rajoy», que ha resultado ser Soraya Sáenz de Santamaría.

Soraya evoca el recuerdo de la princesa Soraya de Irán, estrella de la prensa del corazón durante el franquismo. «La princesa de los ojos tristes», le decían. Pero su apellido nos recuerda al mostachudo general del mismo apellido, de tan inolvidable recuerdo, por las ejecuciones de 1975 o por el GAL. Soraya es así, la delicadeza del sabor fresco y afrutado reflejo de cerezas picotas, pero, a la vez, con taninos que dejan un potente retrogusto en boca. Ni ella ni los nombramientos que ha hecho (les llaman «sorayos») han gustado nada a toda la fachenda que ha pasado a mejor vida en el Valle de los Caídos. ¿Cuanto durarán Marianico y sus sorayos? Se admiten apuestas.

En nuestro pagos un PNV cabestro ha empezado a recorrer la hoja de ruta del PSOE como quinceañero enamorado. Ahora la consulta ya no se le hará al pueblo vasco, sino a Ferraz y la reculada de Arrasate ha abierto una etapa aguirremente esperanzadora. ¿Hasta qué altura llegarán los pantalones jelkides? También se admiten apuestas.

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