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Cumbre de la OTAN

Putin reivindica la capacidad negociadora de Rusia ante la OTAN

El presidente Putin mostró un tono conciliador tras el Consejo OTAN-Rusia después de que Ucrania y Georgia hayan quedado, a corto plazo, fuera de la Alianza. Advirtió, eso sí, de que futuros acuerdos deberán de tener en cuenta los intereses rusos. Como ejemplo de contrapartida, accedió a ceder un pasillo ferroviario a la OTAN para su guerra contra Afganistán.

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GARA | BUCAREST

El presidente ruso, Vladimir Putin, se mostró, tras la cumbre con la OTAN, satisfecho del diálogo «muy abierto y constructivo» de la reunión aunque no ocultó las graves desavenencias con la Alianza o, lo que es lo mismo, con EEUU, y reivindicó la capacidad negociadora ante Occidente de la «nueva Rusia» que emergió de las cenizas de la grave crisis de los noventa y que ha recuperado su voz en la arena internacional.

Tanto el tono de la comparecencia del todavía inquilino del Kremlin como su apelación a que la OTAN debe ofrecer a Rusia contrapartidas si quiere llegar a acuerdos se explican por la victoria táctica lograda por Moscú con el plantón de la Alianza a las aspiraciones atlantistas de Ucrania y Georgia. En este sentido, y pese a la firmeza del presidente de EEUU, George W. Bush, tanto a la hora de defender la integración en la OTAN de ambas repúblicas ex-soviéticas como a la hora de rechazar cualquier tipo de mercadeo con Rusia en torno a esta cumbre de Bucarest, sus resultados finales apuntan claramente a que ha habido intercambio de cromos, bien que limitado al milímetro, entre ambas partes.

Tras reunirse con los responsables de los 26 gobiernos aliados en el marco del Consejo OTAN-Rusia, Putin destacó que «no hemos sobrepasado ciertos límites» y que «el espíritu de compromiso ha prevalecido».

El presidente reiteró la intención de Rusia de seguir cooperando con la organización militar occidental, creada en 1949, aunque insistió en la tesis de Moscú de que, desaparecida la URSS, la OTAN ha dejado de tener razón de ser.

Pese a desmentir además el supuesto carácter «democratizador» de la Alianza, Putin retomó su tono conciliador y realista al señalar que «juntos hemos logrado muchas cosas hasta la fecha y seguiremos cooperando». Así, tras enumerar las áreas de colaboración entre ambas partes, citó en particular el acuerdo concluido ayer mismo por el que Rusia permitirá transitar por su vía férrea material aliado no militar de la OTAN para avituallar a sus tropas ocupantes en Afganistán.

El acuerdo especifica que sólo se podrán trasladar productos alimentarios, piezas no ensambladas, carburante y vehículos de transporte.

El acuerdo es fruto de años de negociaciones con la OTAN, en los que ha aspirado sin éxito a que Rusia le abriera su espacio aéreo y a que tuviera menos restricciones sobre el material a trasladar por este corredor ruso a la frontera afgana.

Rusia da a la OTAN, pero menos de lo que pidió, en un gesto calculado equiparable al acuerdo aliado de no abrir las puertas a Ucrania y a Georgia pero sin cerrarlas a futuro.

Putin fue explícito sobre el particular: «La colaboración depende de que la OTAN tenga en cuenta los intereses rusos», señaló, para poner el acento en la independencia de Kosovo y en el escudo estadounidense antimisiles en Polonia y República Checa como los dos principales obstáculos para ello.

No resulta casual que todos los testigos coincidieran en asegurar que Putin no mencionó hasta su rueda de prensa posterior la cuestión del escudo antimisiles. Todo apunta a que el líder ruso reserva sus baterías al encuentro que mantendrá con Bush -el último antes de que ambos abandonen el poder- este fin de semana.

Ante los periodistas, Putin propuso como alternativa una cooperación en la defensa antimisiles, concretamente «una arquitectura de defensa que permita un acceso en igualdad a EEUU, UE y Rusia».

Por contra, la Administración Bush ha logrado en la cumbre el aval de sus aliados a este proyecto bélico en las puertas de Rusia. La Casa Blanca aseguró ayer que «podemos dar por concluido el debate de los últimos diez años sobre la existencia o no de una amenaza balística».

Washington ofrece «medidas de confianza» sobre su escudo antimisiles a un Putin que no da el debate por acabado. Ayer mismo insistió en que es iluso temer un ataque de Irán a EEUU, tesis con la que Bush justifica su polémico «sistema de defensa».

Parafraseando a Bismarck

El presidente ruso fue especialmente contundente a la hora de criticar el anuncio de la OTAN de que aspira a integrar en un futuro no concretado a Ucrania y a Georgia.

«Se pide a Rusia que asista a este proceso sin que sus intereses sean tenidos en cuenta», señaló, para retirar su advertencia de que «la aparición de un bloque potente en nuestras fronteras será considerada como una amenaza directa contra nuestra seguridad».

Putin acusó a la OTAN de seguir, desde el final de la Guerra Fría, un proceso de acercamiento a las fronteras rusas y contrapuso la retirada rusa del este de Europa, «tras la que seguimos esperando un gesto de reciprocidad», añadió.

Frente a la insistencia de los aliados de que no albergan intenciones belicistas, el presidente ruso pidió sinceridad. «Seamos sinceros y juguemos con las cartas descubiertas», advirtió, para parafrasear al canciller de hierro alemán Bismarck. «El gran Bismarck dijo que lo importante no es la intención sino el potencial», recordó.

De vuelta al tono conciliador, Putin descartó un regreso a la Guerra Fría. «No interesa a nadie volver al pasado», sentenció.

Nuclenor está pensando en construiralmacén de residuos

En smoking o con ropa deportiva y gafas de sol, y de cumbres a reuniones familiares, Putin y Bush siempre han sonreído ante las cámaras, representando unas relaciones personales cálidas que contrastan con la acritud de las relaciones bilaterales.

Los dos presidentes salientes se reencontrarán este fin de semana en la residencia del inquilino del Kremlin en Sochi, a orillas del Mar Negro, en el prácticamente seguro último encuentro antes de sus respectivas retiradas. Una despedida que, a buen seguro, aportará poco sobre el juicio de la historia sobre esta anunciada «amistad»

Aunque Bush asegure haber visto el «alma» de su hoy anfitrión en su primer encuentro en 2001, y que ambos se han reencontrado 26 veces a lo largo y ancho del mundo, están lejos de haber logrado construir unas relaciones ruso-estadounidenses de confianza.

Analistas aseguran que su objetivo en Sochi es poner en sordina sus desacuerdos y en afianzar una voluntad de cooperación para preparar el terreno a sus respectivos sucesores. Pero mientras Bush ha insistido una y otra vez en su «amistad» con Putin, este último le ha correspondido con muestras mucho menos efusivas, lo que se explica por los proyectos expansionistas de la OTAN y por el belicismo unilateralista de la Administración estadounidense.

Más allá de las poses, el momento más humillante para Bush en sus relaciones tuvo lugar en 2006 en la cumbre del G-8. Putin no se dejó pelos en la gatera y señaló que, «para ser francos, nosotros (por los rusos) no querríamos evidentemente tener una democracia como la de Irak». GARA

Afganistán

El Pentágono anunció un refuerzo significativo de sus tropas en Afganistán en 2009. Y es que no ha logrado ni 2.000 soldados aliados más pese a su insistencia en implicar a Europa en su pantanal afgano.

Croacia

Bush llegó ayer en visita de 24 horas a Croacia, país que acaba de ser invitado formalmente a integrarse en la OTAN. Tenía previsto entrevistarse a su vez con representantes de Albania, segundo país invitado, y Macedonia, que ha quedado fuera por un desacuerdo histórico con Grecia.

tratado FCE

Putin se mostró dispuesto a levantar la moratoria del Tratado CFE (de reducción de fuerzas convencionales en Europa), decidida en diciembre. Exige que la OTAN ratifique la versión actualizada de 1999, a lo que los aliados se niegan aduciendo que Moscú se niega a retirar sus tropas de Abjasia, Osetia del Sur y Transdniéster.

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