La rojigualda ondea en el consistorio de Bilbo
Azkuna iza la enseña que la Policía impuso en 1982
La bandera española ondea desde ayer de manera permanente en la fachada del Ayuntamiento de Bilbo. Han transcurrido 33 años desde la muerte del dictador Franco, bajo cuyo mandato se produjo una situación similar, y 26 desde que la Policía española la colocara a la fuerza, dando lugar al conflicto que se ha repetido durante décadas cada Aste Nagusia. Para satisfacción del PSE y del PP, la española ha vuelto bajo el mandato del alcalde del PNV Iñaki Azkuna.
Kepa PETRALANDA | BILBO
Casi 30 años después de la conclusión de la época en que ondeó de manera permanente y preponderante en la fachada del edificio consistorial bilbaino y 26 desde que la Policía española la colocara a la fuerza durante horas, junto a una ikurriña y la bandera de Bilbo, en el contexto de Aste Nagusia, la bandera española ha vuelto a la fachada consistorial bajo el mandato de Iñaki Azkuna (PNV). Y lo ha hecho para permanecer a diario, dos días antes de que finalizara el plazo impuesto por una sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV).
La rojigualda fue izada a las 2.00 de la madrugada, junto al reloj de la casa consistorial por decisión de Iñaki Azkuna, que ha preferido obedecer una sentencia, según la cual, la española debe ser izada en un «lugar preferente» y «con carácter de permanencia y no coyuntural».
La decisión del primer edil ha puesto punto y final a una ausencia mayoritariamente apoyada por la ciudadanía bilbaina desde el final del franquismo.
Tras la «legalización» de la ikurriña en 1977, anunciada por quien fuera ministro español de Gobernación Rodolfo Martín Villa, se pretendió imponer la presencia de la bandera española en edificios públicos junto a la ikurriña, siempre que aquella tuviera «preferencia». Esta medida motivó, por ejemplo, la dimisión de quien fuera entonces gobernador civil de Bizkaia, Juan Antonio Zarzalejos, o provocó reacciones como la del entonces diputado general de Bizkaia, Augusto Unzeta, quien decidiera mantener la rojigualda para reflejar que «somos bilbainos y españoles».
Ni qué decir tiene que, al igual que durante las últimas décadas del franquismo, la ikurriña predominó en aquellos años en las calles y plazas de Bilbo, al igual que en el resto de Euskal Herria, como reflejo de un sentir popular mayoritario.
En 1978 comenzó a celebrarse Aste Nagusia cada tercera semana de agosto y, tras unos años en que no se izó bandera alguna con motivo del Día Grande de Bilbo, la aprobación en 1981 de la denominada Ley de Banderas y su posterior aplicación encendieron y reprodujeron el conflicto que se ha venido repitiendo cada año.
En 1982, por la fuerza
Al año siguiente, es decir, en 1982 y por iniciativa del PNV, la Corporación decidió por mayoría no colocar bandera alguna durante las fiestas; efectivos de la Policía española entraron por la fuerza en el edificio consistorial y colocaron la española, la ikurriña y la bandera blanca y roja de Bilbo.
Fue un año después, al repetirse la misma situación horas antes de que comenzara Aste Nagusia, cuando el alcalde José Luis Robles (PNV) hizo frente a la acción policial instigada por quien fuera gobernador civil en Bizkaia Julián San Cristóbal. Pese a la propuesta de Alianza Popular en la comisión permanente de sacar la rojigualda, contra la que se posicionó incluso el PSOE, la Corporación decidió una vez más no sacar banderas.
Una vez impuestas las enseñas, los policías se quedaron realizando labores de custodia, tanto en el exterior como en el interior del Ayuntamiento. Antes, en presencia de tres mandos policiales, el alcalde telefeneó al gobernador para denunciar «la grave falta de consideración que había tenido». Ante la explicación oficial de que se había «restablecido la legalidad», Robles respondió que antes de iniciarse las fiestas no había obligación de izar banderas en el exterior del edificio consistorial. Aquel 26 de agosto, por cierto, se produjeron las inundaciones.
Miembros de la Corporación se reunieron posteriormente con representantes de la comparsas, acordando mantener las fiestas, aunque se produjeron movilizaciones y protestas; aquel año se celebró una multitudinaria manifestación bajo el lema «Geurea ikurriña».
En 1985, Robles anunció que se iban a colocar la española, la ikurriña y la bandera de Bilbo durante el Día Grande, pero, como siempre ha sido, las «cesiones» del PNV no fueron suficientes. Quien fuera en 1987 delegado del Gobierno español, José Ramón Goñi Tirapu, dio un paso adelante en lo referente al actamiento de la ley y una carga policial en el espacio festivo dejó más de cien heridos; las comparsas exigieron la dimisión de Goñi Tirapu. Por contra, comparsas y ediles de HB, EE y EA expresaron su apoyo al alcalde José Mari Gorordo (PNV) -había sustituido a Robles- por «haber defendido las fiestas y el espacio festivo».
La Ertzaintza, protagonista
A partir de 1988, cada año se fueron sucedieron los enfrentamientos el día en que se izaban las banderas entre quienes pretendían mostrar su rechazo a este gesto, armados con piedras, y la Policía, con la salvedad de que desde aquel año fue la Ertzaintza la encargada de cargar en el entorno del Consistorio. Concretamente aquel año, los agentes de la Brigada Móvil de la Policía autonómica detuvieron a siete personas durante los enfrentamientos que se prolongaron a lo largo de tres horas.
Estos enfrentamientos fueron decreciendo en intensidad a lo largo de los 90, toda vez que los independentistas comenzaron a convocar homenajes a la ikurriña, al margen de que las fuerzas policiales protegieran la española en el Ayuntamiento. En 1999, con el Acuerdo de Lizarra-Garazi en vigor, se reiteraron los llamamientos para que no se colocara la enseña española en la balconada municipal bilbaina.
Quien fuera portavoz de HB, Joseba Permach, manifestó el convencimiento de esta fuerza política de que la bandera española no ondearía el Día Grande, toda vez que EA reiteró su llamamiento para que ninguna enseña ondeara ese día en el Ayuntamiento. Iñaki Azkuna (PNV) hizo caso omiso a los llamamientos del resto de fuerzas abertzales y la española volvió a ondear junto a la vasca.
El pasado año las banderas estuvieron en la balconada unos 20 minutos, la media de tiempo habitual que se ha mantenido durante los últimos años.
Tanto la rojigualda como la ikurriña han sido colocadas en la parte superior de la fachada y no en la balconada, ya que, según fuentes municipales, los técnicos han determinado que ésta se encuentra dañada y por ello se ha buscado una ubicación alternativa. Una bandera de Bilbo de dimensiones mucho mayores que las otras dos está situada ahora en un lateral del Consistorio bilbaino.
Integrantes de la izquierda abertzale llamaron a la movilización para mostrar el rechazo a «la imposición» de la bandera española hoy, a las 19.00 desde la Plaza del Arriaga, mientras agentes sociales han convocado el lunes, a las 19.30. El movimiento antifascista ha llamado el 12 a concentrarse por la retirada «de símbolos fascistas y los de sus herederos».
La izquierda abertzale ha llamado a movilizarse hoy, a las 19.00, en la Plaza del Arriaga y los movimientos sociales el lunes, a las 19.30. También el movimiento antifascista convoca para el próximo día 12.
1977
Rodolfo Martín Villa, ministro español de Gobernación, «legalizó» la ikurriña, dos años después de la muerte de Franco. Se ordenó que en edificios oficiales se colocara junto a la española y que ésta ocupara un lugar preferencial.
1978
Comenzó a celebrarse Aste Nagusia cada tercera semana de agosto y durante los primeros años de fiestas ninguna bandera se colocó en el balcón consistorial.
1981
Se aprobó la denominada Ley de Banderas.
1982
Con Jon Castañares (PNV) en la Alcaldía, la Policía española colocó la bandera española, la ikurriña y la de Bilbo.
1983
José Luis Robles (PNV), alcalde de Bilbo, se enfrentó al gobernador civil, Julián San Cristóbal, cuando la Policía española irrumpió en el Ayuntamiento horas antes de que comenzaran las fiestas para volver a colocar las banderas. Abandonó en señal de protesta el Consistorio e instaló su despacho en las instalaciones de Garellano.
1987
Con José Ramón Goñi Tirapu como delegado del Gobierno español, indiscriminadas cargas policiales en el espacio festivo arrojaron un balance de más de un centenar de heridos. Las comparsas exigieron la dimisión de Goñi Tirapu. HB, EE y EA expresaron su apoyo al alcalde, el jelkide José Mari Gorordo, «por haber defendido las fiestas».
1988
La Ertzaintza, por primera vez en defensa de las banderas.
1999
Iñaki Azkuna (PNV) desoye los llamamientos de HB y EA, con el Acuerdo de Lizarra-Garazi en vigor, y vuelve a ordenar la colocación de las banderas en fiestas.