«Un poco de chocolate», título final de la película de Aitzol Aramaio basada en el libro de Unai Elorriaga «S.P.rako Tranbia», se estrenará en las carteleras el 30 de abril, de la mano de una potente distribuidora. Rodada el verano pasado en Algorta, Bilbo y otros puntos de la geografía vasca, ha contado con un presupuesto de dos millones y medio de euros y narra la historia de Lucas (Héctor Alterio), un hombre que, a sus 80 años, mezcla sus recuerdos con la realidad y sueña con ascender al Shisma Pangma.

¿Cuánto tiene `Un poco de chocolate' del libro `Tranvía a S.P.'?

Yo creo que recoge el tono y el espíritu del libro. A partir de ahí y de la historia que ha creado Unai, el guionista Mitxel Gaztanbide y yo hemos añadido de nuestra propia cosecha, a lo que hay que sumar lo que ha aportado el resto del equipo, desde la productora hasta los actores.

¿Qué tono le ha dado a la película?

He querido potenciar elementos que ya estaban en el libro, como son el humor y la ternura.

¿Qué quiere contar en ella?

Es una historia que gira en torno a una persona que tiene una actitud positiva ante la vida, y eso no quiere decir que no sufra. Esa actitud contagia a los que viven con él.

¿En qué años está ambientada?

Yo quería que fuera atemporal. Estamos hablando de sentimientos muy básicos y no quería que el momento actual distrajese de lo que sienten los personajes. Por eso decidimos rodar en el Puerto Viejo de Al- gorta, por donde parece que no pasa el tiempo.

Viendo el trailer, parece que el Puerto Viejo tiene mucha fuerza en la película.

Sí, sí, la tiene. Yo creo que el Puerto Viejo casi nos ha dado un personaje. Es un lugar al que no pueden entrar los coches, en el que no hay tiendas. Eso ya marca una manera de vivir.

¿Qué recuerdos guarda del rodaje?

Nosotros queríamos que todo el proceso fuese plancentero, en consonancia con lo que cuenta la película. Y la verdad es que yo gocé mucho en el rodaje. Me levantaba a las ocho de la mañana feliz, con muchas ganas de ir a rodar. El equipo funcionó, lo pasamos muy bien, y luego fue bonita la convivencia con los vecinos del Puerto. Para ellos era especial, porque era el primer rodaje que se hacía allí, y se implicaron mucho. Estuvimos veinte días en agosto, ocupándoles el espacio.

¿Cuál ha sido la etapa que más le ha gustado de todo el proceso de sacar adelante un largo?

Todo ha estado bien. Desde que empezamos con el guión hasta que vimos acabada la película, pasando por la entrada de Luisa Matienzo como productora, nos han pasado cien mil cosas.

Habrá habido también problemas...

No, no... Los problemas podían haber venido por el mal tiempo durante el rodaje, pero tampoco. Mi sistema ha sido el de elegir buenos profesionales y darles confianza y libertad para hacer su trabajo. La gente crece mucho si le dejas espacio.

¿Qué hay del montaje? ¿Tampoco sufrió cortando?

Qué va, fue una fase muy bonita. Con Fernando Pardo, el montador, le dimos muchas vueltas a todo, y lo mismo con Bingen Mendizabal a la hora de poner música a la película. Fue muy creativo y aprendí muchísimo. Muy enriquecedor.

¿Qué papel juega la banda sonora en esta película?

Un papel importante, porque uno de los protagonistas toca un instrumento. No queríamos una banda sonora que remarcase mucho, sino algo minimalista, pero alegre y tierno. Realmente, Bingen Mendizabal lo ha conseguido.

¿El casting le dejó sastisfecho? ¿Consiguió a los actores que quería?

Yo desde el primer momento tenía claro que el protagonista tenía que ser Héctor Alterio, porque sabía que él también ha vivido mucho la vida y podía transmitir esa vitalidad que necesitaba el personaje. Y la verdad es que, una vez que leyó el guión y nos conocimos, aceptó y desde el principio nos llevamos muy bien. En cuanto al resto del casting, estoy encantado, tanto con Julieta Serrano y Daniel Brühl, como con todos los actores vascos: Ramón Barea, Barbara Goenaga, Ainare Tolosa, Manu Elizondo y un actor con el que siempre había querido trabajar, que es Txubio Fernández de Jauregi.

¿Qué tal se desenvolvió en el trabajo de dirección de actores?

Para mí fue muy fácil trabajar con todos ellos. Realmente se aprendieron muy bien el papel; luego aportaron muchísimo y el personaje crecía con su actuación. Fue una verdadera gozada.

¿Teme a la crítica?

Bueno, la vida es así, habrá a quien le guste y a quien no le guste, hay que asumirlo. Pero hay una cosa muy importante y es que a mí me gusta mucho la película.

¿Qué le ha parecido a Unai Elorriaga?

No ha visto la versión última, pero sí la anterior, y le gustó mucho también.

¿Pensando ya en un próximo proyecto?

No, todavía tengo bastante con lo mío, que es el estreno. Pero siempre que haya una historia que me toque, intentaré seguir filmando.

Karolina ALMAGIA