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Victoria Mendoza Psicoterapeuta

Líderes políticos para un pueblo en conflicto

Es importante formar nuevos líderes que sean suficientemente inteligentes, sensibles, maduros, coherentes y justos como para reconocer sus errores, reconsiderar conductas y acciones, y formular nuevas pautas, discursos y estrategias

Hace unos días pedí a mis alumnos de un curso de Técnico en Inmigración que me hicieran una lista de las cualidades y características que debe tener un líder político. Enseguida mencionaron: conciliador, negociador, carismático, comunicador, estratega, diplomático, resolutivo, saber escuchar, convincente, saber dirigir, facilidad de palabra, organizado, persuasivo, capacidad de reacción... Yo les sugerí algunas otras, tales como la autocrítica, la crítica con argumentos, saber solucionar conflictos, coherencia política entre lo que dice y hace, tomar en cuenta la opinión de la gente, seguridad, presencia, carácter, iniciativa, objetivos e ideas claras, aceptar la diferencia, no creerse dueño de la verdad, sentido de la justicia y otras características. No hay actualmente ningún político con todas estás características. Están muy sobrados de demagogia, de hipocresía, de inmadurez e infantilismo político; no hay coherencia en lo que predican y prometen, respecto a lo que realmente hacen y provocan.

Desde hace ya varias décadas, acrecentados en los últimos años, se vienen sucediendo en el País Vasco una serie de conculcaciones de derechos como resultado de una pésima estrategia política. Esto, lejos de solucionar conflictos, los aumenta en gran medida. Hay una sensación de incredulidad de los ciudadanos hacia los partidos políticos, y concretamente hacia determinados políticos, que no han sabido ni saben hacer política. Hay desconfianza, descontento, indignación, apatía, desmotivación, indiferencia, rabia, tristeza, paranoia, división, mutilación, dispersión, muerte, tortura, soledad, traición, impotencia, deslealtad, cansancio, decepción, atentados, suicidios y circunstancias tan absurdas como por ejemplo, condenar la no condena por parte de los que no condenan los asesinatos de los GAL, la guerra de Irak, la tortura o todas las irregularidades e injusticias políticas en una total anti-democracia.

Hay psicólogos y sociólogos que explican como los hechos traumáticos se heredan de generación en generación. Hay otros autores que demuestran cómo heredamos también nuestros rasgos neuróticos, cómo pasamos a nuestros hijos las culpas no saldadas, los deseos de venganza, el orgullo, la necesidad de justicia y una serie de emociones y sentimientos que se trasmiten de generación en generación. Por ello las guerras y conflictos tienen una constante continuación y cuesta mucho parar algo que no se ha sabido solucionar. Por esto, es necesario e importante formar nuevos líderes políticos que además de tener todas las cualidades y características que les definen como buenos políticos, sean suficientemente inteligentes, sensibles, maduros, coherentes y justos como para reconocer sus errores, reconsiderar conductas y acciones políticas y formular nuevas pautas, discursos y estrategias políticas, siendo capaces de solucionar los conflictos presentes y evitar los futuros. A mayor justicia y coherencia política, menos errores y menos conflictos políticos.

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