Crónica | «Bogotazo» y «violencia» en Colombia
Jorge Eliécer Gaitán, sesenta años de un magnicidio
Hace sesenta años, la tarde del 9 de abril de 1948, miles de personas corrían por las calles del centro de Bogotá, capital de Colombia, gritando enloquecidas: «Mataron a Gaitán, mataron a Gaitán». Jorge Eliécer Gaitán era el candidato del Partido Liberal a la Presidencia del país, con muchas posibilidades de hacerse con el cargo en las elecciones de 1950.
Luciano ROMERO MOLINA Refugiados colombianos en Asturies
El colombiano Jorge Eliécer Gaitán, que fue congresista, alcalde y ministro, nació en Manta (Cundinamarca) el 23 de enero de 1898 y llegó a ser uno de los mejores abogados penalistas y políticos de la época. Su habilidad política hizo de él un verdadero líder que despertó la admiración y caló en el corazón de su pueblo.
Gaitán, a quien definen como socialdemócrata, fundó en 1933 la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria (UNIR), que disolvió poco después para integrarse en el Partido Liberal, desde donde defendió la reforma agraria. Desde la Alcaldía de Bogotá, a la que accedió en 1936, promovió la municipalización de los servicios públicos, y tras ser nombrado ministro de Educación, en 1940, emprendió una ambiciosa campaña de alfabetización, implantó el zapato escolar gratuito, los restaurantes escolares, el cine educativo ambu- lante y la extensión cultural masiva. En 1947, fue proclamado líder único de su partido.
En un país de mayorías rurales los terratenientes y ricos urbanos temían que su hegemonía y privilegios acabaran al llegar Gaitán a la Presidencia, llevado por las mayorías excluidas, como parecía inevitable. Campesinos, indios, negros, obreros urbanos y un sector del Ejército veían en él al único líder capaz de transformar el Estado semifeudal, regido con mano de hierro por los caciques locales, dueños de todas las tierras y del poder político.
Como abogado, Gaitán era, además, el defensor de los obreros de las plantaciones de banano sobrevivientes a la masacre cometida por el Ejército, 20 años antes, para sofocar una huelga y defender los intereses de la multinacional norteamericana United Fruit Company.
Bogotá, arrasada
El Gobierno acusó del crimen a la oposición, la Iglesia pidió la excarcelación de los presos sociales, que se sumaron a la turba y se dedicaron al saqueo. El centro de la ciudad fue arrasado, incendiado por la multitud, lo que se conoció como «El Bogotazo». Muy pronto el fuego llegó a los campos, dando origen a «La Violencia».
En el norte y oriente colombianos los campesinos se organizaron en guerrillas para cobrarse la desaparición de su esperanza y defenderse de los grupos paramilitares («chulavistas») que ya existían. Esa tragedia provocada dio origen a una guerra civil que perdura todavía y es el origen remoto de las FARC y de las demás guerrillas colombianas, compuestas en su mayoría por campesinos.
El magnicidio de Gaitán sigue pesando en el presente de Colombia. Se institucionalizó el crimen como recurso para eliminar opositores políticos; se agudizó la violencia en los campos del país, y se enraizó la idea entre los marginados de que la oligarquía nunca iba a permitir que una persona de origen humilde y pensamiento transformador presidiera el Gobierno, o que se hiciera una verdadera reforma agraria.
Sesenta años después no se sabe quién ordenó ese asesinato. El abogado e investigador Eduardo Umaña Mendoza estaba tras la pista fundada de una conspiración de la CIA, que se niega a desclasificar los documentos de aquella época referidos al crimen, pero también él fue asesinado, el 4 de abril de 1998, por paramilitares.
La impunidad, la guerra sucia y la exclusión, consecuencias de la muerte de Gaitán, siguen pesando en Colombia.