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EEUU firma un acuerdo secreto con al-Maliki para mantener las tropas

El general al mando de las tropas estadounidenses en Irak, David Petraeus, confirmó en el Congreso que EEUU ralentizará el plan para reducir el contingente desplegado en el país árabe. Horas antes, se conocía que George Bush ha firmado un acuerdo secreto con Bagdad para que los militares estadounidenses permanezcan indefinidamente en Irak. Mientras, Moqtada al-Sadr advirtió de que está dispuesto a suspender la tregua que se estableció en agosto de 2007.

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El general David Petraeus, máxima autoridad militar de EEUU en Irak, confirmó ayer que Washington tiene intención de suspender su plan para reducir el número de tropas en el país árabe. Petraeus, que compareció ayer en el Senado, cifró en 45 días el retraso del repliegue militar.

La intervención de Petraeus se produjo después de que el diario británico «The Guardian» diera a conocer que el presidente de EEUU, George Bush, tiene un acuerdo secreto con el Gobierno títere de Bagdad para que los tropas de Washington permanezcan más tiempo en Irak.

El general Petraeus anunció que ha recomendado que la prevista retirada de cinco brigadas de combate en julio se retrase. «Hemos comenzado un periodo de 45 días de evaluación y de consolidación antes de examinar las condiciones sobre el terreno, con el objetivo de determinar en qué momento podemos recomendar nuevas reducciones de tropas».

Preguntado por el presidente de la Comisión de las Fuerzas Armadas del Senado, Carl Levin, sobre si tras este periodo de 45 días se abriría una segunda fase de evaluación y cuánto podría durar, Petraeus respondió que podría ser superior a tres meses, pero también inferior.

«La decisión de reducir más los efectivos se tomará cuando las condiciones sean las adecuadas», insistió Petraeus.

Junto a ello, el general añadió que la ofensiva que las tropas del Gobierno títere iraquí lanzaron contra las milicias chiíes de Moqtada al-Sadr en Basora «no fue preparada ni planificada de manera adecuada».

Petraeus informó de que le comunicaron que la ofensiva iba a producirse tres días antes de que comenzara.

«Podría haberla preparado mejor. No se planificó adecuadamente», destacó ante el Congreso. De este modo, Petraeus busca justificar los motivos por los que es conveniente que las tropas de EEUU se mantengan desplegadas en Irak, ya que los tropas de Washington y de Londres tuvieron que intervenir para apoyar a las fuerzas del Gobierno de Bagdad en el combate iniciado en Basora contra el movimiento chií de Moqtada al-Sadr.

El embajador de EEUU en Bagdad, Ryan Crocker, también intervino ayer en el Senado, donde destacó que el acuerdo secreto alcanzado por Bush con el Gobierno de al-Maliki «no atará las manos» del próximo presidente de EEUU.

«El acuerdo no establecerá bases permanentes en Irak, no precisará cuál es el número de las tropas y no atará las manos de la próxima Administración», declaró ante los senadores. Los dos aspirantes a candidato demócrata a la Presidencia, Barack Obama y Hillary Clinton, han mostrado su intención de reducir el contingente estadounidense en Irak.

«Nuestro objetivo es lograr que cuando el próximo presidente asuma su cargo [enero de 2009], haya una base estable sobre la que pueda tomar sus decisiones. Esto es lo que este acuerdo hará», añadió Crocker, que prometió que el Congreso sería informado próximamente de estas negociaciones.

Según la información publicada por «The Guardian», el acuerdo firmado por Bush y al-Maliki tiene la clasificación de «secreto» y está fechado el 7 de marzo. Este documento debe sustituir al actual mandato de la ONU y autoriza a EEUU a «llevar a cabo operaciones militares en Irak y a detener individuos cuando sea necesarios por motivos imperativos de seguridad».

Esa autorización se califica de «temporal» y el acuerdo señala que EEUU «no desea bases permanentes o una presencia militar permanente» en el país árabe.

Sin embargo, señala «The Guardian», dado que no se fija un límite de tiempo ni se imponen restricciones a la presencia militar de EEUU y de otras fuerzas de la coalición, incluidas las británicas, el plan suscitará una fuerte oposición tanto en Irak como en EEUU.

Los críticos iraquíes del documento señalan que el acuerdo no impone límites al tamaño de las fuerzas estadounidenses, al tipo de armas que podrán utilizar, a su estatus legal o al poder que tendrán sobre los ciudadanos iraquíes, lo que va mucho más lejos de cualquier acuerdo de seguridad firmado por Washington con otros países.

Al-Sadr, firme

Uno de los motivos que ha podido llevar a EEUU a reconsiderar sus planes de reducir su contingente en Irak es la pujanza demostrada por el movimiento chií de Moqtada al-Sadr.

Así, las tropas ocupantes continuaban ayer combatiendo en torno al barrio bagdadí de Medina al-Sadr con las milicias chií.

Moqtada al-Sadr hizo ayer un llamamiento a sus seguidores para que no acudan a una manifestación contra la ocupación que se había convocado en Bagdad coincidiendo con el cinco aniversario del derrocamiento de Saddam Hussein, a través de un comunicado difundido desde Nayaf.

Un portavoz del movimiento de al-Sadr, Salah al-Obeidi, acusó a las autoridades iraquíes de bloquear el acceso a Bagdad a sus seguidores.

Junto a ello, al-Sadr destaca que está dispuesto a poner fin a la tregua de su milicia, el Ejército de al-Mahdi, que está en vigor desde agosto de 2007 y que ha contribuido a que el número de enfrentamientos haya descendido drásticamente en Irak.

«El Ejército de al-Mahdi trabaja codo con codo con el pueblo iraquí por la seguridad, la liberación y la estabilidad del país. Si tenemos que poner fin al alto el fuego para alcanzar nuestros objetivos, lo anunciaremos en un próximo comunicado», añadió al-Sadr.

El movimiento al-Sadr es actualmente la principal formación que se oponer al Gobierno de Nuri al-Maliki, que sobrevive gracias al apoyo de EEUU.

Desde finales de marzo, se asiste a un pulso entre al-Sadr y al-Maliki, cuyo exponente más cruento fueron los enfrentamientos que se registraron entre el 25 y el 30 de marzo especialmente en Basora y el barrio bagdadí de Medina al-Sadr, que se saldaron con más de 700 muertos.

En Medina al-Sadr se repitieron los enfrentamientos el domingo y ayer aún persistían los combates en este barrio del nordeste de Bagdad.

movilización

La comparecencia en el Senado de Petraeus y Crocker se vio obstaculizado por un grupo de manifestantes que reclamaba el inmediato retorno de los soldados estadounidenses enviados a Irak.

muertos en diyala

Siete personas, entre ellos cuatro niños, murieron por la explosión de una bomba cerca de Baquba, capital de la provincia de Diyala, que está considerada como «bastión de al-Qaeda» por EEUU.

josé couso

Un centenar de personas se concentró ante la Embajada de EEUU en Madrid para denunciar que el cámara José Couso falleció como consecuencia de un crimen de guerra hace ahora cinco años.

La Zona Verde ha sufrido en una semana el impacto de 52 cohetes

La Zona Verde de Bagdad, el sector teóricamente ultraprotegido en el que tienen su sede la Embajada de EEUU y las instituciones del Gobierno iraquí, ha sido el objetivo de 52 disparos de cohetes y de piezas de mortero en una semana, según informó ayer el EJército iraquí.

«52 cohetes y tiros de mortero han impactado esta semana en la Zona Verde», indicó durante una conferencia de prensa el portavoz del Ejército iraquí, el general Qassim Atta.

Según el general Atta, 90 cohetes y piezas de mortero han impactado en la última semana en otros barrios de la capital iraquí.

Por otra parte, un soldado de EEUU murió ayer como consecuencia de un coche bomba en Bagdad, donde han fallecido ocho soldados estadounidenses desde que el domingo se reanudaron los enfrentamientos con la milicia de al-Sadr, según informó ayer el Ejército de EEUU.

Los militares de EEUU anunciaron que ayer mataron a «doce criminales», en referencia a milicianos chiíes, en el barrio de Medina al-Sadr, usando aviones sin piloto Predator. GARA

La toma de Bagdad, una victoria que se ha convertido en pesadilla

Con la llegada al corazón de Bagdad, el 9 de abril de 2003, los conductores de los carros de combate de EEUU pusieron fin de manera victoriosa a una campaña de tres semanas en el desierto iraquí.

El Ejército de Saddam Hussein, desmoralizado y desorganizado, había casi desaparecido ante las tropas de EEUU. Únicamente, algunos grupos paramilitares trataban, en vano, de oponer resistencia.

«La mayor parte de los soldados huyeron», recuerda Ahmed Hassan, entonces general, que permaneció en su puesto hasta el último momento, al norte de Bagdad. «Sabían que era inútil combatir», reconoce a France Presse.

Tras bajar de su blindado ante el hotel Palestine, el coronel Brian McCoy, sonriente, podía estar satisfecho. «Hemos sido recibido con flores y cantos de alegría», señaló a la prensa internacional.

«La gente que hemos encontrado nos ha agradecido que la hayamos liberado de Saddam Hussein», aseguró mientras sus soldados ayudaban a derribar una estatua del presidente iraquí, una imagen que dio la vuelta al mundo.

Cinco años después de los optimistas comentarios del coronel McCoy, las tropas de EEUU siguen en Irak, y continúan ocupando, por primera vez en la historia, una capital árabe que supuestamente debían «liberar».

El Ejército más poderoso del mundo, que avanzó fácilmente cuando George Bush le dio la orden de avanzar el 20 de marzo de 2003, está actualmente prácticamente sitiado

Los insurgentes suníes, las milicias chiíes y los grupos vinculados a al-Qaeda han transformado una victoria fácil en una batalla permanente.

Más de 4.000 soldados de EEUU han muerto, decenas de miles han sido heridos y lisiados, se han gastado cientos de miles de millones de dólares y el descenso de los actos de violencia que se vislumbró hace meses aparece ahora lejano. «Los progresos son frágiles», admite el embajador de EEUU, Ryan Crocker, tras una semana de combates entre milicianos chiíes de Moqtada al-Sadr y fuerzas regulares iraquíes con el apoyo de las tropas de EEUU.

Tras estos sucesos, un calendario para la retirada del contingentes de 160.000 soldados desplegado en Irak se más que incierto.

En cinco años, decenas de miles de iraquíes han muerto, cientos de miles han optado por el exilio y la mayoría vive en condiciones deplorables, sin empleo y sin acceso a los servicios públicos básicos.

Y los cantos de alegría que escuchó McCoy camino de Bagdad se han convertido en gritos de odio. «Al principio, estábamos contentos, pero hoy detestamos a los americanos», constata Moyeb Sfeih, panadero de 33 años del barrio de Medina al-Sadr, de mayoría chií y ferozmente antiestadounidense.

Refleja la desilusión de aquellos que una vez aclamaron a McCoy, los chiíes, mayoritarios en Irak pero marginados por el Gobierno de Saddam Hussein. Actualmente, su situación apenas ha mejorado. Jacques CHARMELOT

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