El partido en el poder, Rusia Unida, inició ayer su gran congreso anual con el objetivo de aupar a Vladimir Putin al liderazgo de esta formación, mayoritaria en la Duma, y mantenerle como el número uno del país tras su salida del Kremlin dentro de tres semanas.

«Queremos proponer a Putin la presidencia del partido», confirmó Boris Gryzlov, quien le cedería así su puesto.

El IX Congreso del partido, que reúne a cientos de delegados, arrancó ayer a escasos metros del Kremlin. Hoy se espera la intervención de Putin.

Para preparar su nominación, los delegados han adoptado una enmienda a los estatutos de Rusia Unida, que permitirá elegir a la cabeza del partido a alguien -caso de Putin- que no es miembro.

Otra enmienda tiene como objetivo separar los puestos de jefe del partido y presidente del Consejo Supremo del partido, dos funciones desempeñada hasta ahora en solitario por Gryzlov.

No faltan analistas que auguran que esta nueva arquitectura creará una figura de presidente de Rusia débil frente a un primer ministro fuerte y reforzado por su posición de líder de un partido con mayoría absoluta.

Más allá comparan el papel central de Rusia Unida con el del PCUS en la época de la URSS, donde el secretario general del partido era el número uno del país.

No descartan sorpresas

La prensa rusa elucubra estos días con la posibilidad de que Putin vuelva a dar sorpresas. «¿Será el presidente del partido o decidirá permanecer al margen de los arcanos de la formación a fin de conservar intacta su imagen de líder moral?».

Los analistas próximos al Kremlin no han deshojado del todo la margarita aunque insisten en que no habrá fisuras en el tándem Putin-Medvedev. Este último asumirá la Presidencia del país a prin- cipios de año. «No hay duda de que trabajarán en equipo», vaticina Gleb Pavlovski.